El 04 de Noviembre del 2007 falleció en Valencia
LUNES 25 DE ABRIL DE 2011
ORA ET LABORA: magia y paisaje
La topografía existente era irregular y con variaciones de altura considerable, con lo que la implantación de edificio era toda una proeza. Jesús Tenreiro tomó este desafío como punto de arranque del edificio, el cual se posa sobre el terreno creando una interdependencia mutua del exterior y el interior. El paisaje existe porque allí está la Abadía como huella inconfundible del hombre.
Una solicitud hecha al arquitecto por los monjes fue que el edificio se desarrollara en un solo nivel, para evitarle a los sacerdotes de mayor edad subir y bajar escalinatas. Jesús Tenreiro se propuso también que se le imprimiera al edificio el lema de la institución: ora et labora, es decir, reza y trabaja. Por todos esos detalles el monasterio de Güigüe está lleno de amor y de poesía, que se despliega por toda la edificación y se manifiesta en el manejo incuestionable de su funcionalidad, firmeza y belleza, pero sobre todo porque el arquitecto supo atrapar el genius loqui existente en el lugar, la magia del sitio.
El edificio originalmente fue pensado por Jesús Tenreiro como una cruz que se implantaba en el lugar, a partir de un estudio profundo de la vida de los monjes, y del análisis de los posibles recorridos que ellos deberían hacer diariamente. Estos son los aspectos que generan la idea de la edificación como representación de una esvástica, forma que permite encerrar un centro con cuatro brazos, los cuales se dinamizan a través del claustro, al tiempo que este último constituye el centro y el corazón del complejo.
El edificio podríamos decir que es como un gran barco secreto y oculto en la montaña. No se ve desde el pueblo de Güigüe. Los brazos de la cruz se encuentran flotando sobre el terreno y lo único que los sujeta a la tierra es “la oración”, representada por su “claustro” (corazón) y por “la iglesia” (cabeza), que como ancla lanzada desde el cielo fija de manera perfecta la construcción al territorio, apropiándoselo.
La Abadía es una pequeña ciudad dentro de un lugar favorecido por la naturaleza, que se arma por el cruce de dos ejes: el Norte-Sur, dominado por la oración y el trabajo, y el Este-Oeste, marcado por la permanencia y silencio de las celdas de los monjes y la hospedería. El brazo de las celdas de los monjes tiene la vista privilegiada del Lago de Valencia; su brazo opuesto, el de las habitaciones de los huéspedes, se orienta hacia un bosque frondoso, con variadas especies vegetales y fauna.
La forma del edificio contribuye con la atmósfera de paz y silencio que debe reinar en un lugar dedicado a la oración. Los monjes, además del hospedaje y comodidades necesarias, brindan la paz y la tranquilidad para que el huésped pueda encontrarse consigo mismo. La edificación, por su lado Norte, contacta con el exterior a través de un espacio intermedio —o Nártex— que se conecta a una plazoleta de acceso a la iglesia, desde donde se puede admirar el paisaje dominado por la presencia del Lago de Valencia. Alrededor del edificio se conformó una serie de planos inclinados de topografía modificada, con leves pendientes de grama, que le da realce al conjunto. También frente al comedor y la cocina se puede disfrutar de un gazebo, en una plataforma jardín que vincula el piso noble del edificio con las escalinatas que bajan al terreno firme desde donde, por caminos articulados entre la vegetación del bosque, se llega al lugar donde reposan los monjes fallecidos, entre los cuales está el Padre Otto Lohner, personaje clave en la concepción y realización de esta maravillosa obra.
Dicen que una obra maestra de arquitectura es viable si se dan tres condiciones ideales: un excelente arquitecto, un cliente oficioso y un constructor eficiente. Alabemos a Dios porque en esta edificación se cumplieron a cabalidad estas tres condiciones, dejando como resultado una invalorable herencia para la Venezuela de hoy y del mañana.
Arquitecto: Jesús Tenreiro Degwitz
Ciudad: Valencia
Municipio: Carlos Arvelo
Sector: Güigüe
Estado: Carabobo
La Abadía de San José, un refugio espiritual
Existe un lugar, apartado totalmente de los fragores de la ciudad, que sirve como refugio espiritual para todas aquellas personas que necesiten un encuentro consigo mismas y con Dios. La Abadía Benedictina San José, ubicada en Güigüe, brinda programas de retiros espirituales para compartir oración con los monjes benedictinos.
Posee no solo una atractiva arquitectura, sino un ambiente de completa relajación donde su vista desde lo alto nos hace sentirnos más cerca del cielo. En la abadía funciona una pequeña hospedería, pero es importante destacar que no está hecha para personas que simplemente quieran descansar como lo harían en un hotel; es fundamentalmente, un lugar para interiorizar y compartir con los benedictinos la oración y el silencio.La abadía está consagrada como un hito arquitectónico y como sitio religioso donde asistir a Misa los domingos, pero su alejada ubicación la convierte en un espacio turístico donde el laico asiste para ver a los monjes que tienen años allí cumpliendo su voto de estabilidad.
La Abadía de San José fue diseñada por el arquitecto valenciano Jesús Tenreiro, premio nacional de arquitectura quien, se encargó de darle un toque acogedor y moderno a la instalación, así como también involucrar las estructuras con la amplia naturaleza que rodea esta estancia. Está ubicada en una colina desde donde se divisa el Lago de Valencia, en un terreno de 60 hectáreas, rodeado de sembradíos y potreros. La iglesia tiene un hermoso portal y magníficos vitrales que casi le restan belleza a los jardines que bordean la nave central y al altar de piedra donde se ofrece la santa misa. El campanario se hace sentir cada cuarto de hora, repicando sus seis campanas una vez, al cumplirse la hora en punto; dos veces a la media hora y tres veces cada cuarto.
Un día de paz y silencio
Las personas que quieran pasar en familia un día diferente y sentirse cerca de Dios, pueden disfrutar de la Misa todos los domingos a partir de las 10:00 de la mañana y los días de semana a las 6:00 de la tarde. Cabe destacar que el tercer domingo de cada mes los monjes entonan cantos gregorianos en la eucaristía y pueden escucharse cánticos en latín y en griego, una disciplina bastante difícil que caracteriza al monasterio. Luego de la misa puede deleitarse con la belleza del paisaje, -eso sí, con mucho silencio- y comprar recuerdos en una pequeña tienda, atendida por los mismos monjes o quedarse escuchando las interesantes doctrinas del Padre Jesús María.Si lo que quiere es acudir en busca de un retiro reparador de cuerpo y alma, “es importante que llame por teléfono antes o, preferiblemente, que acuda personalmente para plantearnos lo que necesite ya que queremos evitar malentendidos porque no es un hotel”, manifiesta el Padre Lohner dichoso de brindarle hospitalidad a todo aquel que asista en búsqueda de renovación de su vida cristiana.
Se puede llegar a la Abadía de San José desde Maracay, vía Palo Negro y desde Valencia vía Flor Amarillo y Güigüe, como si se fuera a ir para Magdaleno. La vía está un poco deteriorada así que es aconsejable no ir muy rápido para poder disfrutar de la vista, a mano derecha, de nuestro Lago. Si desea comer algo de regreso, a mano izquierda puede conseguir el Samán Mocho, en donde podrá degustar unas capachas espectaculares o, más adelante, Asados Agua Santa donde podrá disfrutar de la mejor carne en vara con un parque para los más pequeños.
Los benedictinos en Venezuela
Desde hace 82 años nuestro país cuenta con la presencia de la orden benedictina la cual se inicia en 1923 en el colegio San José del Ávila, en Caracas. Luego el monasterio fue ascendido a priorato conventual, en 1947, para después pasar a ser abadía en 1964. El crecimiento urbano los obliga a trasladar de Caracas la abadía, siendo reubicada, en el año 1989, en su actual sede en Güigüe. El Padre Otto Lohner, orden de San Benito y Superior de la abadía, comenta “hace 82 años llegamos a Venezuela y hoy somos el segundo monasterio benedictino en Latinoamérica, después de Brasil, somos la orden más antigua de la Iglesia”.Contacto
Teléfonos: 0245 3411032 / 3411916
Fax: 0245 - 3411651
Correo electrónico: abadiaguigue@cantv.net
Escrito por Daniela Martucci
Ciudad: Valencia
Municipio: Carlos Arvelo
Sector: Güigüe
Estado: Carabobo
La Abadía de San José, un refugio espiritual
Existe un lugar, apartado totalmente de los fragores de la ciudad, que sirve como refugio espiritual para todas aquellas personas que necesiten un encuentro consigo mismas y con Dios. La Abadía Benedictina San José, ubicada en Güigüe, brinda programas de retiros espirituales para compartir oración con los monjes benedictinos.
Posee no solo una atractiva arquitectura, sino un ambiente de completa relajación donde su vista desde lo alto nos hace sentirnos más cerca del cielo. En la abadía funciona una pequeña hospedería, pero es importante destacar que no está hecha para personas que simplemente quieran descansar como lo harían en un hotel; es fundamentalmente, un lugar para interiorizar y compartir con los benedictinos la oración y el silencio.
La abadía está consagrada como un hito arquitectónico y como sitio religioso donde asistir a Misa los domingos, pero su alejada ubicación la convierte en un espacio turístico donde el laico asiste para ver a los monjes que tienen años allí cumpliendo su voto de estabilidad.
La Abadía de San José fue diseñada por el arquitecto valenciano Jesús Tenreiro, premio nacional de arquitectura quien, se encargó de darle un toque acogedor y moderno a la instalación, así como también involucrar las estructuras con la amplia naturaleza que rodea esta estancia. Está ubicada en una colina desde donde se divisa el Lago de Valencia, en un terreno de 60 hectáreas, rodeado de sembradíos y potreros. La iglesia tiene un hermoso portal y magníficos vitrales que casi le restan belleza a los jardines que bordean la nave central y al altar de piedra donde se ofrece la santa misa. El campanario se hace sentir cada cuarto de hora, repicando sus seis campanas una vez, al cumplirse la hora en punto; dos veces a la media hora y tres veces cada cuarto.
Las personas que quieran pasar en familia un día diferente y sentirse cerca de Dios, pueden disfrutar de la Misa todos los domingos a partir de las 10:00 de la mañana y los días de semana a las 6:00 de la tarde. Cabe destacar que el tercer domingo de cada mes los monjes entonan cantos gregorianos en la eucaristía y pueden escucharse cánticos en latín y en griego, una disciplina bastante difícil que caracteriza al monasterio. Luego de la misa puede deleitarse con la belleza del paisaje, -eso sí, con mucho silencio- y comprar recuerdos en una pequeña tienda, atendida por los mismos monjes o quedarse escuchando las interesantes doctrinas del Padre Jesús María.
Si lo que quiere es acudir en busca de un retiro reparador de cuerpo y alma, “es importante que llame por teléfono antes o, preferiblemente, que acuda personalmente para plantearnos lo que necesite ya que queremos evitar malentendidos porque no es un hotel”, manifiesta el Padre Lohner dichoso de brindarle hospitalidad a todo aquel que asista en búsqueda de renovación de su vida cristiana.
Se puede llegar a la Abadía de San José desde Maracay, vía Palo Negro y desde Valencia vía Flor Amarillo y Güigüe, como si se fuera a ir para Magdaleno. La vía está un poco deteriorada así que es aconsejable no ir muy rápido para poder disfrutar de la vista, a mano derecha, de nuestro Lago. Si desea comer algo de regreso, a mano izquierda puede conseguir el Samán Mocho, en donde podrá degustar unas capachas espectaculares o, más adelante, Asados Agua Santa donde podrá disfrutar de la mejor carne en vara con un parque para los más pequeños.
