Discurso de Nicolás Maduro como orador de orden en la sesión del 5 de julio
El canciller ofreció el discurso con motivo de la sesión especial en la Asamblea Nacional en conmemoración del Día de la Independencia.
EL UNIVERSAL
viernes 6 de julio de 2012 05:30 PM
Ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías, Comandante Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Ciudadano Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, diputados y diputadas. Ciudadana Gabriela Ramírez, Presidenta del Poder Ciudadano y Defensora del Pueblo. Ciudadana Luisa Ortega Díaz, Fiscal General de la República, Ciudadana Adelina González, Contralora General Encargada de la República. Ciudadano Elías Jaua Milano, Vicepresidente Ejecutivo de la República, Señoras y señores, embajadores, agregados, representantes de los gobiernos hermanos del mundo, ante la República Bolivariana de Venezuela, queridos compañeros y compañeras de los movimientos y fuerzas políticas del Foro de Sao Paulo presente en nuestra patria. Queridos alcaldes, gobernadores, voceras y voceros del Poder Popular, queridos compatriotas del pueblo que hoy acompaña esta jornada de los 201 años.
Estas reflexiones que hoy vamos a presentar aquí son el resultado de un proceso de construcción y de aprendizaje intento de lo que ha sido el rescate de la raíz más profunda de una política nacional y de una política exterior, profundamente comprometida con la independencia y con los ideales de nuestro Libertador Simón Bolívar.
Aprendizajes, donde nosotros hemos tenido el privilegio de estar como alumnos del comandante Hugo Chávez, en su proceso de construcción y diseño de lo que hoy vamos a compartir en esta sesión especial.
Hace 201 años Venezuela daba el paso de anunciar su Independencia con una Declaración Oficial. Un documento que en su contenido es expresión del gran debate que se abrió en la sociedad venezolana de la época, sobre los caminos posibles a seguir, sobre el destino de la recién fundada Republica, de aquellas provincias unidas que formaron la llamada Confederación Americana de Venezuela. Ya temprano, en este documento fundacional, nuestros padres fundadores marcaban con fuerza lo que con el tiempo, el genio del Libertador desarrolló como cuerpo fundamental de ideas, como doctrina, lo que fue el sueño, el proyecto, la obra iniciada por los Libertadores hace 200 años.
En primer lugar por supuesto, una visión absoluta de la Independencia, que desde el primer momento concentra el independentismo y el anticolonialismo en su núcleo fundamental pero que además contiene el germen del antiimperialismo.
Decían los Padres fundadores en el Acta recién leída por el diputado Earle Herrera "Como todos los pueblos del mundo estamos libres y autorizados para no depender de otra autoridad que no sea la nuestra, y tomar, entre las potencias de la tierra, el puesto igual que el Ser supremo y la naturaleza nos asignan y a que nos llama la sucesión de los acontecimientos humanos y nuestro propio bien y utilidad". Y prosiguen, en este documento fundacional diciendo "Nosotros, pues, a nombre con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus provincias unidas son y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, estados libres, soberanos e independientes, y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona Española o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal estado libre e independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos".
A la lucha por la Independencia se asoció aquella idea fundamental de que todo el colectivo humano que hizo vida en la llamada América antes española, constituye un solo y mismo cuerpo, y que la tarea titánica de alcanzar la Independencia sólo podría concretarse sobre la base de los profundos lazos de hermandad y unión entre las Repúblicas que empezaban a surgir del proceso de emancipación de España.
El Acta del 5 de julio contiene el mandato de lo que hoy es la Unidad Latinoamericana y Caribeña, como tarea indisociable y necesaria para la gesta de la Independencia, al afirmar "Mas nosotros que nos gloriamos de fundar nuestro proceder en mejores principios, y que no queremos establecer nuestra felicidad sobre la desgracia de nuestros semejantes, miramos y declaramos como amigos nuestros compañeros de nuestra suerte, y partícipes de nuestra felicidad, a los que, unidos a nosotros por los vínculos de la sangre, la lengua y la religión, han sufrido los mismos males en el anterior orden", llamándolos más adelante, en el mismo documento del Acta de la Independencia, amigos, hermanos y compatriotas, así, la patria que emerge del acto fundador del 5 de julio es la venezolana en la realidad, pero ya lleva en su espíritu, la nación de repúblicas con la cual el Libertador formuló su doctrina de unión fundamental.
Unida con lazos
que el cielo formó
la América toda
existe en nación
Dice la última estrofa del Himno Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. Hay que recordar que el Gloria al Bravo Pueblo fue inicialmente una canción patriótica compuesta en el año 1810 ¿qué expresan estos versos que parecen escritos el día de ayer? El sentimiento y la conciencia de la unidad nuestra americana, la voluntad política de existir desde y más allá de las distintas formaciones nacionales, como una sola nación; una nación de repúblicas, para decirlo, una vez más, con Bolívar.
Y si se trata de decirlo con Bolívar, citemos simplemente un extracto de la Carta de Jamaica, 6 de septiembre de 1815 que es un Manifiesto Político impregnado de estos conceptos profundos. Bolívar.
"Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación, con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí con el todo, ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres, y una religión debería por consiguiente tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que han de formarse".
Todavía hoy nos impresiona la sincronía espiritual de pensamiento que hubo entre los autores del Acta del 5 de Julio y el pensamiento rector del Libertador que guió toda la primera etapa de la lucha por la Independencia en el siglo XIX.
Esta formulación teórica tuvo una expresión concreta en las primeras décadas de esa intensa batalla que significó derrotar el poderoso imperio español en nuestras tierras. El Libertador, concibió una sucesión de centros de poder integradores alrededor de tres grandes espacios geoestratégicos, el primero, la fundación de Colombia y la cohesión alrededor de un solo gobierno de las provincias de Venezuela, Nueva Granada y Quito, en lo que hoy es Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador.
Segundo, de manera simultánea obró por la consolidación de la Independencia y confederación con el Perú, y la fundación, en el corazón de Suramérica de esa gran República Bolivia, que lleva su nombre, y por siempre llevará su espíritu.
Y el tercer eje de fuerzas, de grandes espacios geoestratégicos, fue la convocatoria al Congreso de Panamá, con la intención expresa de unir en un solo gobierno, y con pactos de protección mutua, a todas las repúblicas ya independientes del Imperio Español. Todo este proyecto se fue configurando sobre la base de principios sólidos, puros, transparentes, auténticos, originarios, nuestros, principios republicanos antimonárquicos, principios independentistas de clara vocación anticolonialista y antiimperialista; principios de unión y consolidación de nuestra región como un gran poder regional y mundial. Esos principios se conjugaron con una visión genial y completa que tenía el Libertador de los poderes y las corrientes más influyentes de su época. Una acertada visión geoestratégica, global, del mundo, cuando aún no existían las herramientas tecnológicas que permitieran concentrar esa visión panorámica de la realidad.
El Libertador tuvo las riendas del pensamiento y de la acción de su época, como constructor de estados republicanos, como conductor de ejércitos unidos suramericanos, y como creador de la gran doctrina capaz de hacer este mundo nuestro un mundo de hombres y mujeres libres respetados y verdaderamente humanos.
Si pensamos en la realización de los grandes objetivos de existencia de nuestra patria, con imperios más agresivos y peligrosos que los que se conocieron en el pasado, sólo es posible concebir el alcanzar la felicidad social, entendiendo y haciendo realidad con la misma fuerza creadora, y la misma energía de acción, la doctrina de nuestros fundadores llevada a su máxima expresión por el Libertador Simón Bolívar.
Pero no en vano era el hombre de las dificultades, y había fusionado, para decirlo con Gramsci, el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad; la batalla política por la unidad era a largo plazo, pero por esta idea grandiosa valía la pena luchar como él lo hizo hasta el último aliento. Su lúcida prédica unitaria, fue constante a través del tiempo, léase por ejemplo este fragmento de la Carta que le dirige el 12 de junio de 1818 a Juan Martín de Puerreidon desde Angostura, a las orillas del Orinoco, como nos lo recuerda y cita permanentemente el Comandante Hugo Chávez, en pleno fragor de guerra en Venezuela, Bolívar es capaz de ver más allá, Bolívar.
