Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 1 de julio de 2012

Los que venimos al mundo en aquella Venezuela vemos ésto con horror...Yo me siento como en la película "Batman begins" cuando sueltan al poco de bandidos en oscura y maligna Ciudad Gótica para que acaben con ella y ayuden y refuercen a los que querían hacerlo planificadamente...Es lo mismo hasta de las cárceles están dando libertad a quien quiera ser entrenado en "la montaña" para caerle a Venezuela si pierde Chávez, pues después de 6 meses de entrenamiento bajan a engrosare la guardia pretoriana llamada "Milicia Bolivariana" preparada para defender bajo órdenes y lineamientos del G2 cubano.




Notitarde 30-06-12 |
Transición a la Democracia

Los sesenta años previos a Chávez

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La historia anterior a Chávez muestra a los analistas (aunque muy pocos lo perciben, 
o aparentan no percibirlo), dos etapas cualitativamente distintas, desde el 
punto de vista, no de la disponibilidad de condiciones y recursos para el progreso, 
sino de la calidad de la conducción económica y de sus instituciones de base.
 Nos resulta absolutamente relevante realizar la diferenciación.
Los resultados globales nos ilustran sobre la diferencia: durante cincuenta años, 
de finales de los '20, a finales de los '70, Venezuela tuvo un crecimiento promedio 
cercano al 6% y una inflación baja, estabilidad cambiaria, etcétera; mientras que 
de finales de los '70 a la llegada de Chávez, ese crecimiento fue cerca del 1%, con 
alta inflación, deterioro de la paridad, endeudamiento, déficit, choques externos, 
etcétera. Los cincuenta años de alto crecimiento referidos son un lujo esquivo, que 
pocos se pueden dar. Venezuela los tuvo. Y después se permitió perder la receta.
La razón principal, aunque es un tema debatido, es el drástico cambio de c
alidad de las instituciones económicas, sucedido entre 1969 y 1978. De reglas fiscales 
y monetarias firmes, se pasó a una creciente discrecionalidad, un desbordado 
capitalismo de Estado, transferencias improductivas a "empresarios", por la 
vía de empréstitos y exenciones y el surgimiento de redes clientelares parasitarias. 
En un caso como Venezuela, de recursos mineros abundantes y una excepcional 
renta no hay opción a la dotación de instituciones económicas fuertes. Instituciones, 
dije; no gobiernos, ni caudillos carismáticos o tradicionales. No son lo mismo, ni 
producen los mismos efectos, las instituciones fuertes y los gobiernos fuertes.
La Venezuela de comienzos del siglo XX tenía, entonces, incipientemente, instituciones 
económicas que permitían estabilidad, y las desarrolló más en la época 'gomecista' 
y de los gobiernos cooptados posteriores. Pero, más adelante las perdió. Un 
replanteamiento ahora, ampliado y actualizado no lo sería de un exoticismo, chocante 
a nuestro nacionalismo, sino de patrimonios institucionales ya poseídos.
Pero, vayamos más lejos. En la problemática que nos interesa analizar, hay 
un trasfondo 
aún más antiguo. El país no se ha zafado del legado mercantilista de su nacimiento. 
La fortaleza económica del Estado, y no de los individuos y la sociedad, es aún 
el valor dominante en el sistema económico. El statu-quo no concibe cambiar lo 
que siempre 
ha sido, aún con la convicción de su conveniencia general. Luego, a partir de la entrada del 
petróleo en la vida nacional se entra en un ciclo de bonanza que permitió plantearse 
retos mayores, permanentemente diferidos –el diferimiento fue el signo de la posición 
gubernamental 'medinista', por ejemplo, respecto a las tareas de desarrollo de un sistema 
productivo- o insuficientemente asumidos, que han consolidado un sistema 
groseramente rentista.
Las respuestas necesarias
La descentralización del poder económico, a favor de la sociedad, y la liberalización, a 
favor del mercado, se convierten en respuestas plausibles frente a lo anterior. 
Pero, mejor aún, a nuestros fines, es revisar la agenda amplia frente a todos los 
resabios históricos del sistema económico. Son los temas de refundación institucional 
ligados a las condiciones y características del contexto en el cual se monta 
el chavismo. Son también temas transicionales.
No se trata, por ejemplo, de despojar al Estado, sino de incentivarlo a su asociación con 
los ciudadanos y empresas, para el aprovechamiento de su dominio sobre recursos diversos. 
Tiene que ver también con la superación inteligente del rentismo, a favor de la economía 
productiva, con expresos fines de competitividad. Debe atacar el tema de justicia 
asociado a las perversas redes clientelares alrededor de las políticas sectoriales y 
el financiamiento público; de modo de privilegiar, antes que nada, a fines de intereses 
generales, la acción de promoción económica del Estado, que no puede ser la tradicional. 
Se tiene que plantear el dilema entre el establecido populismo y la posibilidad de 
que la autopista del crecimiento económico sea el canal privilegiado de la política social.
Todo lo anterior, sobre reglas fiscales, monetarias y otras, firmes y estables temporalmente. 
La fortaleza institucional del sistema económico es un fin plausible, críticamente 
necesario a la vida nacional. Está en el campo de la "ingeniería institucional", posiblemente, 
la más importante de la acción transicional.
No es, entonces, sólo el 'chavismo'. Nuestros atavismos también son un peso 
muerto. Avancemos, pues, en el conocimiento de lo que hay que cambiar. Se refuerza la 
tesis de la inevitabilidad de la transición, rigurosamente entendida. No es sólo llegar 
al gobierno, sino viabilizarlo y optimizarlo.
* Santiago José Guevara García
sjguevaragarcia@gmail.com / @SJGuevaraG1




