La Consciencia del 11 de Abril
A 9 años de los sucesos del 11 de abril, Venezuela recuerda el sentir patrio de aquel pueblo que marchó unido, diciendo “NI UN PASO ATRÁS”.
Muchos de ellos cayeron aquel día y otros han caído a lo largo de estos años, y aún retumba en nuestros corazones los cantos y las consignas que le animaban paso a paso a la libertad.
…..”La voz no se apaga, la llama se enciende, la vida se aprende con esta lección, aunque ellos quieran con golpe de muerte callar la nación.
Este pueblo libre no se detendrá y con paso firme siempre marchará.
El 11 de abril historia tendrá, la libre bandera será su estandarte con fuego en las venas……”
“NI UN PASO ATRÁS”, para exigir libertad.
Que nuestras ideas cobren vida y acción, que nuestro sentir encienda la sangre de nuestras venas, que no sean en vano las vidas que a traición tomaron los canallas ese 11 de abril, ni los ideales traicionados por el interés de unos cuantos. Que la fuerza del corazón sacuda los sentidos y recobre el valor, la fuerza para recuperar nuestro país para nosotros, y para que nuestros hijos tengan la dignidad y el orgullo de decir “Soy Venezolano”.
Notitarde 05-04-2011 |
Ágora
Charito Rojas
Prohibido Olvidar ese Abril
/
Se cumplen nueve años de aquellas hermosas y a la vez terribles jornadas cívicas de protesta en contra de un régimen que ya anunciaba su vocación totalitaria. Abril de 2002 marco la vida de los venezolanos, una gesta ciudadana que aún no culmina y que dejó en el aire una consigna a cumplir: Prohibido olvidar.
La rebelión de los venezolanos ante el increíble giro que daba el ex golpista Presidente Hugo Chávez, comenzó oficialmente en noviembre de 2001, cuando el mandatario, obviando la novedosa Constitución de 1999, decidió aprobar por decreto 49 leyes copiadas casi al calco del régimen castrocomunista y que intervenían descaradamente todas las actividades económicas, políticas y sociales, publicas y privadas, del país. Las cadenas se sucedían con cada vez más frecuencia, exasperando a una población que pedía un cambio de rumbo en lo que ya se avizoraba como una dictadura fanatizada pero "constitucional".
El 10 de diciembre de 2001, Fedecámaras, Consecomercio, Pdvsa y todos los gremios son apoyados en un 90% en un paro general por una población que entiende la gravedad del momento y decide protestar abiertamente frente al autoritarismo gubernamental. La convulsión social augura un enfrentamiento entre el régimen y los ciudadanos, que desembocaría en los trágicos sucesos de abril.
El 23 de enero de 2001, se produce una gigantesca concentración en Caracas, sin tarimas ni líderes, con absoluta exigencia de reponer en la directiva de Pdvsa a los siete ejecutivos que Chávez, en cadena y pito en mano había despedido groseramente. La petición inicial de renuncia de la nueva directiva nombrada por Chávez, va transformándose como un rumor "in crescendo" en la petición de renuncia del propio Presidente. "¡Chávez, Vete ya!", "Se va, se va, se va", "¡Ni un paso atrás!", eran las consignas de aquellas marchas multitudinarias que se daban casi a diario en la capital, al ritmo de "Color Esperanza" y coreando "yo me quedo en Venezuela porque yo soy optimista". El punto principal de concentración era frente al edificio de Pdvsa en Chuao, sitio que llamaron "Plaza de la Meritocracia", consigna de la lucha de los petroleros contra la ingerencia política en las operaciones petroleras.
