Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

miércoles, 3 de abril de 2013

El emperador romano Constantino selecciona a una de las religiones católicas como la religión oficial del imperio (iniciando la persecución de todas las demás) y convoca al Concilio de Nicea, en el cual se da forma a la Iglesia Católica Romana Apostólica, se redondea el dogma y se define el Canon (la selección de libros relacionados a Jesús que la Iglesia considera legítimos, todos los demás son apócrifos o heréticos). Reafirmo Constantino I legalizo el cristianismo y la hizo religión oficial de Roma por el Edicto de Milán en 313, esto fue una estrategia política matando dos pájaros de un tiro, el reino estaba dividido por causa del enorme panteón pagano, había una burocracia de dioses y diosas y el necesitaba una religión similar al judaísmo creyendo en una única deidad, que uniera a todos los romanos de diferentes regiones, pero que a su vez odiaran a los judíos, por que no habían podido destruirlos y fueron los únicos que se revelaron contra su opresión y maldad..


En los primeros siglos de la era cristiana existieron varias religiones o sectas cristianas y católicas y muchos libros relacionados a Jesús. El emperador romano Constantino selecciona a una de las religiones católicas como la religión oficial del imperio (iniciando la persecución de todas las demás) y convoca al Concilio de Nicea, en el cual se da forma a la Iglesia Católica Romana Apostólica, se redondea el dogma y se define el Canon (la selección de libros relacionados a Jesús que la Iglesia considera legítimos, todos los demás son apócrifos o heréticos).
Entonces, si bien ya existían religiones católicas, en con Constantino que la Iglesia Católica Romana Apostólica toma su forma casi definitiva e instaura oficialmente su sede en Roma.
De esta manera se inicia la estrecha relación entre poder terrenal (militar, en la práctica) y espiritual que marca el rumbo del imperio romano a partir de entonces, fortaleciendo la autoridad del estado sobre sus súbditos. Aún hoy en día es posible ver que el idioma, ceremonial, vestidura e incluso los colores de la iglesia católica heredan directamente del imperio romano.
O sea que lo que llamamos Iglesia Católica fue instaurada oficialmente  los Romanos, encabezada por Flavio Valerio Aurelio Constantino I (Naissus, 27 de febrero de c. 2721 – Nicomedia, Bitinia y Ponto, 22 de mayo de 337) quien  fue Emperador de los romanos desde su proclamación por sus tropas el 25 de julio de 306, y gobernó un Imperio romano en constante crecimiento hasta su muerte. Se le conoce también como Constantino I, Constantino el Grande o, en la iglesia ortodoxa, las antiguas iglesias orientales y la iglesia católica bizantina griega, como San Constantino.


El legalizo el cristianismo y la hizo religión oficial de Roma por el Edicto de Milán en 313, esto fue una estrategia política matando dos pájaros de un tiro, el reino estaba dividido por causa del enorme panteón pagano, había una burocracia de dioses y diosas y el necesitaba una religión similar al judaísmo creyendo en una única deidad, que uniera a todos los romanos de diferentes regiones, pero que a su vez odiaran a los judíos, por que no habían podido destruirlos y fueron los únicos que se revelaron contra su opresión y maldad.