"Así que si uno no es chavista, no es venezolano. Según una noticia que leo, eso 
dijo Hugo Chávez el 24 de junio. Sabíamos del "Estado soy yo" de Luis XIV. 
Eran tiempos en los que estaba fuera de toda duda que los reyes lo eran por 
designación divina. Aun así, todavía se cita la frase del monarca francés como 
emblema de desmesura política.
El hombre que nos gobierna está enfermo. No de la enfermedad física de la que 
tanto se habla. La que en verdad lo aqueja es anterior. Es una de las peores 
enfermedades que hay y es una enfermedad del alma. Es la enfermedad del poder.
En su caso ha llegado a niveles verdaderamente críticos. Porque llegarle a negarla 
a los demás la nacionalidad por no ser su partidario es algo que sobrepasa todo 
lo que la cultura democrática puede soportar. No es el primer caso. Ha habido 
en la historia política del mundo otras causas políticas, otros líderes, que han 
identificado la pertenencia, la sumisión a ellos, como condición y señal de patriotismo, 
de gentilicio, de existencia casi. Pero es mejor no nombrarlos". DIEGO BAUTISTA 
URBANEJA | EL UNIVERSAL
jueves 28 de junio de 2012 12:00 AM
Una herramienta útil
La fotobiografía resulta una herramienta metodológica diseñada por Fina Sanz en 1982, 
según nos cuenta ella misma en su libro, "en un principio con fines terapéuticos y 
de investigación en el marco de la psicología clínica y sexología, para posteriormente 
utilizarla como recurso de autoconocimiento y cambio." De este método me enteré 
en una entrevista que le hiciera al psiquiatra venezolano, residente en Nueva York, 
Aldo Lubrano, quien me introdujo en el fascinante mundo de investigar conductas a 
través de fotografías que en ese tiempo parecía estar en boga y lo he recordado 
viendo una fotografía del Presidente en ocasión de lanzar al viento dos frases específicas: 
"las Fuerzas Armadas son Chavistas y quien no es chavista no es venezolano". 
Revisé el video y sin ser psiquiatra, pude contemplar la reacción facial en el grupo 
de militares cercanos que si bien son incondicionales, aún deben guardar ciertos 
sentimientos que los separan de las locuras del Comandante Presidente.
El periplo de un cambio
Haciendo una ligerísima revisión de fotografías de Chávez desde que se montó en 
sus dominios hasta hoy, en los cuales hemos vivido etapas, nada felices que bien 
pudieran servir de estudio a cualquier psiquiatra de nuestro país, seguí varias de las 
imágenes más representativas a través de Internet.
Nunca he visto fotografías del Presidente junto a su familia, a sus padres, o 
su abuela, quizá porque nadie las ha publicado, yo no he tenido el privilegio de conocerlas 
o simplemente no existen, en especial aquellas en que cuenta que andaba descalzo y vivía 
en un rancho con piso de tierra. Es fácil imaginar que en esa época, nadie se hubiera tomado 
el trabajo de retratarlo con su abuela Rosainés, porque ignoraba el destino que le esperaba. 
Era un muchachito que andaba por ahí, robando mangos de los árboles, jugando al 
béisbol y huyendo del castigo de su madre para refugiarse en los brazos de la abuela, 
según lo ha contado millones de veces en 13 años.
He visto las imágenes de su vida de soldado, como pelotero, cuando recibió un sable
(O sea se chuleó la IV República lindo y llegó a Presidente por las leyes que no le impidieron
su ascenso social. ¿entoces de qué habla? 
de manos de Carlos Andrés Pérez, creo que con motivo de su grado como cadete 
de la FAN, con sus hijos, su primera esposa, muchas con Marisabel, muchas con Fidel y 
los líderes del mundo.
Internet está llena de fotografías en las que aparece con su "cuerpo de cemento armado" 
como lo describiera Gabriel García Márquez en una entrevista realizada a bordo de un avión 
en la que al final comenta que no sabe si está frente a un ángel o a un diablo: 
"Mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de primera hora, 
me estremeció la inspiración de que había viajado y conversado a gusto con dos hombres 
opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país. 
Y el otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia como un déspota más".
Lo he visto marcial y recto pisando alfombras rojas, fuerte y erguido recibiendo honores 
militares. Lo he visto frente a multitudes echando sapos culebras y alacranes a la 
oposición. Lo he visto abrazando ancianos y besando niñitos, pero también disminuido, 
hinchado, calvo y con pelo, arrastrando los pies, llorando frente a un Cristo, pero siempre 
insultante, vil y cruel con la mitad del pueblo al que ha maltratado y zaherido en todas 
las formas para llegar a decir que quien no es chavista, no es venezolano.
Dueño de todo, incita a la violencia y al odio entre los suyos que se matan por un 
pedazo de tierra como ha venido ocurriendo con sindicalistas de la industria de la 
construcción. No puede caminar largos trechos pero si puede apoderarse de todos los 
medios para salir todos los días a la gallera y alegrarse de que 24 mil venezolanos en 
Miami se queden sin votar, porque a él le da la gana. García Márquez tuvo razón: pasará 
a la historia como un déspota más y habrá quien le fabrique su álbum para que se 
cuente en fotos y videos la historia de todas sus infamias.