"Excelentísimo Señor, cuando el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su Independencia, o que circunstancias más favorables nos permitan comunicaciones más frecuentes y relaciones más estrechas, nosotros nos apresuraremos con el más vivo interés a entablar, por nuestra parte, el pacto americano que formando de todas nuestras repúblicas un cuerpo político, presente de América al mundo, con un aspecto de majestad y grandeza, sin ejemplos en las naciones antiguas. La América, así unida, si el cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse la Reina de las Naciones y la Madre de las Repúblicas".
¿Con qué se topó el Libertador en su camino? ¿Con qué se toparon los Libertadores y nuestros pueblos en su camino? Con la traición de la época; con el viejo caudillismo oligarca y terrateniente que veía a las nacientes repúblicas como sus comarcas particulares; que por su ambición mezquina y su egoísmo económico, era el grupo social más propenso a la intriga, y la conspiración antibolivariana, intrigas que desde sus primeros días el naciente imperio estadounidense organizó milimétricamente contra el Libertador y contra los intereses de nuestro pueblo.
Desde el momento fundador de nuestra vida republicana, se fue perfilando un duelo histórico: el duelo ideológico, político y de valores entre la doctrina de los libertadores, la doctrina del Libertador Bolívar y de Monroe, que traza la línea divisoria entre patria y colonia en nuestro continente.
Durante los siglos XIX y XX se batieron en duelo las ideas y el proyecto de emancipación de los libertadores y la herencia que nos dejaron con el proyecto de Monroe, de "América para los americanos". El proyecto de la elite imperial estadounidense, heredera directa de la visión colonialista británica. Incluso, antes de ser formulada formalmente como tal, la nefasta Doctrina Monroe comienza a ser practicada por el gobierno de los Estados Unidos especialmente contra Bolívar, antes de su celebración, y durante su transcurso el Congreso de Panamá fue saboteado sistemáticamente por los Estados Unidos. Apenas asomaba en el horizonte nuestro americano, la Constitución y consolidación de la anfictionía propuesta por el Libertador, Estados Unidos llevaba a su máxima y casi perfecta expresión, el principio aquel de divide y vencerás, en tal sentido, fueron giradas instrucciones a los agentes diplomáticos, en toda nuestra América, para que impidieran a toda costa la realización del proyecto unitario bolivariano. Estos agentes se dedicaron no sólo a difamar políticamente a Bolívar, sino a intentar asesinarlo moralmente.
El gran historiador colombiano Indalecio Liébano Aguirre, lo expondrá magistralmente en su obra "El Congreso de Panamá. Bolivarismo y monroísmo" de 1968. Dice Indalecio Aguirre
"El siniestro Joe Poincen, en México; Anderson en Bogotá, William Tudor en Lima, por sólo citar los principales, organizaron entonces una verdadera red de intrigas, cuyos hilos se movían en Washington, y en las sedes centrales de las logias del rito yorkino, intrigas que se orientaban a ofrecer toda clase de estímulos al espíritu regionalista y a las rivalidades de las distintas repúblicas hispanoamericanas, a fin de crearles constantes obstáculos a la formación de la Liga Confederal ideada por Bolívar, dividir al Sur mientras se unificaba el norte".
No puede sino avergonzarnos y dolernos en la forma en que nos dividieron, o mejor dicho, en que nos dejamos dividir, son conmovedoras las palabras de nuestro Bolívar, reconociendo la frustración ante los magros resultados del Congreso Anfictiónico, en carta escrita al General José Antonio Páez, el 8 de agosto de 1826. Bolívar:
"El Congreso de Panamá, institución que debería ser admirable, si tuviera más eficacia, no es otra cosa que aquel loco griego que pretendía dirigir desde una roca los buques que navegaban, su poder será una sombra y sus decretos meros consejos, nada más".
Es importante, también, conocer de primera mano, las palabras del agente William Tudor, envido por Washington a nuestras tierras, en la misiva que dirige a su gobierno el 3 de febrero del año 1827, que también habla por sí misma: Tudor.
"La esperanza dice Tudor a su gobierno- de que los proyectos de Bolívar están ahora efectivamente destruidos, es una de las más consoladoras. Esto no sólo es motivo de felicitación, en lo relativo a la América del Sur, liberada de un despotismo militar le decían a Bolívar- y de proyectos de insaciable ambición que habrían consumido todos sus recursos"
Cualquier parecido con la realidad actual es pura coincidencia.
"Liberada de un despotismo militar y de proyectos de insaciable ambición que habrían consumido todos sus recursos, sino que también Estados Unidos se ve aliviado de un enemigo peligroso en el futuro, si hubiera triunfado estoy persuadido de que hubiéramos sufrido su animosidad".
Los documentos suscritos en la Asamblea de Panamá, no fueron ratificados más adelante en la Asamblea de Tacubaya, México, debido a que gran parte de las artimañas del Ministro estadounidense Joe Poinsen, luego de dos años de gestión para tratar de que se lograra la ratificación de los Tratados suscritos en Panamá, el 9 de octubre de 1828 se declaran en Tacubaya finalizadas las labores del Congreso de Panamá, y fracasado el proyecto de confederación hispanoamericana que había recogido el espíritu bolivariano.
De esta manera se antepuso el proyecto divisionista alentado por Estados Unidos, que terminó fragmentando la voluntad de nuestras naciones, y minimizando su capacidad de acción tanto individual como conjunta.
El siglo XIX tras la independencia y la muerte del Libertador, es el de la aplicación por la oligarquía caudillista y terrateniente de una versión "pasiva de la dependencia", encarnada por una Constitución provinciana y aislacionista, que pretendió que el desarrollo nacional era posible manteniéndose al margen del entorno político, geopolítico. Aquellos que dicen, no nos importa el mundo, no nos importa América Latina, solo nos importa Venezuela.
Tal fue la visión limitada del caudillismo latinoamericano oligárquico, que en realidad terminó generando las condiciones para el dominio imperial de las grandes potencias de la época, quienes con su poderío económico y militar suplantaron al antiguo y decadente imperio español, como fuerzas hegemónicas, en una región que empezaba a vivir sólo una ilusión de independencia.
Simultáneamente, nuestro hermano México es víctima de agresiones por parte de los Estados Unidos, situación que obliga a este país a concentrar sus esfuerzos sólo en la defensa de sus soberanía e integridad territorial, en efecto, la República de Texas, que había declarado su independencia el 2 de marzo de 1836 solicitó su anexión a los Estados Unidos, y fue aceptada por el Congreso el 28 de febrero del año 45. Esto originó una ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países, lo que sumado a la negativa del gobierno mexicano de vender a los Estados Unidos los territorios de Nuevo México y California, le sirvió de excusa a los Estados Unidos para invadir el territorio mexicano e iniciar la guerra entre ambos países. La guerra culminó el 2 de febrero del año 48 con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, por el que México perdió casi la mitad de su territorio.
Uno de los signos característicos de la segunda mitad del siglo XIX, es el expansionismo norteamericano, y con él, la puesta en práctica de estrategias de penetración en los distintos países del Continente.
El objetivo geopolítico de los Estados Unidos, una vez dividida nuestra región, era tomar el control progresivo del Caribe, Centroamérica y Suramérica, anular la influencia del Reino Unido del territorio americano, y sustituir este poder por el suyo. Entre el año 55 y 60 del siglo XIX, las expediciones del filibustero William Walker en Nicaragua tenían ese objetivo. Estados Unidos por su parte, impulsó su expansión y predominó con su tendencia de llenar el vacío de poder dejado por los europeos en su retirada.
El país, antigua colonia británica se convirtió en un poder imperialista y expansionista en el siglo XIX. El Tratado Continental de 1856 pretendió ser una respuesta colectiva a la política expansionista de los Estados Unidos, y a la ambición de cualquier otra potencia que amenazara la integridad territorial de América Latina. Los objetivos planteados en su momento, en este Tratado Continental no se materializaron, tal como lo estipulaba el texto original y por ello fue valorado como un rotundo fracaso. No obstante, la suscripción de este documento preocupó enormemente a los Estados Unidos, se estaba germinando en el Continente un espíritu de resistencia, de la confederación de estados hispanoamericanos, que incluía ya en su momento a Brasil y excluía a los Estados Unidos.
