Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 10 de abril de 2011



Cuando llegué a Valencia en 1974 fui gratamente
sorprendida por los conciertos que se daban en el
Teatro Municipal para TODO TIPO DE PERSONAS,
NO ELITESCAMENTE como quieren decir hoy en día,
existía una "Asociación amigos de la música de Valencia"
dirigido
por el señor Werner Lange y como Secretaria la srta.
poetisa exquisita Flor Gornés y Gallegos, me alegra
mucho que Alfredo Fermín recuerde esa Asociación que
parecía olvidada porque nadie la mencionaba hasta HOY
que leo su columna.

Espero que algún día escriba sobre Flor Gornés y Gallegos
en toda la dimensión de su trabajo en pro de la cultura
valenciana y su obra infinitamente mejor que la de Ana
Enriqueta Terán, aunque menos prolongada y menos
publicitada. Fíjese Lic. Fermín que ni la nombra en su columna
de hoy cuando ella fue la Secretaria de la Asociación que menciona.






El Carabobeño 10 abril 2011

Alfredo Fermín || Hoy y Después en Valencia

El pianista alemán Alexander Krichel, de 22 años, impresionó profundamente al público valenciano durante su único concierto en esta ciudad el domingo 3, interpretando el Concierto número 2 para piano y orquesta de Sergei Rachmáninov. El hermoso concierto fue tocado en el piano Steinway tipo D 274, propiedad de la Orquesta Sinfónica de Carabobo que acompañó al joven solista.

Nuestra emoción fue profunda no sólo por la impecable técnica de Krichel sino por el reencuentro con ese maravilloso piano, ahora restaurado, del cual fuimos su celador durante largos años en el Teatro Municipal. Allí lo dejó en custodia, antes de su disolución, la Sociedad Amigos de la Música de Valencia que lo donó a la Fundación Orquesta Sinfónica de Carabobo.

Cuando vimos ese piano en el escenario del Teatro Alfredo Celis Pérez, reluciente como una escultura de ébano, queríamos gritar: ¡ese piano es mío! y que todos los presentes supieran de su alcurnia y de su historia a la que ahora se agrega su restauración, en la que fueron invertidos 60 mil bolívares (60 millones de los viejos) donados por un amante de la música que prefiere no se le mencione.

El señor Werner Lange, hombre de la mayor confianza de don Eugenio Mendoza, en Protinal, con quien mantuvimos una inolvidable amistad, nos contaba que ese piano fue una donación a Arthur Rubinstein, nacido en Polonia en 1887 y fallecido en Ginebra en 1982. Pero el genial pianista, después tocarlo en un concierto en el Carnegie Hall, de Nueva York, propuso a la Steinway que se lo cambiaran por otro que fuera menos dulce, con una mayor sonoridad propia de su estilo. Y así se hizo.

Un regalo a Valencia

Posteriormente, el señor Lange supo que estaba a la venta y, como presidente de la Sociedad Amigos de la Música de Valencia, fundada en 1957, logró que el piano fuese adquirido mediante contribuciones de personalidades e instituciones de Valencia.

En aquellos tiempos de los años 60, cuando la gente era generosa, dieron sus contribuciones Juan Ernesto Branger, Jabón Las Llaves, José Auad, Ricardo Degwitz, Enrique Heemsen, Cámara de Comercio de Valencia, Asociación de Ganaderos, Manufacturas Daher, Moisés Herrera, Cerámica Carabobo, Cámara de Industriales, Carlos Luis Ferrero, Julio y Belén de Ramírez Borges, El Carabobeño, Marcelo Corradi, Creole Petroleum Corporation, José Clavo López, Angel Cervini y Shell de Venezuela, entre otros.

Con la colaboración de Juan Luis González Pernía, quien era el tesorero de la Sociedad Amigos de la Música de Valencia y de nuestras amigas Luisa Herminia Celis y Carmencita Ojeda, coleccionistas de programas de conciertos, logramos más información sobre el piano, estrenado en el Teatro Municipal el 16 de febrero de 1966, durante un "gran concierto".

Para este acontecimiento artístico y social, vino a Valencia el celebrado pianista chileno Claudio Arrau quien interpretó un exigente programa integrado por la Sonata en mi bemol mayor, opus 31, La Caza y Sonata en do mayor, opus 53, Waldstein, de Beethoven; Los juegos de agua en la Villa de Este y Gnomenreiggen, estudio de concierto número 2, de Liszt. El concierto concluyó con Carnaval, opus 9, Scenas mignonnes sur quatre notes, de Robert Schumann.

Celebridades al piano

Al año siguiente, 1967, fue ofrecido otro histórico concierto a cargo del legendario pianista Witold Malcuzynski quien interpretó en "el gran piano": Preludio, Coral y Fuga, de César Franck; Sonata número 7 opus 83, de Prokoffiev; Seis preludios, de Debussy; Mazurka, Vals y Scherzo número 2, en si bemol menor de Chopin.

Con motivo del centenario y restauración del Teatro Municipal, en 1994, el prestigioso pianista Frank Fernández, acompañado de la Orquesta Sinfónica de Carabobo, interpretó el Concierto número 2 para piano y orquesta de Sergei Rachmáninov, con éxito impresionante de público y de crítica. Harriet Serr, Evencio Castellanos, Eva María Zuck, Arnaldo García y Judith Jaimes están entre los grandes pianistas venezolanos que se han lucido con este instrumento.

En los últimos años de su vida, el señor Lange nos visitó en el Teatro Municipal para ver cómo estaba el piano y, después de recomendarnos que lo abriéramos siempre y que lo tocaran de vez en cuando, nos manifestó que nos dejaba como albacea, para que lo cuidáramos mucho, porque "ésta es una de las joyas de Valencia". La misión encomendada fue cumplida. Intentamos restaurarlo, lo cual costaba entonces quince millones de bolívares. Pero siempre nos negaron los recursos. Un buen día nuestros amigos José Calabrese y Juan Vadell nos dieron la noticia de que los sobrevivientes de la Sociedad Amigos de la Música habían donado el piano a la Fundación Orquesta Sinfónica de Carabobo, por lo cual terminó la custodia en que lo manteníamos. Cuando se lo llevaron del Municipal sentimos que se iba algo muy nuestro. Pero el domingo pasado, cuando lo vimos restaurado, estallamos de alegría, porque si lo hubiéramos dejado en su antigua sede, no lo tendríamos como ahora. Ojalá que las nuevas generaciones sigan cumpliendo las recomendaciones del señor Werner Lange.

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