Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

jueves, 21 de abril de 2011

Ah, el arte...Clasicismo contra el caos, la lucha eterna desde hace siglos

Clasicismo contra el caos
12:45
10
Marzo
2011
Autor del articulo: EFE Reportajes

Cuando todo se derrumba y el llanto, el polvo y la polvora se desvanecen, el caos toma cuerpo. Es entonces cuando el orden se vuelve necesidad. El arte toma partido entre 1918 y 1936 en Europa y el clasicismo se configura como el relevo a la innovación. Así lo refleja la exposición “Caos y Clasicismo” que se presenta en el Museo Guggenheim de Bilbao.
-- Pablo Picasso llegó a decir en aquellos años que el arte de pintores de otras épocas estaba más vivo que nunca. Fue entonces ejecutó su obra más clasicista.

-- Pinturas de Giorgio de Chirico y de Carlo Carrà se muestran de dan la mano con las de Fernand Léger o las de Gino Severini.

-- El lado oscuro del clasicismo comienza a tomar forma cuando para Hitler el arte clásico proporcionaba una imagen de perfección humana a la que los alemanes debían aspirar. “Lo que empezó como algo inocente después de la Primera Guerra Mundial, desembocó en un sitio oscuro”, sentencia Kenneth E. Silver, comisario de la exposición.


Prepárense para imaginar el horror que se puede encontrar tras lo cotidiano. Una búsqueda de la calma a través de esculturas, pinturas, arquitectura, moda, arte decorativo o cine que hace olvidar una época convulsa, como fue el periodo de entreguerras europeo. El equilibrio establecido hasta ese momento se desmorona y la necesidad de regresar a una dinámica de orden era un grito en la sociedad, que los artistas se encargaron de plasmar en sus obras.

Eso es lo que trata de reflejar la exposición “Caos %26amp; Clasicismo. Arte en Francia, Italia, Alemania y España, 1918-1936” que presenta el Museo Guggenheim de Bilbao, patrocinada por BBVA y que se podrá ver hasta el 15 de mayo.

Una maravillosa escultura en bronce de Aristide Maillol, denominada “Île de France”, le dará la bienvenida y la imagen de que los movimientos de vanguardia de preguerra como el cubismo, el futurismo o el expresionismo quedaron relegados en favor de un regreso estético al clasicismo, al orden y a las imágenes propias de la Grecia clásica.

Kenneth E. Silver, catedrático de Arte Moderno de la Universidad de Nueva York es el comisario de la exposición y afirma que la muestra intenta “recalcar el renacimiento de la vida clásica en Europa. Del caos surge el arte dedicado a la luz, la belleza la tradición y la historia”.



ORDEN Y CONFIANZA.

Y añade que en esos momentos, tras el fuerte trauma generado por la primera gran contienda europea en los países implicados, los artistas "abandonaron los movimientos expresivos dominantes hasta entonces (cubismo, expresionismo, futurismo, etc) y volvieron su mirada hacia el arte clásico. Se rechaza la experimentación anterior a la guerra en favor de una organización más racional".

La exposición tuvo su primera etapa en el Museo Guggenheim de Nueva York y en España se ha ampliado con la participación de otros artistas de la época, especialmente de arte catalán y del País Vasco.

Pablo Picasso, el genial artista malagueño, llegó a decir en aquel momento que el arte de pintores de otras épocas estaba más vivo que nunca. El pintor encarnó esa tendencia sin abandonar el cubismo. Pero fue entonces cuando ejecutó su obra más clasicista, no sin teñirla de un halo melancólico, como nos muestra su "Mujer de blanco", o la perfección del retrato de su mujer ”Olga”, sin dejar de olvidar el aire bucólico de su obra “Escenas de la playa”.

El recorrido abarca obras centradas en la más pura antigüedad de la vanguardia parisina; en el renacimiento politizado del Imperio Romano, bajo el gobierno de Benito
Mussolini; en el utopismo funcionalista de la arquitectura de Estilo Internacional, originada en la Bauhaus; y, por último, sobre la estética del emergente nazismo.

El periodo por el que se extiende la exposición está comprendido entre el armisticio, tras la Primera Guerra Mundial, y la celebración de los Juegos Olímpicos de 1936.