El Tratado de Confederación y Alianza entre las Repúblicas de Venezuela, Nueva Granada, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, México y Perú, celebrado en Washington el 8 de noviembre del año 56 del siglo XIX, responde a las mismas motivaciones del Tratado Continental suscrito por Chile, Perú y Ecuador: conformar un bloque de resistencia contra las amenazas de naciones extranjeras, entre ellas Estados Unidos y Gran Bretaña, y conservar la independencia y la soberanía de los territorios americanos y detener las devastadoras consecuencias de las incursiones del filibustero Walker en Centroamérica, entre otras.
En el año de 1889 se convocó la primera Conferencia Panamericana realizada en Washington, con lo que la fragmentación latinoamericana se profundizó. El panamericanismo se convirtió en la doctrina "de unión hemisférica", pero para afianzar solamente la hegemonía de los Estados Unidos. La pérdida de la doctrina de la Unión Bolivariana sellaba en el siglo XIX, una vez más la pérdida de la independencia.
Durante el siglo XX, la visión pasiva de estas oligarquías dominantes y antibolivarianas, le dio paso a otra visión, entre comillas también "a una visión activa y militante de la dependencia", que aceleró el descubrimiento y la posterior explotación industrial de nuestros recursos naturales, y muy especialmente el petróleo.
Ese antinacionalismo militante, ese entreguismo propio de las mentes colonizadas, redujo la patria a un mero terreno de juegos de intereses superiores, en el cual la burguesía apátrida actuó como agente cómplice del interés foráneo para facilitar su empresa de dominación. Esta es la visión que ha caracterizado a la oligarquía de la derecha venezolana, y que tomó raíz en nuestro país a partir de la aparición de la industria petrolera a principios del siglo XX. Precisamente, en 1908 se produce en Venezuela el primer golpe de estado conducido y orientado por el imperialismo estadounidense contra Cipriano Castro. Reposa en los archivos históricos de la Cancillería y de la Biblioteca Nacional suficiente documentación de la participación y conspiración de todas las empresas transnacionales estadounidense y de las fuerza militar estadounidense en este golpe de estado contra el querido y recordado y siempre homenajeado Cipriano Castro, con el objetivo claro de hacerse con la riqueza petrolera venezolana.
Esta es una de las primeras manifestaciones políticas de la "dependencia activa", entre comillas, y de la traición militante de los principios constituidos que están contenidos en nuestra Acta de Independencia, casi un siglo después de su redacción y firma.
Si el siglo XX fue literalmente un siglo perdido en materia de unidad, parecíamos haber perdido definitivamente el rumbo que nos trazaron los Libertadores, la ausencia de una voluntad política unitaria y soberana, con las excepciones del caso, se convirtió en signo determinante en nuestro destino, sin embargo, en medio de aquella oscurana brilló con luz propia un grupo numeroso de patriotas de la unidad, con distintas concepciones ideológicas, en finales del siglo XIX y principios del siglo XX, siempre será necesario recordar a José Martí, Cipriano Castro, Eloy Alfaro, José Santos Zelaya, Rafael Uribe Uribe, Augusto Ugarte, José Carlos Mariátegui, Guillermo Toriello, entre otros patriotas que levantaron la bandera de la resistencia en nuestro continente.
Las conferencias internacionales americanas, así llamadas, como se llamaron las convocatorias realizadas por Estados Unidos, bajo el mando de la unidad americana, fueron el principal instrumento para el mantenimiento de la hegemonía sobre América Latina y el Caribe. La idea subyacente consistía en que una vez conquistada la independencia el Continente debía mantenerse libre de injerencia europea, correspondiendo a los Estados Unidos asumir el dominio pleno sobre esta región. Esa era la Doctrina Monroe.
La Conferencia Panamericana pasó a ser un brazo político de Washington en su afán de consolidarse como potencia mundial, utilizando como área de expansión las repúblicas y el territorio nuestro americano, que apenas se consolidaba internamente.
En 1902, a pocos meses de terminarse la II Conferencia en Ciudad de México, Venezuela sufriría un bloqueo marítimo por parte de las principales potencias europeas cobrando una deuda ilegítima y bajo usura; a pesar del supuesto principio de no injerencia impuesto por los norteamericanos, este país apoyó tácitamente la agresión inglesa bajo la excusa de la no injerencia que no implicaba el relajamiento de las obligaciones así debidamente pactadas.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, la consolidación de Estados Unidos como potencia global, y con el escalamiento de la guerra fría, y especialmente luego de la fundación de la ONU, los intereses que crearon este sistema interamericano requerían de un soporte institucional sobre el cual organizar su accionar.
La OEA, en la práctica, desde su fundación, se convirtió en un centro de poder de influencia de los Estados Unidos, para el acoso y la persecución de los movimientos progresistas del Continente. Esta dolorosa experiencia la conoce bien América Latina, es la práctica que promovió la OEA en sus primeros sesenta años, cuando legitimó agresiones militares contra países latinoamericanos, avaló golpes de estado, e intervino en asuntos internos para imponer dictaduras y para destruir movimientos progresistas. No podemos olvidar el papel que jugó la Organización de Estados Americanos en avalar la invasión y destitución del Presidente Jacobo Arbenz en Guatemala, en el año 1954; en la invasión de Cuba en 1961; en el golpe de estado contra Joao Goular en Brasil, en el año 1964; en la invasión de República Dominicana en 1965; y en los golpes cruentos de estado contra el Presidente Allende en Chile y contra el pueblo de Argentina y de Uruguay en la décda de los setenta.
También debemos recordar la indiferencia mostrada por la OEA ante las guerras mercenarias que se fraguaron en Centroamérica contra los pueblos de El Salvador, de Nicaragua y de Honduras, en la década de los 80.
Tenemos entonces que el proyecto de la Unión, la paz y la acción política en bloque, fue desplazado por el proyecto divisionista, alentado por las potencias que fragmentó a nuestros países y minimizó nuestra capacidad de acción conjunta hasta casi finalizado el siglo XX. El proyecto histórico bolivariano se había desdibujado, y los distintos intentos para retomarlo, acabaron estrellándose con las conspiraciones y la división.
Si el siglo XIX queridos compatriotas, fue el siglo de la independencia, de la creación política y la búsqueda de la unidad dentro de nuestros pueblos, el siglo XX fue el siglo de la división, la dominación imperial estadounidense, y la resistencia aguerrida de nuestros pueblos. El siglo XXI creemos debe ser el siglo de la concreción plena y definitiva de la independencia, y por eso mismo, de la unidad largamente anhelada y esperada.
... pero a su vez, largamente escamoteada y postergada por los intereses que nos condenaron a la dependencia y a la dominación los mismos intereses que siempre trabajaron para fragmentarnos, para dividirnos, para desunirnos.
Siempre tenemos que recordar, desde nuestra memoria viva y desde nuestro corazón, el final de ese siglo XX venezolano y latinoamericano, que nos permitió ser testigos y protagonistas de aquella explosión social del 27 de febrero del año 1989, en que nuestro pueblo salió a decir ¡basta ya! A la imposición del paquete neoliberal del Fondo Monetario Internacional, de la gloriosa insurrección militar bolivariana del 4 de febrero de 1992, liderada por el Comandante Hugo Chávez...
Repito: de la explosión social del 27 de febrero de 1989 contra la imposición del paquete neoliberal del Fondo Monetario Internacional, de la gloriosa insurrección militar bolivariana del 4 de febrero de 1992 que trajo la resurrección del espíritu y la idea del Libertador Simón Bolívar. Dos eventos políticos y sociales que crearon las condiciones para la victoria democrática y pacífica del candidato de la Revolución Bolivariana el 6 de diciembre de 1998, y el inicio de un proceso constituyente de construcción, ahora sí, de una República Bolivariana, latinoamericanista, indepen dien te y soberana.