Ante la preocupación internacional por un eventual corte del suministro petrolero debido a la convulsión, la opinión pública pide a gritos un cambio de rumbo. Pero un Chávez radicalizado y enfrentado definitivamente con quienes él llama "los escuálidos", ordena a los mandos militares endurecer la posición y reprimir a los protestantes. El estamento militar también está convulsionado. Reaccionando ante la utilización de las Fuerzas Armadas como partido político, militares de alta graduación se declaran en rebeldía. En medio del desfile militar del 5 de julio de 2001 el General Enrique Medina Gómez, oficial de gran ascendencia y respeto dentro de la Fuerza Armada, fue acusado de golpista por negarse a respaldar el proceso de "cambios". Para Diciembre de ese año el diario El Nacional hablaba de ruido de sables y cuantificaba a los oficiales descontentos: 53 generales, 70 coroneles, 12 capitanes de navío y 8 vicealmirantes se encontraban a disposición del Ministerio de la Defensa, encabezado por José Vicente Rangel, bajo la sospecha de estar en desacuerdo con el gobierno. El General Néstor González González era uno de ellos y el 27 de enero, en medio de lo que se llamó "el goteo militar", salió a la luz pública para denunciar las relaciones del Presidente con las FARC, la politización militar y retó a Chávez a desmentirlo: "Usted negocia para alcanzar sus objetivos comunistas y vende y traiciona a su patria y al pueblo por su ambición", dijo. El Contralmirante Carlos Molina Tamayo, de impecable uniforme de gala y guantes blancos, también se declaró en pública rebeldía después de que su informe frente al Consejo de Defensa Nacional fuese descalificado.
Así llega el 9 de abril, fecha en que según confesión posterior del Comandante del Ejercito Efraín Vázquez Velasco, fue convocado todo el Alto Mando a permanecer en Fuerte Tiuna, por el Inspector General de las Fuerzas Armadas, General Lucas Rincón. "creo que desconfiaba de nosotros o nos necesitaba para algún plan".
Chávez otra vez se encadena, esta vez en una tarima frente a Miraflores, adornada por una torre petrolera de cartón escalada por ratas de peluche, con el cartel "Las ratas atacan", en clara alusión a la gerencia de Pdvsa despedida. A las 11 de la noche, cuando terminaba su arenga, esta vez sin chistecitos, anunció que ahora pasaba la espada a su mano izquierda, la más ágil puesto que es zurdo y gritó "mañana, en la calle". El 10 de abril el país entraba en el segundo día de un paro que se había prolongado 24 horas más ante la obstinada posición de rechazo al diálogo por parte del gobierno. Los encontronazos entre "escuálidos" y chavistas se sucedían, con intervenciones rudas de la guardia nacional.
El 11 de abril comienza desde tempranas horas la concentración en la Plaza de la Meritocracia en Chuao, en medio de un paro que amenaza con hacerse indefinido. Hacia media mañana, el sitio estaba a reventar, los oradores se suceden y cada vez la multitud se hace mayor, desbordando la zona y extendiéndose hacia la utopista. Caracas ve el mayor río humano de su historia, plantados en la exigencia definitiva de renuncia presidencial. La euforia de la multitud, segura de la justicia de su reclamo y de portar el mensaje de la mayoría, prende una idea que es inmediatamente acogida. "¡A Miraflores! ¡Marchemos a Miraflores a exigirle la renuncia a Chávez!". Así, esa masa humana comenzó a transitar la ruta hacia el centro de la ciudad.
"El Presidente tenía la carta para impedir la confrontación, debió presentar un mensaje de paz y no lo hizo, por esto es responsable de lo que paso en Llaguno, supo de las balas y no lo impidió" dijo después Vázquez Velasco. A la una de la tarde, con la marcha avanzando desde Chuao, el General Lucas Rincón obligó al Alto Mando a aparecer en una cadena avalando la normalidad del país. Impotentes, los oficiales sabían el hervidero mortal que se cernía. A media tarde, el Presidente ordena una cadena desde Miraflores, en la cual habla como si nada estuviera sucediendo. Mira continuamente su reloj y monta en furia cuando se entera que las plantas privadas estan partiendo la pantalla para que el país pueda observar el ya inminente enfrentamiento entre la marcha pacífica y los oficialistas, azuzados por el alcalde Juan Barreto para que impidan el paso hacia el palacio presidencial. Chávez ordena tumbar la señal de las plantas y continúa su cadena aislando al país de la información.
Vázquez Velasco se traslada a Miraflores pero en el camino oye al Presidente por la red de radio Tiburón, ordenando mover tropas y tanques sin pasar por la línea de mando. Chávez había activado el Plan Ávila contra el pueblo para protegerse y ya la matanza estaba declarada en el centro de Caracas. El Alto Mando, carente de un plan común, tampoco orquestaba acciones encaminadas a mantener la capital en orden. Por una iniciativa del General Manuel Rosendo y ante el horror por la masacre de Puente Llaguno, hablan con Lucas Rincón para que pida la renuncia al Presidente. Lamentablemente, ya había 19 muertos y más de 50 heridos cuando el Alto Mando decide actuar ante un Chávez que, sabiéndose perdido ante un país indignado, pide a la Iglesia que intervenga para garantizarle su vida.
"No hubo nunca antes aquí un gobierno tan tolerante como éste, tan dispuesto a dialogar y oír, a rectificar cuando haya que rectificar", decía Hugo Chávez entre sorbo y sorbo de café, durante la cadena que había iniciado a 15 minutos para las cuatro, según él mismo se había ocupado de precisar.
Desde el Palacio Miraflores, aquel 11 de abril de 2002, el Presidente desmentía que estuviese preso en Fuerte Tiuna o en manos del Alto Mando. Intentando un llamado a la calma, hace promesas de una Comisión de Alto Nivel para resolver los problemas de Pdvsa y la convocatoria del Consejo Federal de Gobierno para la siguiente semana. Tanta buena voluntad se diluye ante la sospecha de que él sabía perfectamente lo que ocurría en el centro de la ciudad con la marcha pacífica que desde Chuao había caminado hasta la Av. Baralt pidiendo su renuncia.
"¿Qué podría ocurrir si nosotros permitimos que esa marcha con toda la carga y la inyección que le ha metido en estos días, en vivo o mediáticamente, llegara aquí a Palacio? Miles de personas (están) allá afuera (de Miraflores), eso no se puede permitir. Por eso he ordenado a la fuerza pública que haga un colchón de seguridad, es decir, un espacio entre la gente". Cuando se dio cuenta que los canales Rctv, Venevisión y Televen habían partido la pantalla para que toda Venezuela viese la masacre en las inmediaciones de Puente Llaguno, montó en cólera y mandó a tumbar la señal de esos canales. Sólo quienes veían Globovisión por cable contemplaron horrorizados el baño de sangre.
19 muertos y 150 heridos fue el saldo mortal que desencadenó los rápidos acontecimientos del 11, 12, 13 y 14 de abril, que dividió definitivamente en dos a un país que no ha logrado cerrar esa inmensa herida. Cada parte esgrime su versión, pero definitivamente la verdad no tiene versiones. Sólo es una y no ha podido ser establecida porque el gobierno sospechosamente impide la instalación de una comisión de la verdad constituida por factores internacionales imparciales. Luego de la llamada Mesa de diálogo que del año 2003, Hugo Chávez no ha permitido más nunca el ingreso al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, organismo capacitado para realizar esa investigación tan necesaria para la reunificación de los venezolanos. El que la debe, la teme.
Hoy, nueve años después, sólo la venganza de Hugo Chávez contra quienes intentaron que saliera de la Presidencia ha operado en la justicia venezolana. La Fiscal Ortega Díaz es la perseguidora de militares y civiles que participaron en las marchas, en los paros, que firmaron los decretos o se declararon en rebeldía. Los que han pagado la ira presidencial son los tres comisarios presos en infames condiciones, condenados a 30 años en un juicio donde jamás se les demostró responsabilidad en la masacre; Otto Gebauer, el oficial que vio llorar a Chávez en sus cortas horas de presidio; los capitanes Nieto Quintero, que le trasladaron de una base a otra.
No habrá juicios justos ni investigaciones imparciales mientras Chávez sea Presidente. Pero después de leer decenas de testimonios e ídem cantidad de libros que se han publicado sobre este golpe, vacío de poder o como quiera llamarse, hay puntos destacables para que lectores inteligentes saquen sus propias conclusiones.
1) La Policía Metropolitana advirtió a los marchistas que no tenían permiso para ir hasta Miraflores. Si hubiera estado involucrada en algún macabro plan no intenta disuadir a las víctimas. Todos los testimonios hablan de la protección que brindó la PM a la gigantesca marcha.
2) Los líderes políticos iban a la cabeza de la marcha, bien visibles, por tanto es temerario pensar que arriesgarían sus vidas a sabiendas de alguna emboscada.
3) Todos los videos muestran un grueso contingente de la Guardia Nacional apostado en el centro, pero no en la vía de paso de la marcha sino en los laterales, sin interferir con las acciones violentas de los círculos bolivarianos.