Desde hace 82 años nuestro país cuenta con la presencia de la orden benedictina la cual se inicia en 1923 en el colegio San José del Ávila, en Caracas. Luego el monasterio fue ascendido a priorato conventual, en 1947, para después pasar a ser abadía en 1964. El crecimiento urbano los obliga a trasladar de Caracas la abadía, siendo reubicada, en el año 1989, en su actual sede en Güigüe. El Padre Otto Lohner, orden de San Benito y Superior de la abadía, comenta “hace 82 años llegamos a Venezuela y hoy somos el segundo monasterio benedictino en Latinoamérica, después de Brasil, somos la orden más antigua de la Iglesia”.
Contacto
Teléfonos: 0245 3411032 / 3411916
Fax: 0245 - 3411651
Correo electrónico: abadiaguigue@cantv.net
Escrito por Daniela Martucci
Día Mundial de la Malaria
El mundo conmemora el 25 de abril el Día Mundial de la Malaria, una enfermedad que anualmente causa la muerte a un millón de personas.
ONU conmemora Día Mundial de la Malaria
El 25 de abril fue instituido por la Asamblea Mundial de la Salud como una jornada dedicada a acelerar los esfuerzos para el control efectivo del mal, que en 2009 afectó a tres mil 300 millones de personas, la mitad de la población del planeta
Naciones Unidas conmemorará este lunes el Día Mundial de la Malaria con la meta de erradicar en 2015 las muertes por esa enfermedad, que cada año cuesta la vida a unas 800 mil personas, informa PL.
La fecha estará marcada por una mesa redonda y la apertura de una exposición fotográfica titulada Campeones por el fin de la malaria en la sede de la organización mundial en Nueva York.
El 25 de abril fue instituido en mayo de 2007 por la Asamblea Mundial de la Salud como una jornada dedicada a acelerar los esfuerzos para el control efectivo del mal, que en 2009 afectó a tres mil 300 millones de personas, la mitad de la población del planeta.
Asimismo, sirve para impulsar la lucha contra la enfermedad a través de la difusión de las experiencias en la materia, atraer recursos de potenciales donantes y respaldar las investigaciones científicas.
Para la Organización Mundial de la Salud, la malaria perpetúa el círculo vicioso de la pobreza en los países subdesarrollados, en particular en África, donde el padecimiento es responsable de la muerte de un niño cada 45 segundos.
Según los expertos, la dolencia y decesos que ocasiona tienen un impacto económico de 12 mil millones de dólares anuales en ese continente.
La erradicación de ese mal, el VIH-SIDA y otras enfermedades es una de los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio acordados por la ONU en 2000 para ser cumplidos en 2015.
Hace una semana, la Asamblea General de la ONU llamó a incrementar los esfuerzos para conseguir esa meta y reunir recursos dirigidos al tratamiento y los programas de control.
Una resolución aprobada al respecto, indicó que en la última década 43 países redujeron en un 50 por ciento los casos registrados de malaria.
Foto: WHO/P. Virot
En 2007, a Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el 25 de abril como el Día Mundial de la Malaria, para conmemorar los esfuerzos a nivel mundial para controlar la enfermedad.La malaria o paludismo es una mortal enfermedad provocada por el mosquito Anofeles, que cobra la vida de aproximadamente un millón de personas cada año en todo el mundo.
La OMS dijo que aproximadamente 3.300 millones de personas en 2009, la mitad de la población mundial, estuvo en riesgo de contraer malaria.
La OMS indicó que la gente que vive en los países más pobres es más vulnerable. Cada año se registran unos 250 millones de casos de malaria en todo el mundo.
La infección en los humanos comienza cuando se recibe una picadura por el mosquito Anofeles, infectado con el parásito. Cuando el mosquito chupa la sangre, que es la que contiene los parásitos, inyecta al mismo tiempo saliva en el torrente sanguíneo de la persona. Los parásitos atacan los glóbulos rojos donde continúan creciendo y multiplicándose hasta que las células revientan liberando así más parásitos que continúan el ciclo. La solución, una vez contagiado, es recibir un tratamiento médico, el no hacerlo puede causar la muerte.
La organización Médicos sin Fronteras dice que, en África, la malaria es el “mayor causante de muerte entre niños menores de cinco años”. El grupo dice que las naciones desarrolladas deben “comprometerse consistentemente” en apoyar a los países subdesarrollados en la lucha contra la malaria.
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