La Revolución Bolivariana desde sus primeros días, inició una fase de desprendimiento de los dictámenes del gobierno de los Estados Unidos y de todos los vínculos de amarre que existían, y de la forma imperial que hasta ese momento existió de relacionamiento con nuestro país, a la que fueron acostumbrados por los entreguistas que dirigieron este país cuando llegaban las órdenes imperiales y fijaban las agendas y la acción desde el Palacio de Miraflores. La Revolución Bolivariana también se desprendió de los dictámenes económicos del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, llevando hacia adelante una firme resistencia y una denuncia al proyecto neocolonial del ALCA, resistencia cuyo acto fundamental fue la reserva emitida y firmada por el Comandante Hugo Chávez, de la declaración final de la III Cumbre de las Américas en Quebec, el 22 de abril de 2001.
Fueron también aquellos los tiempos del inicio de los vínculos y las gestiones para el ingreso de Venezuela al Mercosur, y de la denuncia de la guerra y de la invasión criminal contra Afganistán e Irak, no es coincidencia que a raíz de estos desprendimientos y estas denuncias, se haya producido también la aceleración de las fricciones y conspiraciones y los movimientos que condujeron al golpe de estado fascista del 11 de abril del año 2002, como intento desesperado de la oligarquía apátrida, por frenar la voluntad del pueblo de Bolívar, de ser definitivamente libre y de construir la unidad con los pueblos hermanos de nuestro continente.
--No volverán, no volverán, no volverán.
Tras un período de desprendimiento y consolidación de la política interna de las bases ciertas de la revolución, vino la ofensiva constructiva para retomar y hacer realidad el proyecto unitario de nuestros Libertadores. El 14 de diciembre del 2004, en La Habana, Cuba, se funda la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, espacio inmediato de unión política y económica que en pleno siglo XXI le hace eco a los espacios geoestratégicos diseñados por el Libertador en su época, cuando fundó Colombia desde el Orinoco.
A la creación del ALBA le siguió casi inmediatamente el 29 de junio del año 2005, la fundación de Petrocaribe, en Puerto La Cruz, Venezuela, con la participación de 16 estados del Caribe. Paso histórico y fundamental para acelerar la incorporación de los hermanos pueblos del Caribe y Centroamérica, a la dinámica de unión continental, herencia directa del mandato del Acta de Independencia del 5 de julio y de la visión y de la acción del Libertador, para consolidarla y profundizarla.
Esta ofensiva de reconstrucción de nuestro ideal originario tuvo un punto de quiebre fundamental con la definitiva derrota del área de la llamada y pretendida Area de Libre Comercio para las Américas, ALCA, el 5 de noviembre del año 2005, en la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata.
La acción hermanada y conjunta de los presidentes de la República Federativa del Brasil, compañero Lula Da Silva, del Presidente de la República Argentina Néstor Kirchner, y del Presidente constitucional de la República Bolivariana Hugo Chávez permitió este gran logro, hoy más que nunca debemos rendir un tributo sanmartiniano y peronista a Néstor Kirchner, gloria eterna a su memoria y a su recuerdo.
Si en algún momento brilló el pensamiento y la espada del Libertador en el corazón, en la luminosidad de la creación de una revolución auténtica, como la bolivariana, es en este.
Esta secuencia de eventos que forman parte de una ofensiva de la mitad de la primera década de este siglo, realmente es impresionante y continúa de la siguiente forma.
Finalmente, el 4 de julio del 2006, hace seis años exactamente, se firmó en Caracas el protocolo de adhesión de Venezuela al Mercosur. Acto que inició el proceso político que nos condujo al anuncio, este 29 de junio pasado, de la definitiva y completa incorporación como miembro pleno de la República Bolivariana de Venezuela al Mercosur. Teniendo en mente el concepto geopolítico y geoestratégico del Libertador, y el historial de conspiraciones y obstáculos puestos en el camino del proyecto bolivariano no debe sorprendernos que este logro común haya sido el resultado de una lucha áspera, compleja y frontal; pues si la fundación del ALBA, de acuerdo a nuestra visión, hace eco con el peso que tuvo en su momento la fundación de ese eje central que el Libertador aspiró a consolidar, que fue el proyecto de Colombia, y si el ingreso de Venezuela hoy al Mercosur, hace eco en las condiciones actuales de lo que pretendió ser la Confederación junto al Perú y Bolivia en su momento; significa el acoplamiento práctico de la Venezuela caribeña, a la dinámica de la unión suramericana.
En ese momento, en este, confluyen nuevamente el duelo histórico, Bolívar y Monroe, la patria o la colonia; la derrota del ALCA es la derrota del proyecto de dominación de Monroe, y la fundación del ALBA y Petrocaribe, está el renacimiento de la doctrina bolivariana de construcción de nuestros propios espacios y de consolidación de la unión.
En el ingreso de Venezuela a Mercosur, está la conjunción y la concreción de los sueños que tuvieron Simón Bolívar, José Inácio Abreu e Lima, José Gervasio Artigas, San Martín y tantos otros.
La ofensiva del siglo XXI continuó, igualmente con la fundación de la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, el 17 de abril de 2007 en Margarita. Saludamos a su Secretario General Alí Rodríguez. En UNASUR está el inicio del camino para la construcción de la nación de Repúblicas que Bolívar nos dejó como mandato.
Señor Presidente, qué gran emoción sintió nuestro pueblo a 200 años de aquel 1810, de aquel 5 de julio de 1811, al ver como en Caracas, cuna y tierra de Libertadores, se fundaba el pasado 2 y 3 de diciembre del año 2011 bajo la presidencia del Comandante Hugo Chávez, la Comunidad de Estados Latinoamericana y Caribeña, CELAC.
CELAC. Demás está decir fuera del texto escrito, lo felices, cuando hacemos este repaso, la felicidad que tiene que sentir todo nuestro pueblo, y la identidad con que hoy se estén construyendo los sueños, los proyectos de los Libertadores, que son la única forma de tener bases sólidas para construir la felicidad estable, permanente, de nuestro pueblo.
El CELAC, a nuestro entender, es la oportunidad histórica de retomar el proyecto anfictiónico de Panamá, obra pendiente del Libertador. La CELAC que hoy representa a toda América Latina y el Caribe, en su fortaleza y dignidad pero también en su pluralidad y su diversidad, como la traduce su órgano de conducción política llamada La Troika, compuesta por los gobiernos de Venezuela, Chile y Cuba.
En la fundación de la CELAC, y su consolidación, reside la posibilidad de que la articulación de los espacios políticos visualizados por el Libertador conviertan a la América Latina y Caribeña de nuestra época en uno de los bloques de poder en el mundo, antes de que termine esta década, y para ser posible en este siglo XXI la aspiración suprema expresada por el cantor Alí Primera: Que sea humana la humanidad. Hacer realidad un mundo sin imperio, un mundo multicéntrico y pluripolar, y dentro de este mundo una República, una patria, la venezolana, desarrollando toda su potencia económica, social, energética, tecnológica, científica, espiritual, cultural, política y viviendo en la mayor suma de felicidad posible.
Igualmente, es necesario anotar y saludar el surgimiento de fuerzas emergentes en nuestro mundo, el surgimiento del llamado BRICS, alianza práctica de potencias emergentes como son nuestra hermana Brasil, nuestra hermana Rusia, India, China, Sudáfrica, que agrupa casi tres mil millones de habitantes, la mitad de la población mundial, con un Producto Interno Bruto combinado de 13 trillones de dólares, casi el 20% del PIB mundial. Pero sobre todo, concentrando lo fundamental del dinamismo político y económico en medio de un mundo capitalista, sumido en la más profunda crisis sistémica que jamás se haya conocido.
La Venezuela Bolivariana del Comandante Chávez, hoy se enorgullece de mantener extraordinaria y muy profunda relaciones de hermandad y cooperación con todos estos países, y esto va a continuar por décadas y décadas...
Además, de desarrollar alianzas estratégicas del más alto nivel y del mayor alcance con los hermanos gobiernos y pueblos de la República Federativa de Brasil, de la República Popular China, de la Federación de Rusia.- Estas alianzas estratégicas en la articulación de la Venezuela país potencia, y de la América Latina caribeña con esos polos de poder emergentes, allí, reside la clave del surgimiento definitivo del mundo nuevo.
Comandante Presidente Hugo Chávez, hoy desde nuestro corazón y junto a nuestro pueblo, podemos decirle al Libertador, y a los libertadores, que bajo su conducción nuestro país ha recobrado su independencia, ha iniciado el camino...