Círculo de Escritores de VenezuelaAugust 17, 2010 4:32 pm
EL PASAJERO DE TRUMAN, DE FRANCISCO SUNIAGA

Por Eduardo Casanova

Como muy acertadamente dice la nota de contraportada de “El pasajero de Truman”, Francisco Suniaga (La Asunción, Nueva Esparta, 1954) irrumpió en la novelística venezolana en 2005 con una obra de gran calidad, “La otra isla”, que prometía lo que cinco años después se cumple: una segunda novela de muchísima calidad. Pero hay más, porque en ella se prometía específicamente “El pasajero de Truman”, de manera que la nueva obra de Suniaga implica un doble cumplimiento que hay que celebrar. La nueva novela de Suniaga es un verdadero hallazgo. Está perfectamente estructurada, y en ella se conjugan a la perfección los dos elementos que debe tener una buena novela: personajes bien armados y lenguaje literario apropiado. Los personajes principales son tres: Diógenes Escalante, el hombre que en 1945 representaba la más firme esperanza de la transición de la protodemocracia a la democracia, Humberto Ordóñez, ex diplomático ya nonagenario y que fue el hombre de confianza de Escalante (en la vida real, Hugo Orozco, diplomático de carrera que también fue alto ejecutivo petrolero), y Román Velandia, ex ministro, ex senador, ex presidente, escritor e historiador (Ramón J. Velásquez), que fue testigo privilegiado del drama terrible que sufrió, en lo que debía ser su mejor momento, Escalante, drama que no fue solamente personal, puesto que se convirtió en el punto de partida de una cadena de desastres que sufrió y aún sufre Venezuela. La novela se desarrolla a base de monólogos de los tres, los de Ordóñez y Velandia sobre Escalante y los de Escalante sobre sí mismo, y los de los tres sobre el momento crucial que debía ser y no fue. Se trata de un triángulo equilátero tridimensional muy bien logrado, pues cada uno de los personajes tiene el mismo peso específico en la narración, aunque todo gire en torno a uno de ellos. Y con eso, Suniaga logra que en la novela nada sobre ni nada falte. El lector visualiza perfectamente a cada uno de ellos, los escucha, los siente respirar, los observa, y sigue con interés creciente la historia que entre los tres develan. Y también están muy bien logrados los personajes secundarios (Harry Truman, Isaías Medina Angarita, Eleazar López Contreras –que adquiere características fantasmagóricas–, Isabel Álamo Ibarra de Escalante), y los de tercera fila (Raúl Leoni, Rómulo Betancourt, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, , Eloy Lares Martínez, el médico Antonio Labastidas (Enrique Tejera en la vida real), Marcos Valera, edecán de Medina Angarita, el psiquiatra Francisco Herrera Guerrero –que figura con los apellidos de su padre, Herrera Toro–, Arturo Uslar, Ángel Álamo, etcétera). Y, por supuesto, la comparsa de políticos pequeños, adulantes y logreros que llena el espacio del Hotel Ávila sin saber que en la suite presidencial se está desarrollando un drama que afectará al país entero, a toda su población y su porvenir. Y todo converge en un anticlímax perfectamente logrado, cuando Ordóñez, muchos años después, entrevé a Escalante, que ha perdido su figura y su elegancia, convertido en un decrépito Buda que ya ni siquiera tiene consciencia de sí mismo. Y que no podría adivinar que muchísimo tiempo después un gran novelista logrará un milagro: el milagro de que la novelística se imponga a la historiografía, pues la figura de Escalante, el gentleman, el idealista, el hombre discreto que soñó con transformar positivamente a Venezuela, hasta la publicación de “El pasajero de Truman”, no tenía ángel, no tenía músculo, no tenía rostro. Y desde este año 2010, gracias a la novela de Francisco Suniaga, eso cambió para siempre. 