Pinturas de Giorgio de Chirico y de Carlo Carrà se dan la mano con las de Fernand Léger o las de Gino Severini.



La película de Jean Cocteau “La sangre de un poeta” demuestra que todas las artes se vieron involucradas en un proceso de ‘renovación’ y que las obras de Otto Dix, las más expresivas en torno al horror de la guerra, marcan el comienzo de una nueva etapa. Mientras que Mies van der Rohe utiliza las formas clásicas y la tecnología moderna para desafiar al expresionismo, en la Alemania de entreguerras.

En un ejercicio de sinceridad, Silver advierte que le resulta imposible establecer cuáles de las obras no pueden dejar de verse. “Podría elegir entre las de los artistas más famosos, pero no sé si son más importantes que algunas de las de artistas menores, más desconocidos".

El recorrido temático de la exposición termina con el ascenso al poder de Adolf Hitler y el culto al cuerpo, que tiene como culmen la celebración de los Juegos Olímpicos en Berlín. Un elemento, el cuerpo, que se manifiesta como alegoría de la perfección y que se valora, en opinión del comisario "por encima del intelecto entre nazis e italianos, que asumen que lo espiritual pase a un segundo plano".
Las pinturas de gladiadores de Chirico son buena prueba de ello y el cine propagandista de Leni Riefenstahl, con su película “Olimpiada”, también.

Una etapa estremededora y sobre la que, conocida la historia, se empieza a vislumbrar la tragedia. El deseo de apropiarse del concepto de Olimpiada y la frase de Hitler “nosotros somos la reencarnación de los antiguos griegos y romanos”, resulta hoy reveladora.

El lado oscuro del clasicismo comienza a tomar forma cuando, para Hitler, el arte clásico proporcionaba una imagen de perfección humana a la que los alemanes debían aspirar.

“Lo que empezó como algo inocente después de la Primera Guerra Mundial, desembocó en un sitio oscuro”, sentencia Kenneth E. Silver.





Elogio del arte sano,
fuerte y de orden
Anish Kapoor


El Guggenheim muesta en 'Caos y

clasicismo' la reacción contra la

vanguardia de los años 20 y 30

  • LA MUESTRA: "Caos y clasicismo:

    arte en Francia, Italia, Alemania y España'"

    Contenido:
    Exposición de pinturas, esculturas,

    artes decorativas y diseños de moda producidos

    entre 1918 y 1936, en Francia, Italia, Alemania

    y España, y que evidencia un retorno al

    clasicismo en plena vanguardia

    Fechas: Hasta del 15 de mayo de 2011.


Si alguien contemplara 'Las señoritas de Avignon' al lado de 'Olga', el retrato que Picasso pintó de su primera esposa, y no supiera quién firmó los dos cuadros, llegaría a la conclusión de que los artistas implicados no tuvieron nada en común. Todo es diferente. En la obra clave del cubismo aparecen cinco prostitutas descompuestas y rostros como de máscaras africanas. En la otra, la mujer a del pintor -bailarina rusa, de humos aristocráticos y fama de trepa- aparece con una seriedad que subraya su papel de esposa respetable y ambiciosa.

Las dos obras salieron de los pinceles de Picasso; la primera en 1907 y la segunda en 1923. ¿Qué ocurrió para que cambiara tanto?, ¿para que el artista renunciara a aquello que le había dado una notoriedad mundial? La respuesta está en los quince millones de muertos de la Primera Guerra Mundial. Muchos creadores se quedaron horrorizados ante la mayor carnicería de la historia hasta ese momento. Y reaccionaron alejándose de las vanguardias experimentales, destructoras de la tradición, y refugiándose en la seguridad del clasicismo antiguo y renacentista. Picasso, sorprendentemente, también.

Esta es la idea que recorre la muestra que abre el año expositivo en el Guggenheim Bilbao, comisariada por Kenneth E. Silver con el título de 'Caos y clasicismo: arte en Francia, Italia, Alemania y España, 1918-1936'. La exposición reúne más de 150 obras de 90 artistas procedentes de museos grandes y pequeños de los países implicados, una fina labor de investigación que, sin duda, se nota.
Porque además de las estrellas del arte -Georges Braque, Otto Dix, Fernand Léger o el propio Picasso-, en la muestra tienen cabida nombres hoy desconocidos salvo para los especialistas, que sin embargo tuvieron una importancia decisiva en ese retorno al orden y en su conexión con el fascismo y el nazismo que la exposición resalta. Todo ello completado con vestidos y jarrones, maquetas y mobiliario de arquitectos racionalistas como Mies van der Rohe o Le Corbusier, fotografías de August Sander y filmes de Jean Cocteau y Leni Riefensthal, que refuerzan la visión clasicista de la época.

