' | Lunes, Abril 11, 2011 | Blog de Alfonso Molina
LOS SECRETOS DEL PODER
En el lado oscuro de la vida habitan los fantasmas que pocos quieren mostrar. Un espacio parecido a una prisión, un lugar signado por los temores íntimos a descubrir la verdad, algunas veces, o por la necesidad de liberarse de sus carceleros, en otras ocasiones. Puede ser un dilema ético o una angustia personal, pero al final los fantasmas salen a flote y se vuelven devastadores. Se trata de un tema recurrente en la filmografía de Roman Polanski en filmes tan disímiles y perturbadores como Repulsión, El bebé de Rosemary, Chinatown o La muerte y la doncella, incluso en su angustiante El inquilino. Las apariencias esconden la realidad pero no pueden ocultarla para siempre. Es lo que plantea en su más reciente obra, El escritor fantasma, ganadora de varios premios Cesar, incluido el de mejor director. Se estrena en el actual XXV Festival de Cine Francés que comenzó el viernes 8 y constituye uno de los platos fuertes de esta manifestación que todos los años atrae la atención del público.
Pero esta vez el maestro de origen polaco prefirió trabajar ese tema como un thriller de intenciones políticas, a propósito de la alianza entre EEUU y el Reino Unido para la ocupación de Irak. Lo hace a través de un escritor fantasma —se llama así a quien, de manera anónima, redacta un libro para una figura pública— cuya misión consiste en concluir las memorias de un ex primer ministro británico, que otro escritor fantasma dejó a medias, al morir en un accidente. Un trabajo sencillo, efectivo, seguro, que se va convirtiendo en un laberinto de secretos y verdades de manera fatal. En el mejor estilo Polanski.
Nunca sabemos el nombre de este fantasma inglés —interpretado por un Ewan McGregor muy atinado en su discreción—que arriba a una isla frente a la costa de Massachusetts para sentarse a trabajar con Adam Lang —con Pierce Brosnan en un papel que le calza— en su búnker norteamericano, donde comparte su tiempo con su desengañada esposa Ruth —la enigmática Olivia Williams— y con un equipo de colaboradores, incluida su secretaria y amante Amelia —la bella Kim Cattrall— como pieza desencadenante de la trama. Polanski recurre a un espacio cerrado, limitado, de cierta manera claustrofóbico para encerrar a sus personajes. Define esa especie de cárcel de lujo como un lugar monacal, a ratos, o como escenario de pasiones intensas. Nada es lo que parece.
Las memorias de un líder de Gran Bretaña, cuyo gobierno estuvo estrechamente vinculado con las políticas de Washington, constituyen una reafirmación personal para Lang y, también, un instrumento de defensa ante los ataques de sus opositores. La indiscreción de un antiguo miembro de su gabinete destapa el oscuro caso de la captura ilegal de unos sospechosos de terrorismo que fueron entregados a la CIA —sin que mediara un juicio— y posteriormente torturados para extraerle una información poco probable. Suenan las alarmas de la opinión pública, el escándalo está en puertas y las protestas de los ciudadanos amenazan al búnker del ex primer ministro. A medida que el escritor fantasma avanza en su trabajo descubre más secretos inconfesables de ese puñado de personajes en torno a la guerra, la tortura y la infidelidad. Además, no puede evitar involucrarse de manera afectiva con una situación extremadamente confusa. De pronto entiende por qué murió su predecesor.
Tanto el guión como la dirección se articulan de manera coherente para trabajar la historia como un film de suspenso al estilo clásico de Alfred Hitchcock. Con la colaboración de Robert Harris, autor de la novela The Ghost en la que se inspira el film, Polanski construye su discurso armando las piezas de un intrincado expediente hasta conformar un cuadro de dudas y equívocos que conducen a un final realmente sorprendente. Narra con precisión una historia de engaños y traiciones tanto en el plano político como en el literario y también en el sexual. Desarrolla su película con una brillante narrativa, a la vez elegante y efectiva. Deja en claro que este es un mundo injusto, donde nada es lo que parece. Trabaja el lado oscuro de la vida, donde habitan los fantasmas, como pocos como él saben hacerlo.
El escritor fantasma lleva adelante el tono de suspenso en ese espacio cerrado y sin posibilidades de fuga. La dirección artística de Albrecht Konrad comunica ese aire claustrofóbico que a ratos recuerda las atmósferas de su contundente La muerte y la doncella. La fotografía de Pawel Edelman acentúa las luces frías y los ambientes internos para sostener el carácter de prisión “voluntaria” de unos seres que han elegido apartarse de la “realidad real” para vivir sus realidades internas, mientras la música de Alexandre Desplat marca el estilo de Hitchcock. Un estilo que conduce a un final muy propio de Polanski, que expresa su increíble pesimismo ante los conflictos del mundo y las conductas de las potencias en la geopolítica planetaria. Excelente.
EL ESCRITOR FANTASMA (“The Ghost Writer”), Francia y Alemania, 2009,Dirección: Roman Polanski. Guión: Robert Harris y Roman Polanski, a partir de la novela del primero. Producción: Roman Polanski, Robert Benmussa y Alain Sarde. Fotografía: Pawel Edelman. Música: Alexandre Desplat. Montaje: Hervé de Luze. Dirección artística: Albrecht Konrad. Elenco: Ewan McGregor, Pierce Brosnan, Kim Cattrall, Olivia Williams, James Belushi, Timothy Hutton, Eli Wallach, Tom Wilkinson. Distribución: Gran Cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario