Hermann Hesse gravita entre la adoración y el olvido
El mundo literario conmemora hoy 50 años de la muerte del escritor alemán
El autor de "Siddhartha" se convirtió en un gurú para los hippies GOOGLE
EL UNIVERSAL
jueves 9 de agosto de 2012 12:00 AM
Ginebra.- El mundo de la literatura conmemora hoy los 50 años de la muerte del escritor suizo Hermann Hesse, premio Nobel en 1946 y autor de obras cumbre de la literatura en alemán del siglo XX como El lobo estepario y Siddhartha.
Nacido en Calw, Alemania, en 1877 y con nacionalidad suiza desde 1924, Hesse murió en Montagnola (Suiza), el 9 de agosto de 1962 dejando un legado literario convertido en best seller con 140 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, de los cuales sólo una sexta parte corresponde a las ediciones en alemán.
Pese a este reconocimiento mundial y pese a que Hesse vivió las últimas cuatro décadas de su vida en Tesino (sur de Suiza) -donde escribió El lobo estepario, Siddhartha, Narciso y Goldmundo y El juego de los abalorios-, los helvéticos viven con cierta distancia el aniversario de un autor que ven como alemán.
De hecho, es su Calw natal (Bade-Wurtemberg) el lugar que se conoce como "la cuna de Hermann Hesse", pese a que el escritor sólo vivió en esta ciudad, en distintas etapas, durante diecisiete años. En Calw hay plazas y calles que llevan su nombre y, para conmemorar que ha pasado medio siglo desde su muerte, numerosos bancos públicos de la localidad lucen citas famosas del escritor como "La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla".
Incluso hay un Café Montagnola que recuerda el amor que Hesse tuvo por el que fue su hogar y lugar de inspiración en Suiza.
Frente a eso, en el Tesino hay casi un olvido total de Hesse, hasta el punto de que el jardín de la Casa Rossa, lugar de inspiración del escritor para El juego de los abalorios, está amenazado por un proyecto inmobiliario frente al que no han podido hacer nada legalmente por el momento varias peticiones ciudadanas.
No fue sino hasta unas semanas antes de su muerte y quince años después de recibir el Nobel de Literatura (que no acudió a recoger), cuando el autor recibió el reconocimiento de "ciudadano de honor".
Tampoco hay mucho rastro de él en Basilea (norte de Suiza), a donde la familia de He-sse se trasladó cuando él tenía 4 años para que su padre siguiera con su apostolado de misionero protestante. Allí fue aprendiz de mecánico y trabajó en varias librerías, al tiempo que comenzó a escribir para varias revistas y frecuentar los círculos culturales, donde conoció a su primera esposa, la fotógrafa Mia Bernoulli, 9 años mayor que él. Hesse admitió que la vida casera le resultaba opresiva y se embarcó en varios viajes al extranjero para alejarse de la familia, con la que regresó en 1912 a Suiza para instalarse en Berna.
Durante la Primera Guerra Mundial, Hesse volvió a sufrir una grave crisis emocional y comenzó a someterse a sesiones de psicoanálisis para hacer frente a a la inevitable ruptura de su familia en 1919.
En esos años, se refugió en la pintura, primero como terapia, para convertirse en una pasión, creando una importante obra pictórica de unas 3.000 acuarelas que recrean los colores y la belleza del Tesino, su "patria chica".
Su gran éxito literario fue póstumo, ya que sus obras pasaron a ser un fenómeno global a raíz de la guerra de Vietnam, cuando los movimientos pacifistas reivindicaron sus trabajos y sus libros se convirtieron en símbolos del Flower power, con su mezcla de pacifismo, filosofía asiática y desorientación existencial.
Nacido en Calw, Alemania, en 1877 y con nacionalidad suiza desde 1924, Hesse murió en Montagnola (Suiza), el 9 de agosto de 1962 dejando un legado literario convertido en best seller con 140 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, de los cuales sólo una sexta parte corresponde a las ediciones en alemán.
Pese a este reconocimiento mundial y pese a que Hesse vivió las últimas cuatro décadas de su vida en Tesino (sur de Suiza) -donde escribió El lobo estepario, Siddhartha, Narciso y Goldmundo y El juego de los abalorios-, los helvéticos viven con cierta distancia el aniversario de un autor que ven como alemán.
De hecho, es su Calw natal (Bade-Wurtemberg) el lugar que se conoce como "la cuna de Hermann Hesse", pese a que el escritor sólo vivió en esta ciudad, en distintas etapas, durante diecisiete años. En Calw hay plazas y calles que llevan su nombre y, para conmemorar que ha pasado medio siglo desde su muerte, numerosos bancos públicos de la localidad lucen citas famosas del escritor como "La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla".
Incluso hay un Café Montagnola que recuerda el amor que Hesse tuvo por el que fue su hogar y lugar de inspiración en Suiza.
Frente a eso, en el Tesino hay casi un olvido total de Hesse, hasta el punto de que el jardín de la Casa Rossa, lugar de inspiración del escritor para El juego de los abalorios, está amenazado por un proyecto inmobiliario frente al que no han podido hacer nada legalmente por el momento varias peticiones ciudadanas.
No fue sino hasta unas semanas antes de su muerte y quince años después de recibir el Nobel de Literatura (que no acudió a recoger), cuando el autor recibió el reconocimiento de "ciudadano de honor".
Tampoco hay mucho rastro de él en Basilea (norte de Suiza), a donde la familia de He-sse se trasladó cuando él tenía 4 años para que su padre siguiera con su apostolado de misionero protestante. Allí fue aprendiz de mecánico y trabajó en varias librerías, al tiempo que comenzó a escribir para varias revistas y frecuentar los círculos culturales, donde conoció a su primera esposa, la fotógrafa Mia Bernoulli, 9 años mayor que él. Hesse admitió que la vida casera le resultaba opresiva y se embarcó en varios viajes al extranjero para alejarse de la familia, con la que regresó en 1912 a Suiza para instalarse en Berna.
Durante la Primera Guerra Mundial, Hesse volvió a sufrir una grave crisis emocional y comenzó a someterse a sesiones de psicoanálisis para hacer frente a a la inevitable ruptura de su familia en 1919.
En esos años, se refugió en la pintura, primero como terapia, para convertirse en una pasión, creando una importante obra pictórica de unas 3.000 acuarelas que recrean los colores y la belleza del Tesino, su "patria chica".
Su gran éxito literario fue póstumo, ya que sus obras pasaron a ser un fenómeno global a raíz de la guerra de Vietnam, cuando los movimientos pacifistas reivindicaron sus trabajos y sus libros se convirtieron en símbolos del Flower power, con su mezcla de pacifismo, filosofía asiática y desorientación existencial.
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