Gloria al cuerpo
En la presentación estuvieron el director general del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte; el director de la Fundación Guggenheim y del museo de Nueva York, Richard Armstrong; el director de la Fundación BBVA, Rafael Pardo, entidad que patrocina la muestra; y el comisario Kenneth E. Silver.

Fue este experto en el arte del periodo entre la Primera y Segunda Guerra Mundial quien explicó cómo se produjo la reacción contra el cubismo en Francia, contra el expresionismo en Alemania y contra el futurismo en Italia. El mismo Picasso que alumbró la corriente cubista «se quería parecer a Rafael», explicó Silver. Además, «el regreso al clasicismo le permitió mostrar su técnica y contradecir a aquellos que decían que los vanguardistas carecían de ella», añadió.

La muestra se inicia con una escultura de Aristide Maillol, una mujer quizá no tan idealizada como las del canon clásico pero casi igual de proporcionada. A la izquierda, los grabados de Otto Dix -una especie de 'Los desastres de la guerra' de Goya, pero de una brutalidad aún mucho mayor- marcan el punto de partida, los millones de cadáveres destrozados de la contienda mundial de 1914.

A medida que avanza la exposición se aprecia la relevancia en este periodo de la escultura, protagonista en Grecia y en Roma, y en menor medida en el Renacimiento. Fue un guiño evidente a la época clásica, pero también un deseo de que la figura humana -y la personalidad- tuviera una apariencia sólida, pétrea, maciza, en contraposición a los contornos distorsionados y enfermizos de las vanguardias. Como demuestra la exposición, el cuerpo tuvo precisamente una presencia central en la obra de estos artistas, ya fueran de izquierdas o adscritos a los totalitarismos italiano o alemán, pues si unos buscaban un proletariado sano y fuerte capaz de hacer la revolución, los otros querían un símbolo musculado que representara el orden.

La muestra sigue con una sección dedicada a los arquitectos, con Le Corbusier y Mies van der Rohe como protagonistas, propulsores de un clasicismo moderno que tampoco olvidaba el antiguo como se puede apreciar en un detalle de las sillas del segundo: las patas cruzadas o en aspa, como en Roma.

La recuperación de la pintura de la vida cotidiana -con un espléndido cuadro de Balthus titulado 'La calle'-, de su normalidad y su contraste con las locuras vanguardistas cubre una parte de las últimas salas. Junto a ella, la sección dedicada al espectáculo a través del circo, del carnaval y del deporte. Y por fin la que aborda las Olimpiadas, cuya glorificación por el nazismo -que las organizó en 1936- se concretó en la película de Leni Riefenstahl 'Olympia'.

Justo antes se expone una de las joyas de la muestra; la obra de Adolf Ziegler que Hitler tenía en una de sus estancias. Un tríptico con cinco saludables mujeres arias con aire cercano al clasicismo del pintor favorito del Führer, Lucas Cranach. Acostumbrados a identificar ese periodo con el dominio del dadaísmo y sobre todo del surrealismo, 'Caos y clasicismo' muestra una historia fascinante y muy poco transitada. No todos los artistas volvieron al orden, como muestra el hecho de que muchos de los representados en el Guggenheim hayan caído en el olvido. Pero la exposición argumenta con una gran solvencia lo importantes que fueron estos olvidados. Y le deja también al espectador pensando en una terrible paradoja: cómo ese deseo de orden condujo al mayor desorden de la historia, el del Holocausto y el de la Segunda Guerra Mundial.

El Real Madrid, campeón de la Copa del Rey.


Real Madrid 1 - 1 Barcelona.

El Real Madrid, campeón de la Copa del Rey.


También Messi es arte para mi, me da alegría, salud, orden,

autenticidad en el caos del juego por el billete nada más.



































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