En los últimos trece años Venezuela ha sido destruída material y moralmente 
por un hampón elegido. En especial la magnitud de la destrucción moral 
ha sido tal que la tarea de reconstrucción tomará, en el mejor de los casos, un par 
de generaciones. Ojalá esté equivocado, pero pienso que los venezolanos tendrán 
que vivir en un país mediocre y atrasado por mucho tiempo, antes de lograr reingresar 
a la comunidad civilizada de naciones. Es en este sentido que hablo de una 
victoria de Hugo Chávez, quien parece que logrará llevarse al país con él al infierno.

Chávez nunca tuvo buenas intenciones. Nadie bien intencionado engaña a sus 
soldados para llevarlos a la muerte, como lo hizo él en durante el golpe militar 
de febrero 1992. Nadie bien intencionado promueve el divorcio espiritual 
entre los venezolanos para consolidarse en el poder.

Desde el día uno de su mandato Hugo Chávez ha actuado como un hampón en 
el sentido más despreciable de la palabra. Disolvió el congreso 
democraticamente elegido, impuso una constitución a su medida para después 
violarla repetidamente y se dedicó a promover el odio entre los venezolanos.

Quien no ha leído alguna vez las historietas del Muciélago? Durante trece 
años Chávez ha logrado crear una Ciudad Gótica tropical donde, con 
el nombre de Hugo Strange, ha estructurado una pandilla de unos 300 
miembros principales, entre quienes destacan el guasón Ramírez, el pinguíno 
Escarrá, el acertijo Giordani, Gatúbela Flores, Ras al Ghul El Aissami, la mano 
Negra Merentes, Dos Caras Chaderton, Hiedra Venenosa Varela, Capucha Roja 
Soto Rojas, la familia mafiosa Maroni Rangel, el Espantapájaros Itúriz y el Sombrerero 
Loco Arias Cárdenas.

A diferencia de la Ciudad Gótica de la historieta, la Ciudad Gótica creada por 
nuestro Hugo Strange no tiene un Murciélago. Y no lo hay porque, mientras este 
personaje tenía sus principios y valores claros y era incapaz de pensar en dialogar 
y co-existir con la pandilla, los candidatos a Murciélago que tiene nuestra Ciudad 
Gótica parecen pensar que los hampones son apenas unos equivocados recuperables, 
con quienes podremos reconciliarnos. Ha sido tan efectiva la labor de destrucción moral 
llevada a cabo por Hugo Strange que los buenos ciudadanos de Ciudad Gótica 
parecen haberse adaptado a vivir bajo los anti-valores y la podredumbre moral 
impuestos por la pandilla. Y es así que ya no hay nada que los mueva a 
indignación. Ni el desenfreno despilfarrador del Guasón en PDVSA, ni el cinismo 
y jalabolismo del Pinguíno Escarrá, ni las locuras financieras del Acertijo Giordani, 
ni el analfabetismo obsceno de Capucha Roja Soto Rojas. Los buenos ciudadanos 
de nuestra Ciudad Gótica están “aprendiendo” a coexistir pacificamente con esta 
podredumbre. Ya no notan el hedor que existe en el ambiente.

La trágica victoria de Hugo Strange consiste en haber logrado que quienes viven 
en nuestra Ciudad Gótica ya no se den cuenta de que están viviendo en Ciudad Gótica.


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