Hugo Chávez se declara marxista y convoca a superar el modelo capitalista
«Por primera vez asumo y lo asumo, y yo cuando asumo, asumo. Asumo el marxismo. Lo asumo», recalcó varias veces el presdiente Chávez por si acaso no lo habían escuchado bien.
«Por primera vez asumo y lo asumo, y yo cuando asumo, asumo. Asumo el marxismo. Lo asumo», recalcó varias veces el presdiente Chávez por si acaso no lo habían escuchado bien.
El presidente Hugo Chávez convocó hoy a los venezolanos a construir un nuevo modelo de desarrollo socio-económico que deje atrás el consumismo, la injusticia y la desigualdad del capitalismo.
Para Chávez, urge superar un sistema promotor de la exclusión social y la defensa de élites.
"Ha dado para todo menos para la causa humana, ha dado muy poco, para no decir nada", señaló el estadista, quien trajo a colación una frase de Simón Bolívar durante la graduación de estudiantes de derecho de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV).
De acuerdo con Chávez, el camino para superar ese modelo impuesto al planeta es el socialismo.
Necesitamos nuevos mecanismos productivos, de comercio y distribución, alejados del consumismo; además de justicia, porque sin ella no habría socialismo, no habría igualdad, advirtió.
Según el gobernante, el rumbo escogido por Venezuela para derrotar al capitalismo está lleno de obstáculos y de ataques.
"ÂíCuidado!, la burguesía está bombardeando todos los días la mente del pueblo para confundirlo y luego destrozarlo. De ahí la importancia de la batalla de las ideas", apuntó en el acto celebrado en la sede de la UBV
Chávez felicitó a los graduados, a quienes pidió batallar para derrotar las injusticias del capitalismo y construir el socialismo en Venezuela.
Kart Marx (1818-1883)
CARTA DE KARL MARX A FREDERIC ENGELS
Londres, 14 de febrero de1858
Charles Daña, director del “New York Daily Tribune”, le reclamaba a Carlos Marx por el “tono prejuicioso” con que el padre del materialismo histórico había escrito un ensayo biográfico sobre Simón Bolívar que, a pedido de Daña, fue redactado para el tomo III del “New American Cyclopaedia”, el cual circuló casi tres décadas después de la muerte del Libertador.
En una carta fechada en Londres el 14 de febrero de 1858, Marx le escribió a Federico Engels comentando los reclamos de Daña y decía: “En lo que toca al estilo prejuiciado, ciertamente me he salido algo del tono enciclopédico. Pero hubiera sido pasarse de la raya querer presentar como Napoleón I al canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque".
(NOTA ACLARATORIA sobre Soilouque::
Faustin-Élie Soulouque
(Faustin-Élie Soulouque o Faustino I; Petit-Goâbe, 1782- id., 1867) Emperador de Haití (1849-1859). Liberto analfabeto, luchó en las revueltas negras bajo las órdenes de Lamarre, Pétion y Boyer. Elegido presidente (1847), se hizo proclamar emperador Faustin I (1849). Déspota cruel y megalómano, fue derrocado por Geffrard, que proclamó la República. Exiliado a Jamaica, regresó en 1867.)
La sola comparación con el emperador negro Soululouque, el dictador de Haití que surgió de entre los esclavos para cometer fechorías contra su propia gente, pone a Bolívar, desde la mira de Marx, en la posición de un dictadorzuelo oportunista y demagogo que había aprendido con ventajas las mañas de la “viveza criolla” americana.
Aunque omite el hecho de que Bolívar colaboró con Petion para la liberación de los esclavos de Haití a cambio de armamento británico, Marx logra demostrar (para profundo pesar de los adoradores del Libertador) que las campañas castrenses emprendidas por Bolívar durante la Guerra de la Independencia fueron nada más un alarde de mediocridad estratégica financiada por capitalistas ingleses y por la propia corona británica en pos de dominar el vasto mercado americano que se dislocaba del decadente dominio español.
» ¿Un “español americano”?- Marx desmitifica con ruda acuciosidad el aura de genio militar que rodea a Bolívar y lo expone como un general calculador y cobarde al punto de calificarlo como “el Napoleón de las Retiradas” en alusión a recurrentes episodios donde Bolívar huye en plena batalla abandonando a sus soldados, como sucedió en agosto de 1814 durante un combate contra las tropas del realista Boves
Y por si fuera poco, Marx le endilga a Bolívar el título de traidor, acusándole de haber participado en la entrega del independentista Francisco Miranda al tirano español Monteverde. De hecho, el caraqueño había iniciado su carrera militar —como buen hijo de colonos españoles de alta alcurnia— en las filas del ejército realista.
A sus 16 años fue nombrado por el rey de España subteniente de la Sexta Compañía del Batallón de Milicias de Blancos de los Valles de Aragua; es decir comenzó su carrera hacia el poder sirviendo a la Corona, como una mayoría de aristócratas y criollos que luego encabezaron el proceso independentista apoyados por los propios europeos enemigos del corrupto monarca español Fernando VII.
Durante la ruptura con España, atenido al omnímodo poder que le habían conferido las sofisticadas armas inglesas, el dinero de la corona británica y los caudales aportados por las elites de “españoles americanos” que se enfrentaban a los “españoles europeos” (términos usados por el propio Bolívar en varios de sus escritos), el aristócrata Libertador erigió su soberbia y casi divina figura sobre los despojos de los genuinos luchadores populares por la Independencia, indígenas y negros, llegando a incomodarse sin disimulo ante la emergencia de líderes plebeyos como el dirigente mulato Manuel Carlos Piar, prócer de la liberación venezolana, a quien Bolívar mandó fusilar, según Marx, “bajo las falsas imputaciones de haber conspirado contra los blancos, atentando contra la vida de Bolívar y aspirando al poder supremo”.
Marcos Roitman Rosenmann y Sara Martínez Cuadrado, en el epílogo de la última edición española (Sequitur, Madrid, 2001) del ensayo que Aníbal Ponce tradujo en 1936 para su revista “Dialéctica”, aseguran que “no hay uno sólo de los hechos que Marx relata que no hayan sido admitidos por los propios historiadores amigos de Bolívar”.
» Pueblos sin historia.- Las devastadoras opiniones con que Marx estigmatiza las pulsiones autoritarias de Bolívar constituyen hoy un colosal problema teórico y político para el movimiento marxista internacional que, paradójicamente, en Latinoamérica tiende a expresarse bajo la forma de un movimiento anti-imperialista “bolivariano”.
Marx criticaba a Simón Bolívar sin tapujos. Lo criticaba por su origen de clase, por su condición de aristócrata, más que criollo, codicioso de la fama y el poder.
Un “pequeño burgués” disoluto y procaz que “tras dejar en funciones al congreso granadino y al general Santander como comandante en jefe… marchó hacia Pamplona, donde pasó más de dos meses en festejos y saraos (...), con un tesoro de unos 2.000.000 de dólares, obtenidos de los habitantes de Nueva Granada mediante contribuciones forzosas, y disponiendo de una fuerza de aproximadamente 9.000 hombres, un tercio de los cuales eran ingleses, irlandeses, hanoverianos y otros extranjeros bien disciplinados”, escribió Marx.
José Aricó ha escrito un esclarecedor estudio sobre el mencionado texto explicando que “fue una evaluación política la que indujo a Marx a interpretar a Bolívar como autoritario y bonapartista y proyectar, como solía hacerlo, su hostilidad política al conjunto de las actividades y hasta a la propia personalidad del libertador, del que se burla encarnizadamente a lo largo de su extenso ensayo”.
Según Aricó, la solidez de la desoladora visión marxista del mito bolivariano se sustenta en uno de los conceptos teóricos fundamentales del socialismo científico para entender los problemas anticoloniales del tercer mundo:
Se trata del concepto de matriz hegeliana sobre los “pueblos sin historia”, según el cual los procesos revolucionarios librados al azar de un mero imperativo positivista, sin la conciencia de una clase hegemónica capaz de imponer su propia racionalidad en el marco de la lucha de clases, devienen en procesos caóticos e irracionales “que permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe”.
Marx describe entonces los sucesos históricos protagonizados por Bolívar como una suma de casualidades y de hechos gratuitos o “positivos”, es decir contingentes, por ejemplo, cuando Marx anota que como consecuencia de las sucesivas derrotas derivadas de la manifiesta incapacidad militar de Bolívar, “a una defección seguía la otra, y todo parecía encaminarse a un descalabro total.
En ese momento extremadamente crítico, una conjunción de sucesos afortunados modificó nuevamente el curso de las cosas”
Entre tales hechos fortuitos, fueron los de mayor peso aquellos que se relacionaban con la descomposición irreversible del régimen monárquico y colonial, pero sobre todo aquellos que tienen que ver con la capacidad política y militar que desarrollan especialmente los movimientos indígenas autónomos de los Andes —quechuas y aymaras— en la lucha por su propia emancipación, que señoritos como Bolívar capitalizarán en su beneficio particular aprovechando el sofisticado aparataje logístico y financiero que le brindan sus aliados británicos.
» El Código Boliviano.- Para sorpresa nuestra, resulta que una de las críticas más duras de Marx contra Bolívar se relaciona con la naciente república de Bolivia y la forma odiosamente bonapartista (en términos marxistas) con que el Libertador diseñaba la estructura del naciente Estado boliviano.
Como es sabido, Bolívar se desplazó a los Andes peruanos tras una exitosa campaña en Ecuador, dejando atrás antiguas rivalidades y animadversiones que sostenía con sus propios correligionarios venezolanos y colombianos. Al fundarse Bolivia, el Libertador redactó su famosa Constitución Vitalicia, conocida por Marx como el “Código Boliviano”.
En este fragmento medular encontramos acaso las únicas referencias sobre Bolivia en la vasta obra de Marx: “Durante las campañas contra los españoles en el Bajo y el Alto Perú (1823-1824) Bolívar ya no consideró necesario representar el papel de comandante en jefe, sino que delegó en el general Sucre la conducción de la cosa militar y restringió sus actividades a las entradas triunfales, los manifiestos y la proclamación de constituciones.
Mediante su cuerpo guardia colombiana manipuló las decisiones del Congreso de Lima, que el 10 de febrero de 1823 le encomendó la dictadura; gracias a un nuevo simulacro de renuncia, Bolívar se aseguró la reelección como presidente de Colombia.
Mientras tanto su posición se había fortalecido, en parte con el reconocimiento oficial del nuevo Estado por Inglaterra, en parte por la conquista de las provincias alto peruanas por Sucre, quién unificó a las últimas en una república independiente, la de Bolivia.
En este país, sometido a las bayonetas de Sucre, Bolívar dio curso libre a sus tendencias al despotismo y proclamó el Código Boliviano, remedo del Código Napoleón. Proyectaba trasplantar ese código de Bolivia al Perú, y de éste a Colombia, y mantener a raya a los dos primeros estados por medio de tropas colombianas, y al último mediante la legión extranjera y soldados peruanos.
Valiéndose de la violencia, pero también de la intriga, de hecho logró imponer, aunque tan sólo por unas pocas semanas, su código al Perú. Como presidente y libertador de Colombia, protector y dictador del Perú y padrino de Bolivia, había alcanzado la cúspide de su gloria.…”.
Bolívar intentaba construir a partir de la Constitución boliviana tan deplorada por Marx, la idea de una Presidencia Vitalicia para regir los destinos de la Confederación Sudamericana.
En el Discurso del Libertador al Congreso Constituyente de Bolivia, redactado en Lima el 25 de mayo de 1825, Simón Bolívar afirma que la figura de un Presidente Vitalicio —a quien define “como el Sol que, firme en su centro, da vida al Universo”— sería sometido a “los límites constitucionales más estrechos que se conocen” y estaría privado de “todas las influencias” delegando competencias a otras instancias del Estado, siendo el Vicepresidente principal ejecutivo y sucesor vitalicio.
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