Muy avanzado hoy, de construcción de la nueva unión bolivariana de la América Latina Caribeña, y se ha articulado en relaciones de mutuo beneficio, de respeto y cooperación con las principales potencias emergentes del mundo. Ese eje virtuoso como usted lo ha concebido, y como nos lo legara el Libertador, hoy es el centro del Pensamiento y de la acción con lo cual usted ha guiado la construcción de una política exterior bolivariana, independiente.
Hoy es el centro del pensamiento de la patria a construir, la independencia absoluta y el antiimperialismo, la unión y la integración de nuestros pueblos latinoameroicanos y caribeños, y la construcción de un mundo multicéntrico y pluripolar, lo que sería en palabras del Libertador, el equilibrio del universo.
En honor a los patriotas que redactaron y firmaron el Acta de nuestra Independencia, como acto constitucional de nuestro destino histórico como nación, la Venezuela Bolivariana, la Venezuela de la dignidad, no será más nunca colonia de nadie. No habrá oligarquía entreguista que vuelva a arrodillar a nuestro pueblo al imperio. El proyecto de Bolívar, el proyecto de la patria seguirá siendo la independencia, la unión y el surgimiento del Nuevo Mundo.
Hoy más que nunca debemos decir, con absoluta entrega:
Independencia y Patria Socialista.
Muchas gracias.
Estas reflexiones que hoy vamos a presentar aquí son el resultado de un proceso de construcción y de aprendizaje intento de lo que ha sido el rescate de la raíz más profunda de una política nacional y de una política exterior, profundamente comprometida con la independencia y con los ideales de nuestro Libertador Simón Bolívar.
Aprendizajes, donde nosotros hemos tenido el privilegio de estar como alumnos del comandante Hugo Chávez, en su proceso de construcción y diseño de lo que hoy vamos a compartir en esta sesión especial.
Hace 201 años Venezuela daba el paso de anunciar su Independencia con una Declaración Oficial. Un documento que en su contenido es expresión del gran debate que se abrió en la sociedad venezolana de la época, sobre los caminos posibles a seguir, sobre el destino de la recién fundada Republica, de aquellas provincias unidas que formaron la llamada Confederación Americana de Venezuela. Ya temprano, en este documento fundacional, nuestros padres fundadores marcaban con fuerza lo que con el tiempo, el genio del Libertador desarrolló como cuerpo fundamental de ideas, como doctrina, lo que fue el sueño, el proyecto, la obra iniciada por los Libertadores hace 200 años.
En primer lugar por supuesto, una visión absoluta de la Independencia, que desde el primer momento concentra el independentismo y el anticolonialismo en su núcleo fundamental pero que además contiene el germen del antiimperialismo.
Decían los Padres fundadores en el Acta recién leída por el diputado Earle Herrera "Como todos los pueblos del mundo estamos libres y autorizados para no depender de otra autoridad que no sea la nuestra, y tomar, entre las potencias de la tierra, el puesto igual que el Ser supremo y la naturaleza nos asignan y a que nos llama la sucesión de los acontecimientos humanos y nuestro propio bien y utilidad". Y prosiguen, en este documento fundacional diciendo "Nosotros, pues, a nombre con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus provincias unidas son y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, estados libres, soberanos e independientes, y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona Española o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal estado libre e independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos".
A la lucha por la Independencia se asoció aquella idea fundamental de que todo el colectivo humano que hizo vida en la llamada América antes española, constituye un solo y mismo cuerpo, y que la tarea titánica de alcanzar la Independencia sólo podría concretarse sobre la base de los profundos lazos de hermandad y unión entre las Repúblicas que empezaban a surgir del proceso de emancipación de España.
El Acta del 5 de julio contiene el mandato de lo que hoy es la Unidad Latinoamericana y Caribeña, como tarea indisociable y necesaria para la gesta de la Independencia, al afirmar "Mas nosotros que nos gloriamos de fundar nuestro proceder en mejores principios, y que no queremos establecer nuestra felicidad sobre la desgracia de nuestros semejantes, miramos y declaramos como amigos nuestros compañeros de nuestra suerte, y partícipes de nuestra felicidad, a los que, unidos a nosotros por los vínculos de la sangre, la lengua y la religión, han sufrido los mismos males en el anterior orden", llamándolos más adelante, en el mismo documento del Acta de la Independencia, amigos, hermanos y compatriotas, así, la patria que emerge del acto fundador del 5 de julio es la venezolana en la realidad, pero ya lleva en su espíritu, la nación de repúblicas con la cual el Libertador formuló su doctrina de unión fundamental.
Unida con lazos
que el cielo formó
la América toda
existe en nación
Dice la última estrofa del Himno Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. Hay que recordar que el Gloria al Bravo Pueblo fue inicialmente una canción patriótica compuesta en el año 1810 ¿qué expresan estos versos que parecen escritos el día de ayer? El sentimiento y la conciencia de la unidad nuestra americana, la voluntad política de existir desde y más allá de las distintas formaciones nacionales, como una sola nación; una nación de repúblicas, para decirlo, una vez más, con Bolívar.
Y si se trata de decirlo con Bolívar, citemos simplemente un extracto de la Carta de Jamaica, 6 de septiembre de 1815 que es un Manifiesto Político impregnado de estos conceptos profundos. Bolívar.
"Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación, con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí con el todo, ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres, y una religión debería por consiguiente tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que han de formarse".
Todavía hoy nos impresiona la sincronía espiritual de pensamiento que hubo entre los autores del Acta del 5 de Julio y el pensamiento rector del Libertador que guió toda la primera etapa de la lucha por la Independencia en el siglo XIX.
Esta formulación teórica tuvo una expresión concreta en las primeras décadas de esa intensa batalla que significó derrotar el poderoso imperio español en nuestras tierras. El Libertador, concibió una sucesión de centros de poder integradores alrededor de tres grandes espacios geoestratégicos, el primero, la fundación de Colombia y la cohesión alrededor de un solo gobierno de las provincias de Venezuela, Nueva Granada y Quito, en lo que hoy es Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador.
Segundo, de manera simultánea obró por la consolidación de la Independencia y confederación con el Perú, y la fundación, en el corazón de Suramérica de esa gran República Bolivia, que lleva su nombre, y por siempre llevará su espíritu.
Y el tercer eje de fuerzas, de grandes espacios geoestratégicos, fue la convocatoria al Congreso de Panamá, con la intención expresa de unir en un solo gobierno, y con pactos de protección mutua, a todas las repúblicas ya independientes del Imperio Español. Todo este proyecto se fue configurando sobre la base de principios sólidos, puros, transparentes, auténticos, originarios, nuestros, principios republicanos antimonárquicos, principios independentistas de clara vocación anticolonialista y antiimperialista; principios de unión y consolidación de nuestra región como un gran poder regional y mundial. Esos principios se conjugaron con una visión genial y completa que tenía el Libertador de los poderes y las corrientes más influyentes de su época. Una acertada visión geoestratégica, global, del mundo, cuando aún no existían las herramientas tecnológicas que permitieran concentrar esa visión panorámica de la realidad.
El Libertador tuvo las riendas del pensamiento y de la acción de su época, como constructor de estados republicanos, como conductor de ejércitos unidos suramericanos, y como creador de la gran doctrina capaz de hacer este mundo nuestro un mundo de hombres y mujeres libres respetados y verdaderamente humanos.
Si pensamos en la realización de los grandes objetivos de existencia de nuestra patria, con imperios más agresivos y peligrosos que los que se conocieron en el pasado, sólo es posible concebir el alcanzar la felicidad social, entendiendo y haciendo realidad con la misma fuerza creadora, y la misma energía de acción, la doctrina de nuestros fundadores llevada a su máxima expresión por el Libertador Simón Bolívar.
Pero no en vano era el hombre de las dificultades, y había fusionado, para decirlo con Gramsci, el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad; la batalla política por la unidad era a largo plazo, pero por esta idea grandiosa valía la pena luchar como él lo hizo hasta el último aliento. Su lúcida prédica unitaria, fue constante a través del tiempo, léase por ejemplo este fragmento de la Carta que le dirige el 12 de junio de 1818 a Juan Martín de Puerreidon desde Angostura, a las orillas del Orinoco, como nos lo recuerda y cita permanentemente el Comandante Hugo Chávez, en pleno fragor de guerra en Venezuela, Bolívar es capaz de ver más allá, Bolívar.
"Excelentísimo Señor, cuando el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su Independencia, o que circunstancias más favorables nos permitan comunicaciones más frecuentes y relaciones más estrechas, nosotros nos apresuraremos con el más vivo interés a entablar, por nuestra parte, el pacto americano que formando de todas nuestras repúblicas un cuerpo político, presente de América al mundo, con un aspecto de majestad y grandeza, sin ejemplos en las naciones antiguas. La América, así unida, si el cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse la Reina de las Naciones y la Madre de las Repúblicas".
¿Con qué se topó el Libertador en su camino? ¿Con qué se toparon los Libertadores y nuestros pueblos en su camino? Con la traición de la época; con el viejo caudillismo oligarca y terrateniente que veía a las nacientes repúblicas como sus comarcas particulares; que por su ambición mezquina y su egoísmo económico, era el grupo social más propenso a la intriga, y la conspiración antibolivariana, intrigas que desde sus primeros días el naciente imperio estadounidense organizó milimétricamente contra el Libertador y contra los intereses de nuestro pueblo.
Desde el momento fundador de nuestra vida republicana, se fue perfilando un duelo histórico: el duelo ideológico, político y de valores entre la doctrina de los libertadores, la doctrina del Libertador Bolívar y de Monroe, que traza la línea divisoria entre patria y colonia en nuestro continente.
Durante los siglos XIX y XX se batieron en duelo las ideas y el proyecto de emancipación de los libertadores y la herencia que nos dejaron con el proyecto de Monroe, de "América para los americanos". El proyecto de la elite imperial estadounidense, heredera directa de la visión colonialista británica. Incluso, antes de ser formulada formalmente como tal, la nefasta Doctrina Monroe comienza a ser practicada por el gobierno de los Estados Unidos especialmente contra Bolívar, antes de su celebración, y durante su transcurso el Congreso de Panamá fue saboteado sistemáticamente por los Estados Unidos. Apenas asomaba en el horizonte nuestro americano, la Constitución y consolidación de la anfictionía propuesta por el Libertador, Estados Unidos llevaba a su máxima y casi perfecta expresión, el principio aquel de divide y vencerás, en tal sentido, fueron giradas instrucciones a los agentes diplomáticos, en toda nuestra América, para que impidieran a toda costa la realización del proyecto unitario bolivariano. Estos agentes se dedicaron no sólo a difamar políticamente a Bolívar, sino a intentar asesinarlo moralmente.
El gran historiador colombiano Indalecio Liébano Aguirre, lo expondrá magistralmente en su obra "El Congreso de Panamá. Bolivarismo y monroísmo" de 1968. Dice Indalecio Aguirre
"El siniestro Joe Poincen, en México; Anderson en Bogotá, William Tudor en Lima, por sólo citar los principales, organizaron entonces una verdadera red de intrigas, cuyos hilos se movían en Washington, y en las sedes centrales de las logias del rito yorkino, intrigas que se orientaban a ofrecer toda clase de estímulos al espíritu regionalista y a las rivalidades de las distintas repúblicas hispanoamericanas, a fin de crearles constantes obstáculos a la formación de la Liga Confederal ideada por Bolívar, dividir al Sur mientras se unificaba el norte".
No puede sino avergonzarnos y dolernos en la forma en que nos dividieron, o mejor dicho, en que nos dejamos dividir, son conmovedoras las palabras de nuestro Bolívar, reconociendo la frustración ante los magros resultados del Congreso Anfictiónico, en carta escrita al General José Antonio Páez, el 8 de agosto de 1826. Bolívar:
"El Congreso de Panamá, institución que debería ser admirable, si tuviera más eficacia, no es otra cosa que aquel loco griego que pretendía dirigir desde una roca los buques que navegaban, su poder será una sombra y sus decretos meros consejos, nada más".
Es importante, también, conocer de primera mano, las palabras del agente William Tudor, envido por Washington a nuestras tierras, en la misiva que dirige a su gobierno el 3 de febrero del año 1827, que también habla por sí misma: Tudor.
"La esperanza dice Tudor a su gobierno- de que los proyectos de Bolívar están ahora efectivamente destruidos, es una de las más consoladoras. Esto no sólo es motivo de felicitación, en lo relativo a la América del Sur, liberada de un despotismo militar le decían a Bolívar- y de proyectos de insaciable ambición que habrían consumido todos sus recursos"
Cualquier parecido con la realidad actual es pura coincidencia.
"Liberada de un despotismo militar y de proyectos de insaciable ambición que habrían consumido todos sus recursos, sino que también Estados Unidos se ve aliviado de un enemigo peligroso en el futuro, si hubiera triunfado estoy persuadido de que hubiéramos sufrido su animosidad".
Los documentos suscritos en la Asamblea de Panamá, no fueron ratificados más adelante en la Asamblea de Tacubaya, México, debido a que gran parte de las artimañas del Ministro estadounidense Joe Poinsen, luego de dos años de gestión para tratar de que se lograra la ratificación de los Tratados suscritos en Panamá, el 9 de octubre de 1828 se declaran en Tacubaya finalizadas las labores del Congreso de Panamá, y fracasado el proyecto de confederación hispanoamericana que había recogido el espíritu bolivariano.
De esta manera se antepuso el proyecto divisionista alentado por Estados Unidos, que terminó fragmentando la voluntad de nuestras naciones, y minimizando su capacidad de acción tanto individual como conjunta.
El siglo XIX tras la independencia y la muerte del Libertador, es el de la aplicación por la oligarquía caudillista y terrateniente de una versión "pasiva de la dependencia", encarnada por una Constitución provinciana y aislacionista, que pretendió que el desarrollo nacional era posible manteniéndose al margen del entorno político, geopolítico. Aquellos que dicen, no nos importa el mundo, no nos importa América Latina, solo nos importa Venezuela.
Tal fue la visión limitada del caudillismo latinoamericano oligárquico, que en realidad terminó generando las condiciones para el dominio imperial de las grandes potencias de la época, quienes con su poderío económico y militar suplantaron al antiguo y decadente imperio español, como fuerzas hegemónicas, en una región que empezaba a vivir sólo una ilusión de independencia.
Simultáneamente, nuestro hermano México es víctima de agresiones por parte de los Estados Unidos, situación que obliga a este país a concentrar sus esfuerzos sólo en la defensa de sus soberanía e integridad territorial, en efecto, la República de Texas, que había declarado su independencia el 2 de marzo de 1836 solicitó su anexión a los Estados Unidos, y fue aceptada por el Congreso el 28 de febrero del año 45. Esto originó una ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países, lo que sumado a la negativa del gobierno mexicano de vender a los Estados Unidos los territorios de Nuevo México y California, le sirvió de excusa a los Estados Unidos para invadir el territorio mexicano e iniciar la guerra entre ambos países. La guerra culminó el 2 de febrero del año 48 con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, por el que México perdió casi la mitad de su territorio.
Uno de los signos característicos de la segunda mitad del siglo XIX, es el expansionismo norteamericano, y con él, la puesta en práctica de estrategias de penetración en los distintos países del Continente.
El objetivo geopolítico de los Estados Unidos, una vez dividida nuestra región, era tomar el control progresivo del Caribe, Centroamérica y Suramérica, anular la influencia del Reino Unido del territorio americano, y sustituir este poder por el suyo. Entre el año 55 y 60 del siglo XIX, las expediciones del filibustero William Walker en Nicaragua tenían ese objetivo. Estados Unidos por su parte, impulsó su expansión y predominó con su tendencia de llenar el vacío de poder dejado por los europeos en su retirada.
El país, antigua colonia británica se convirtió en un poder imperialista y expansionista en el siglo XIX. El Tratado Continental de 1856 pretendió ser una respuesta colectiva a la política expansionista de los Estados Unidos, y a la ambición de cualquier otra potencia que amenazara la integridad territorial de América Latina. Los objetivos planteados en su momento, en este Tratado Continental no se materializaron, tal como lo estipulaba el texto original y por ello fue valorado como un rotundo fracaso. No obstante, la suscripción de este documento preocupó enormemente a los Estados Unidos, se estaba germinando en el Continente un espíritu de resistencia, de la confederación de estados hispanoamericanos, que incluía ya en su momento a Brasil y excluía a los Estados Unidos.
El Tratado de Confederación y Alianza entre las Repúblicas de Venezuela, Nueva Granada, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, México y Perú, celebrado en Washington el 8 de noviembre del año 56 del siglo XIX, responde a las mismas motivaciones del Tratado Continental suscrito por Chile, Perú y Ecuador: conformar un bloque de resistencia contra las amenazas de naciones extranjeras, entre ellas Estados Unidos y Gran Bretaña, y conservar la independencia y la soberanía de los territorios americanos y detener las devastadoras consecuencias de las incursiones del filibustero Walker en Centroamérica, entre otras.
En el año de 1889 se convocó la primera Conferencia Panamericana realizada en Washington, con lo que la fragmentación latinoamericana se profundizó. El panamericanismo se convirtió en la doctrina "de unión hemisférica", pero para afianzar solamente la hegemonía de los Estados Unidos. La pérdida de la doctrina de la Unión Bolivariana sellaba en el siglo XIX, una vez más la pérdida de la independencia.
Durante el siglo XX, la visión pasiva de estas oligarquías dominantes y antibolivarianas, le dio paso a otra visión, entre comillas también "a una visión activa y militante de la dependencia", que aceleró el descubrimiento y la posterior explotación industrial de nuestros recursos naturales, y muy especialmente el petróleo.
Ese antinacionalismo militante, ese entreguismo propio de las mentes colonizadas, redujo la patria a un mero terreno de juegos de intereses superiores, en el cual la burguesía apátrida actuó como agente cómplice del interés foráneo para facilitar su empresa de dominación. Esta es la visión que ha caracterizado a la oligarquía de la derecha venezolana, y que tomó raíz en nuestro país a partir de la aparición de la industria petrolera a principios del siglo XX. Precisamente, en 1908 se produce en Venezuela el primer golpe de estado conducido y orientado por el imperialismo estadounidense contra Cipriano Castro. Reposa en los archivos históricos de la Cancillería y de la Biblioteca Nacional suficiente documentación de la participación y conspiración de todas las empresas transnacionales estadounidense y de las fuerza militar estadounidense en este golpe de estado contra el querido y recordado y siempre homenajeado Cipriano Castro, con el objetivo claro de hacerse con la riqueza petrolera venezolana.
Esta es una de las primeras manifestaciones políticas de la "dependencia activa", entre comillas, y de la traición militante de los principios constituidos que están contenidos en nuestra Acta de Independencia, casi un siglo después de su redacción y firma.
Si el siglo XX fue literalmente un siglo perdido en materia de unidad, parecíamos haber perdido definitivamente el rumbo que nos trazaron los Libertadores, la ausencia de una voluntad política unitaria y soberana, con las excepciones del caso, se convirtió en signo determinante en nuestro destino, sin embargo, en medio de aquella oscurana brilló con luz propia un grupo numeroso de patriotas de la unidad, con distintas concepciones ideológicas, en finales del siglo XIX y principios del siglo XX, siempre será necesario recordar a José Martí, Cipriano Castro, Eloy Alfaro, José Santos Zelaya, Rafael Uribe Uribe, Augusto Ugarte, José Carlos Mariátegui, Guillermo Toriello, entre otros patriotas que levantaron la bandera de la resistencia en nuestro continente.
Las conferencias internacionales americanas, así llamadas, como se llamaron las convocatorias realizadas por Estados Unidos, bajo el mando de la unidad americana, fueron el principal instrumento para el mantenimiento de la hegemonía sobre América Latina y el Caribe. La idea subyacente consistía en que una vez conquistada la independencia el Continente debía mantenerse libre de injerencia europea, correspondiendo a los Estados Unidos asumir el dominio pleno sobre esta región. Esa era la Doctrina Monroe.
La Conferencia Panamericana pasó a ser un brazo político de Washington en su afán de consolidarse como potencia mundial, utilizando como área de expansión las repúblicas y el territorio nuestro americano, que apenas se consolidaba internamente.
En 1902, a pocos meses de terminarse la II Conferencia en Ciudad de México, Venezuela sufriría un bloqueo marítimo por parte de las principales potencias europeas cobrando una deuda ilegítima y bajo usura; a pesar del supuesto principio de no injerencia impuesto por los norteamericanos, este país apoyó tácitamente la agresión inglesa bajo la excusa de la no injerencia que no implicaba el relajamiento de las obligaciones así debidamente pactadas.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, la consolidación de Estados Unidos como potencia global, y con el escalamiento de la guerra fría, y especialmente luego de la fundación de la ONU, los intereses que crearon este sistema interamericano requerían de un soporte institucional sobre el cual organizar su accionar.
La OEA, en la práctica, desde su fundación, se convirtió en un centro de poder de influencia de los Estados Unidos, para el acoso y la persecución de los movimientos progresistas del Continente. Esta dolorosa experiencia la conoce bien América Latina, es la práctica que promovió la OEA en sus primeros sesenta años, cuando legitimó agresiones militares contra países latinoamericanos, avaló golpes de estado, e intervino en asuntos internos para imponer dictaduras y para destruir movimientos progresistas. No podemos olvidar el papel que jugó la Organización de Estados Americanos en avalar la invasión y destitución del Presidente Jacobo Arbenz en Guatemala, en el año 1954; en la invasión de Cuba en 1961; en el golpe de estado contra Joao Goular en Brasil, en el año 1964; en la invasión de República Dominicana en 1965; y en los golpes cruentos de estado contra el Presidente Allende en Chile y contra el pueblo de Argentina y de Uruguay en la décda de los setenta.
También debemos recordar la indiferencia mostrada por la OEA ante las guerras mercenarias que se fraguaron en Centroamérica contra los pueblos de El Salvador, de Nicaragua y de Honduras, en la década de los 80.
Tenemos entonces que el proyecto de la Unión, la paz y la acción política en bloque, fue desplazado por el proyecto divisionista, alentado por las potencias que fragmentó a nuestros países y minimizó nuestra capacidad de acción conjunta hasta casi finalizado el siglo XX. El proyecto histórico bolivariano se había desdibujado, y los distintos intentos para retomarlo, acabaron estrellándose con las conspiraciones y la división.
Si el siglo XIX queridos compatriotas, fue el siglo de la independencia, de la creación política y la búsqueda de la unidad dentro de nuestros pueblos, el siglo XX fue el siglo de la división, la dominación imperial estadounidense, y la resistencia aguerrida de nuestros pueblos. El siglo XXI creemos debe ser el siglo de la concreción plena y definitiva de la independencia, y por eso mismo, de la unidad largamente anhelada y esperada.
... pero a su vez, largamente escamoteada y postergada por los intereses que nos condenaron a la dependencia y a la dominación los mismos intereses que siempre trabajaron para fragmentarnos, para dividirnos, para desunirnos.
Siempre tenemos que recordar, desde nuestra memoria viva y desde nuestro corazón, el final de ese siglo XX venezolano y latinoamericano, que nos permitió ser testigos y protagonistas de aquella explosión social del 27 de febrero del año 1989, en que nuestro pueblo salió a decir ¡basta ya! A la imposición del paquete neoliberal del Fondo Monetario Internacional, de la gloriosa insurrección militar bolivariana del 4 de febrero de 1992, liderada por el Comandante Hugo Chávez...
Repito: de la explosión social del 27 de febrero de 1989 contra la imposición del paquete neoliberal del Fondo Monetario Internacional, de la gloriosa insurrección militar bolivariana del 4 de febrero de 1992 que trajo la resurrección del espíritu y la idea del Libertador Simón Bolívar. Dos eventos políticos y sociales que crearon las condiciones para la victoria democrática y pacífica del candidato de la Revolución Bolivariana el 6 de diciembre de 1998, y el inicio de un proceso constituyente de construcción, ahora sí, de una República Bolivariana, latinoamericanista, indepen dien te y soberana.