En la antigüedad, el territorio que conforma la actual Ciudad del Vaticano, al oeste del río Tíber, era conocido como el Ager Vaticanus (campos del vaticano). Algunos historiadores afirman que sus primeros habitantes fueron integrantes de un antiguo pueblo etrusco llamado Vaticum y de allí su nombre, otros que la palabra proviene del latín vates (adivino), y que antiguamente existía una colina denominada Vaticano en la que pululaban adivinadores y magos que presagiaban el porvenir de transeúntes ocasionales.
Debido a la persecución de cristianos y la destrucción en Roma de todos los escritos de la Iglesia llevadas a cabo por el emperador Dioclesiano en el año 303, hoy quedan muy pocos rastros de la presencia de los primeros cristianos en la zona.
El emperador Constantino el Grande (307-337) instauró la paz con la Iglesia, permitiendo que el cristianismo saliera de la clandestinidad y obtuviera un estatuto jurídico privilegiado, antes reservado a los paganos.
En el siglo IV, al pie de la Colina Vaticana se comenzó a edificar lo que luego sería la Basílica de San Pedro. Según testimonios arqueológicos, allí fue enterrado el primer papa. Los pontífices medievales compraron el territorio y luego se mandó construir un puente, el Pons Aelius, para comunicarla con Roma.
Su arquitectura paisajística y edilicia fue desarrollada de acuerdo al gusto de los papas de turno. Los pontífices pasaron a ser los gobernantes de la ciudad de Roma y de las zonas circundantes.
En el año 756 este dominio fue oficialmente cedido al papa Esteban II por Pipino el Breve, monarca de los francos, como agradecimiento por haberlo nombrado rey. Sus posesiones se fueron ampliando a través de donaciones, adquisiciones y conquistas y, de esta forma, los futuros Estados Pontificios, legalmente establecidos por Carlomagno en el siglo IX, llegaron a abarcar prácticamente toda la zona central de Italia.
En el año 847, el papa León IV ordenó levantar una gran muralla, de nombre «Leonina», para defender al Vaticano de los ataques sarracenos. Esta construcción transformó la zona de San Pedro en un recinto amurallado. Protegía la gran Basílica y sus tesoros, las iglesias menores, los monasterios, las casas del clero y de acogida de peregrinos, los huertos de los residentes. Al mismo tiempo, convertía a la ciudad en un distrito sui generis.
Durante el período 1309-77, los papas residieron primariamente en Avignon, debido a las constantes disputas facciosas en Roma. Presionado por Felipe IV de Francia, el papa Clemente V mudó la capital pontificia a Avignon, que entonces pertenecía a los vasallos del papa y que en 1348 se convirtió en propiedad pontificia. Los siete papas del período fueron franceses, así como 111 de los 134 cardenales.
Luego de que Gregorio XI restableciera la capital pontificia en Roma, Clemente VII lideró a los cardenales que en 1378 declararon inválida la elección de Urbano VI y fue electo antipapa en 1378, ocupando el trono vacante en Avignon. Europa se dividió en el apoyo a ambos contendientes y, en tanto Francia favoreció a Clemente, Inglaterra apoyó a Urbano, un diferendo que continuaría en la Guerra de los Cien Años entre ambas coronas (1337-1453) y abriría el período conocido como el «Gran Cisma» (finalizado en 1417), en el que se sucedieron los nombramientos de antipapas.
La mayor parte de las anexiones al territorio del Vaticano se mantuvieron bajo poder del papado hasta 1797, año en que Napoleón Bonaparte se apoderó de este territorio, creando la República Romana.
En 1801 el papa Pío VII recuperó parte de su poder, y en 1815 el Congreso de Viena, tras la caída de Napoleón, restituyó casi todas las antiguas posesiones al papado.
En 1869 se celebró el primer Concilio Vaticano en el que se decretó el dogma de la infalibilidad del papa. Un año después, los Estados Pontificios se disolvieron definitivamente cuando Víctor Manuel II los anexó al reino unificado de Italia, incluida Roma. La jurisdicción del papado quedó reducida al Vaticano, en el que cada uno de los sucesivos pontífices permaneció como prisionero voluntario en protesta. Este encierro voluntario continuó hasta 1929 cuando, en virtud del Tratado de Letrán entre la Santa Sede y el Reino de Italia –gobernado entonces por Benito Mussolini– se reconoció la soberanía y personalidad jurídico-internacional del Estado de la Ciudad del Vaticano. Este estado se constituyó como un ente distinto a la Santa Sede (el segundo es el órgano de gobierno de la Iglesia Católica, y el primero el territorio físico sobre el que se ejerce ese gobierno). Se logró así la consolidación de la autoridad política del sumo pontífice.
A lo largo de los siglos, y especialmente durante el Renacimiento (siglo XIV-siglo XVII), el mecenazgo papal convirtió al Vaticano en uno de los más importantes centros culturales del mundo. En arquitectura destacan la Basílica de San Pedro, la Capilla Sixtina –en el Palacio Papal– decorada con frescos de Miguel Angel, Boticelli y otros artistas, y las Estancias de Rafael, así denominadas por las pinturas murales del artista.
El papa Pío XII aplicó al extremo la definición de «neutralidad» del Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial, provocando críticas hasta la actualidad por su relación con la Alemania de Hitler y, en particular, por el conocimiento del Vaticano del Holocausto y su nula respuesta a lo que se perpetraba.
En 1982, el hallazgo, en Londres, del cadáver del banquero Roberto Calvi, determinó que el Banco Ambrosiano –importante banco del que él era único propietario– colapsara, quedando al descubierto un «agujero negro» en su balance de 1.300 millones de dólares. Una gran parte de este capital perdido fue encontrado posteriormente en cuentas pertenecientes al Banco del Vaticano. La muerte de Calvi –«el banquero de Dios»– reveló una red que incluía masonería, mafia y fraude en el Vaticano.
Los recursos económicos del Estado provienen, en su origen, de la inversión financiera de los 1.750 millones de liras que el Tratado de Letrán estableció como indemnización por los territorios perdidos en 1870, y de donaciones de todo el mundo, en especial EE.UU. y Alemania.
Durante la última década del siglo XX, numerosos escándalos por denuncias contra sacerdotes pedófilos sacudieron al Vaticano. Las víctimas recibieron un total de 119.6 millones de dólares por daños, el mayor resarcimiento otorgado en la historia en casos de abuso sexual.
En abril de 2005 Juan Pablo II –que desde hacía diez años sufría mal de Parkinson y artritis– falleció, luego de una larga agonía, por un colapso cardio-circulatorio.
Con el nombre de Benedicto XVI, asumió el cardenal alemán de 78 años Josef Ratzinger, quien había estado por décadas a la cabeza de la Congregación de la Doctrina de la Fe –sucesora de la Inquisición.
En abril de 2006, un cardenal anunció que el Vaticano estaba dispuesto a autorizar en los próximos meses el uso del condón entre católicos que padecieran enfermedades de transmisión sexual –especialmente VIH/SIDA–. Hasta entonces, el mensaje de la Iglesia había sido que la mejor prevención era la abstinencia sexual.
En setiembre el Papa ofendió gravemente al mundo islámico cuando citó la opinión de un emperador cristiano del siglo 14 de que el profeta Mohamed había traído sólo “cosas malas e inhumanas al mundo”. Aunque el Papa se disculpó pero, como consecuencia, un religioso italiano fue asesinado en Somalia y varias iglesias fueron atacadas en Palestina.
Las indemnizaciones por casos de abuso sexual contra jóvenes feligreses que debió pagar la diósesis de Washington, Estados Unidos, en enero de 2007, fue de casi 50 millones dólares. En julio, la de Los Ángeles desembolsó 660 millones que se repartieron entre las 500 víctimas de los curas pedófilos.


    Elena fue la madre del emperador Constantino el Grande. Nació en Bitinia en el año 247 y murió en Roma en el año 329. Hija de un posadero contrajo matrimonio con un oficial llamado Constancio Cloro, a quien el emperador Diocleciano elevó a la dignidad de césar en el año 292. La historia se desarrolló así: como el Imperio romano había llegado a ser tan vasto, Diocleciano se estableció en Nicomedia para gobernar la zona oriental y Maximiano gobernar desde Roma la occidental. Cada uno de ellos nombró una especie de secretario particular con poderes de césar, con lo que el Imperio se convirtió momentáneamente en una tetrarquía. Esta es la razón del encumbramiento de Constancio Clorio, que, corrompido por el poder, repudió a Elena para enlazarse con la hija de Maximiano. Cuando Diocleciano y Maximiano abdicaron en el año 305, Constancio Cloro gobernó durante un año sobre la mitad occidental del imperio y designó a su hijo Constantino su sucesor. Constantino llevó con él a su madre en el año 306. Le otorgó el título de emperatriz augusta y se acuñaron en las monedas su nombre y su busto. Constantino le hizo donación de muchas ciudades, le abrió sus tesoros y la rodeó de respeto y afecto. Elena se trasladó a Jerusalén, donde hizo demoler el templo erigido a Venus en el Calvario y cavar profundamente en la montaña hasta hallar la Cruz en que fue clavado Jesucristo; mandó construir allí un templo y otro en el Monte de los Olivos.                                                   
    A su muerte su cuerpo fue depositado en la catacumba inter duos lauros, ya célebre por la sepultura de los santos Marcelino y Pedro, y sobre la cual el emperador hizo edificar una pequeña iglesia bajo su invocación. El recuerdo de santa Elena también se venera en la basílica de la Santa Cruz en Jerusalén, que encierra una capilla dedicada a la santa, con pinturas de Pinturicchio. Felechares celebra su festividad el primer domingo de mayo (el calendario eclesiástico lo celebra el 18 de agosto).

La expedición arqueológica de santa Elena
    Santa Elena decidió peregrinar a Tierra Santa tras haber tenido una revelación celestial. Movida por un presentimiento llegó a Jerusalén, donde una antigua tradición que corría de boca en boca decía que no habiendo tenido los discípulos de Cristo ni el valor ni los medios para llevarse con ellos el leño de la Santa Cruz, ésta había sido enterrada. Desde el momento en que santa Elena conoció la leyenda sintió el impulso de encontrar ella misma la Santa Cruz. Se inició la labor de búsqueda. Recurrió a la oración, consultó a los cristianos, hizo venir a sabios judíos, y todos convinieron unánimemente en que la cruz se hallaba en el mismo lugar en que Jesucristo había sido crucificado. Empleó a la legión romana para hacer las excavaciones y, después de haber cavado profundamente, descubrió el Santo Sepulcro, junto al cual se hallaban tres cruces. La alegría que tuvo al efectuar el hallazgo se empañó por la imposibilidad de distinguir cuál era la Cruz de Cristo. Ante la dificultad que se planteó recurrió a la sabiduría de san Macario, obispo de Jerusalén, quien propuso llevar las tres cruces a casa de una mujer enferma de gravedad. Todo el pueblo acompañó la prueba con oraciones, y el obispo hizo que la mujer tocase cada una de las cruces; las dos primeras no produjeron ningún efecto, pero cuando la enferma tocó la tercera quedó curada de su enfermedad. Todo esto hace que se considere a santa Elena una de las primeras arqueólogas reconocidas por la historia.

                               
   

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