4) El país entero vio a Juan Barreto al frente de hordas armadas que decían que iban a defender a Miraflores con sus vidas. Al lado de Barreto, se ve en las tomas a Maikel Moreno, un abogado con un prontuario de dos homicidios, que posteriormente seria defensor de Richard Peñalver, uno de los pistoleros de Puente Llaguno y en premio fue nombrado Juez. En el año 2004, juzgó y condenó al entonces Presidente de Fedecámaras, Carlos Fernández.
5) La confusión reinante en el grupo de más de 70 oficiales Generales y Almirantes que intervinieron desde Fuerte Tiuna para exigir la renuncia del Presidente ante su evidente responsabilidad en la masacre de ese día, revela que entre ellos no había plan alguno ni coordinación anterior. Cuando Chávez llegó a Fuerte Tiuna, no sabían qué hacer con él: era una papa caliente y se debatían entre mandarlo para Cuba, como el mismo Presidente lo solicitó o juzgarlo por crímenes de lesa humanidad. En la incertidumbre, primero lo enviaron a la base de Turiamo y luego a La Orchila.
6) El trisoleado Lucas Rincón, quien afirmó que Chávez había aceptado la renuncia, lo cual desencadenó todos estos sucesos por llenar el vacío presidencial, está desde hace años como Embajador en Portugal. Sólo él sabe o tiene la famosa carta de renuncia. Tremendo salvoconducto.
7) El empeño de estos oficiales de no romper el hilo constitucional y hacer una sucesión acorde a la Constitución los llevó a buscar a William Lara, entonces Presidente de la Asamblea Nacional, quien no apareció por ningún lado. Le ofrecieron la Presidencia al siguiente en la línea, que era Iván Rincón, Presidente del TSJ, quien no aceptó la encomienda. En la madrugada del 12 de abril, estos oficiales llamaron a Pedro Carmona Estanga, Presidente de Fedecámaras, quien era uno de los líderes civiles de las protestas. Carmona aceptó ser Presidente de la transición y llevar al país a un proceso electoral en máximo un año.
8) Pero sin duda la prueba concluyente de que allí no había ningún golpe de Estado planificado fue la sorpresa de verse repentinamente con el poder en las manos. La improvisación y la intervención de un grupo de radicales de derecha, produjo un decreto que, aunque en líneas generales cubría las expectativas de un gobierno de transición, rompía el hilo constitucional al disolver los poderes públicos y hacer de libre remoción y nombramiento a gobernadores y alcaldes.
9) Ante esa gran torta, Vázquez Velasco, el Comandante del Ejército que llevaba la voz cantante de la alta oficialidad, se asustó porque no quería infringir la Constitución, ni quedar como golpista. Por ello, cedió ante la alternativa planteada por Baduel de regresar a Chávez.
10) Con esta panorámica, el gobierno redituó el beneficio de la duda, saboteó la instalación de una Comisión de la Verdad y con su justicia revolucionaria ha castigado a sus opositores políticos, logrando una depuración de la Fuerza Armada, el exilio de la mayoría de los líderes y el silencio de quienes quieren salvar su pescuezo.
11) Si los pistoleros de Puente Llaguno mataron o hirieron a alguien, no se ha demostrado. Pero ahora ellos son "héroes de la revolución", mientras los metropolitanos, a quienes tampoco se les ha demostrado muerte alguna, están condenados a 30 años.
12) Nunca se ha explicado por qué frente al Palacio Blanco se instaló una carpa de primeros auxilios para recibir a posibles heridos y muertos, desde la mañana del 11 de abril.
La cámara del reportero gráfico Jaime Tortoza será el punto de partida para cuando en este país haya una investigación transparente. En ella quedó registrada la primera víctima del 11 de abril. Antes de caer asesinado, el lente del periodista registró el momento en que Jesús Arellano recibía un disparo de frente. Y al frente estaban los defensores chavistas.
El que disparó primero sabe la verdad. Por los momentos los protege la investidura del poder, por eso se empeñan tanto en conservarlo, pues saben que cuando no tengan ese escudo de seguridad, serán juzgados. Nueve años ocultando la verdad, disfrazando la historia, invirtiendo culpabilidades. Un cargo más para el juicio que la historia depara y que, como demostró el 11 de abril de 2002, podría estar a la vuelta de la esquina.
Charitorojas2010@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario