Julio César Pineda || Brújula Internacional
De Chernobyl a Fukushima
El 26 de abril de 1986 se produjo la mayor catástrofe en el uso pacífico del átomo: el accidente nuclear de Chernobyl. Ahora se trata de Fukushima con la ratificación de lo peligroso de la industria nuclear y la sombra de la radiactividad que escapa a las fronteras nacionales.
El Organismo Internacional de la Energía Atómica encargado de promover esta nueva energía alterna al petróleo, por su director general, Yukiya Amano, ha hecho un llamado a la comunidad internacional sobre los peligros de los programas nucleares en materia de seguridad, pero especialmente cuando se trata de desarrollos clandestinos como los de Irán, Siria y Corea del Norte, aunque reafirma que son accidentes graves los de Chernobyl y Fukushima pero que no representan el fin de la era nuclear, porque por ahora, frente al petróleo y el gas, para producir electricidad, el átomo es un recurso muy importante. Afortunadamente, en Venezuela, el presidente Chávez eliminó el proyecto de reactores nucleares a raíz del accidente atómico en Japón.
Veinticinco años después de Chernobyl todavía hay consecuencias de esta catástrofe, porque liberó a la atmósfera niveles de radiación más altos que la originada por las bombas atómicas de Nagasaki e Hiroshima el 6 y el 9 de agosto de 1945. Según científicos, además de la contaminación terrestre en Ucrania, Bielorrusia y Rusia, con doscientos mil kilómetros cuadrados inhabitables, también se han producido cerca de trescientos mil casos de cáncer por la precipitación radiactiva.
La conclusión fue que Chernobyl era una tecnología antigua dirigida por un Estado burocrático como el soviético. En el acto de conmemoración de este 25 aniversario de la tragedia, el presidente ruso Dimitri Medvedev, reconoció la ineficacia del gobierno comunista de la época y la falta posterior de atención a este accidente.
Él se reunió con el presidente ucraniano Viktor Ianoukovitch para reconocer el heroísmo de quienes actuaron inicialmente en Chernobyl y rendir tributo a tantas víctimas por la explosión del reactor No. 4. Rusia es el cuarto productor mundial de energía nuclear y ha hecho un llamado a los países con esta industria para una convención internacional sobre la transparencia y seguridad nuclear.
Se creía que en el caso de Japón la tecnología y la seguridad eran mejores, sin embargo, el accidente de Fukushima alerta sobre accidentes que puedan ocurrir en países occidentales. Fukushima es un desafío mayor que Chernobyl para esta energía, no sólo en su versión militar sino industrial y núcleo eléctrica.
En América Latina, Brasil, Argentina y México tienen reactores nucleares. Cuba, a raíz de la caída de la Unión Soviética, tuvo que cerrar su reactor nuclear por falta de asistencia financiera y tecnológica de Moscú, y se creía que si Venezuela adquiría reactores de Rusia, los cubanos trasladarían su proyecto fallido a nuestro país.
Habíamos advertido que financieramente era demasiado costoso, energéticamente no necesario, porque tenemos petróleo, gas, carbón e hidroelectricidad y militarmente cuestionable por la tentación bélica que implica todo desarrollo nuclear donde el uranio enriquecido de un reactor se convierte en plutonio y puede utilizarse en bombas atómicas.
Chernobyl no ha terminado con su impacto negativo en la salud humana y en la geografía, como también Fukushima continúa enviando radionucleidos en la biosfera que recuerda la contaminación causada por Chernobyl hace 25 años. Los partidos verdes y movimientos ecológicos en el mundo han movilizado multitudes estos días contra la industria nuclear; en Venezuela el movimiento ecológico ha estado presente y ha advertido sobre este tema, no sólo por el aspecto trágico por los dos accidentes señalados en Rusia y en Japón, sino por la peligrosa desviación del átomo hacia lo militar por presidentes mesiánicos y por otros temas que parecieran menores pero importantes, como los desechos radiactivos y el desmantelamiento de reactores fuera de servicio.
Podemos encontrar energías nuevas no contaminantes frente a los hidrocarburos, menos costosas y menos peligrosas que la nuclear, pero hay que desarrollarlas de manera alternativa para un futuro durable y responsable.
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