La Revolución Bolivariana desde sus primeros días, inició una fase de desprendimiento de los dictámenes del gobierno de los Estados Unidos y de todos los vínculos de amarre que existían, y de la forma imperial que hasta ese momento existió de relacionamiento con nuestro país, a la que fueron acostumbrados por los entreguistas que dirigieron este país cuando llegaban las órdenes imperiales y fijaban las agendas y la acción desde el Palacio de Miraflores. La Revolución Bolivariana también se desprendió de los dictámenes económicos del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, llevando hacia adelante una firme resistencia y una denuncia al proyecto neocolonial del ALCA, resistencia cuyo acto fundamental fue la reserva emitida y firmada por el Comandante Hugo Chávez, de la declaración final de la III Cumbre de las Américas en Quebec, el 22 de abril de 2001.
Fueron también aquellos los tiempos del inicio de los vínculos y las gestiones para el ingreso de Venezuela al Mercosur, y de la denuncia de la guerra y de la invasión criminal contra Afganistán e Irak, no es coincidencia que a raíz de estos desprendimientos y estas denuncias, se haya producido también la aceleración de las fricciones y conspiraciones y los movimientos que condujeron al golpe de estado fascista del 11 de abril del año 2002, como intento desesperado de la oligarquía apátrida, por frenar la voluntad del pueblo de Bolívar, de ser definitivamente libre y de construir la unidad con los pueblos hermanos de nuestro continente.
--No volverán, no volverán, no volverán.
Tras un período de desprendimiento y consolidación de la política interna de las bases ciertas de la revolución, vino la ofensiva constructiva para retomar y hacer realidad el proyecto unitario de nuestros Libertadores. El 14 de diciembre del 2004, en La Habana, Cuba, se funda la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, espacio inmediato de unión política y económica que en pleno siglo XXI le hace eco a los espacios geoestratégicos diseñados por el Libertador en su época, cuando fundó Colombia desde el Orinoco.
A la creación del ALBA le siguió casi inmediatamente el 29 de junio del año 2005, la fundación de Petrocaribe, en Puerto La Cruz, Venezuela, con la participación de 16 estados del Caribe. Paso histórico y fundamental para acelerar la incorporación de los hermanos pueblos del Caribe y Centroamérica, a la dinámica de unión continental, herencia directa del mandato del Acta de Independencia del 5 de julio y de la visión y de la acción del Libertador, para consolidarla y profundizarla.
Esta ofensiva de reconstrucción de nuestro ideal originario tuvo un punto de quiebre fundamental con la definitiva derrota del área de la llamada y pretendida Area de Libre Comercio para las Américas, ALCA, el 5 de noviembre del año 2005, en la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata.
La acción hermanada y conjunta de los presidentes de la República Federativa del Brasil, compañero Lula Da Silva, del Presidente de la República Argentina Néstor Kirchner, y del Presidente constitucional de la República Bolivariana Hugo Chávez permitió este gran logro, hoy más que nunca debemos rendir un tributo sanmartiniano y peronista a Néstor Kirchner, gloria eterna a su memoria y a su recuerdo.
Si en algún momento brilló el pensamiento y la espada del Libertador en el corazón, en la luminosidad de la creación de una revolución auténtica, como la bolivariana, es en este.
Esta secuencia de eventos que forman parte de una ofensiva de la mitad de la primera década de este siglo, realmente es impresionante y continúa de la siguiente forma.
Finalmente, el 4 de julio del 2006, hace seis años exactamente, se firmó en Caracas el protocolo de adhesión de Venezuela al Mercosur. Acto que inició el proceso político que nos condujo al anuncio, este 29 de junio pasado, de la definitiva y completa incorporación como miembro pleno de la República Bolivariana de Venezuela al Mercosur. Teniendo en mente el concepto geopolítico y geoestratégico del Libertador, y el historial de conspiraciones y obstáculos puestos en el camino del proyecto bolivariano no debe sorprendernos que este logro común haya sido el resultado de una lucha áspera, compleja y frontal; pues si la fundación del ALBA, de acuerdo a nuestra visión, hace eco con el peso que tuvo en su momento la fundación de ese eje central que el Libertador aspiró a consolidar, que fue el proyecto de Colombia, y si el ingreso de Venezuela hoy al Mercosur, hace eco en las condiciones actuales de lo que pretendió ser la Confederación junto al Perú y Bolivia en su momento; significa el acoplamiento práctico de la Venezuela caribeña, a la dinámica de la unión suramericana.
En ese momento, en este, confluyen nuevamente el duelo histórico, Bolívar y Monroe, la patria o la colonia; la derrota del ALCA es la derrota del proyecto de dominación de Monroe, y la fundación del ALBA y Petrocaribe, está el renacimiento de la doctrina bolivariana de construcción de nuestros propios espacios y de consolidación de la unión.
En el ingreso de Venezuela a Mercosur, está la conjunción y la concreción de los sueños que tuvieron Simón Bolívar, José Inácio Abreu e Lima, José Gervasio Artigas, San Martín y tantos otros.
La ofensiva del siglo XXI continuó, igualmente con la fundación de la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, el 17 de abril de 2007 en Margarita. Saludamos a su Secretario General Alí Rodríguez. En UNASUR está el inicio del camino para la construcción de la nación de Repúblicas que Bolívar nos dejó como mandato.
Señor Presidente, qué gran emoción sintió nuestro pueblo a 200 años de aquel 1810, de aquel 5 de julio de 1811, al ver como en Caracas, cuna y tierra de Libertadores, se fundaba el pasado 2 y 3 de diciembre del año 2011 bajo la presidencia del Comandante Hugo Chávez, la Comunidad de Estados Latinoamericana y Caribeña, CELAC.
CELAC. Demás está decir fuera del texto escrito, lo felices, cuando hacemos este repaso, la felicidad que tiene que sentir todo nuestro pueblo, y la identidad con que hoy se estén construyendo los sueños, los proyectos de los Libertadores, que son la única forma de tener bases sólidas para construir la felicidad estable, permanente, de nuestro pueblo.
El CELAC, a nuestro entender, es la oportunidad histórica de retomar el proyecto anfictiónico de Panamá, obra pendiente del Libertador. La CELAC que hoy representa a toda América Latina y el Caribe, en su fortaleza y dignidad pero también en su pluralidad y su diversidad, como la traduce su órgano de conducción política llamada La Troika, compuesta por los gobiernos de Venezuela, Chile y Cuba.
En la fundación de la CELAC, y su consolidación, reside la posibilidad de que la articulación de los espacios políticos visualizados por el Libertador conviertan a la América Latina y Caribeña de nuestra época en uno de los bloques de poder en el mundo, antes de que termine esta década, y para ser posible en este siglo XXI la aspiración suprema expresada por el cantor Alí Primera: Que sea humana la humanidad. Hacer realidad un mundo sin imperio, un mundo multicéntrico y pluripolar, y dentro de este mundo una República, una patria, la venezolana, desarrollando toda su potencia económica, social, energética, tecnológica, científica, espiritual, cultural, política y viviendo en la mayor suma de felicidad posible.
Igualmente, es necesario anotar y saludar el surgimiento de fuerzas emergentes en nuestro mundo, el surgimiento del llamado BRICS, alianza práctica de potencias emergentes como son nuestra hermana Brasil, nuestra hermana Rusia, India, China, Sudáfrica, que agrupa casi tres mil millones de habitantes, la mitad de la población mundial, con un Producto Interno Bruto combinado de 13 trillones de dólares, casi el 20% del PIB mundial. Pero sobre todo, concentrando lo fundamental del dinamismo político y económico en medio de un mundo capitalista, sumido en la más profunda crisis sistémica que jamás se haya conocido.
La Venezuela Bolivariana del Comandante Chávez, hoy se enorgullece de mantener extraordinaria y muy profunda relaciones de hermandad y cooperación con todos estos países, y esto va a continuar por décadas y décadas...
Además, de desarrollar alianzas estratégicas del más alto nivel y del mayor alcance con los hermanos gobiernos y pueblos de la República Federativa de Brasil, de la República Popular China, de la Federación de Rusia.- Estas alianzas estratégicas en la articulación de la Venezuela país potencia, y de la América Latina caribeña con esos polos de poder emergentes, allí, reside la clave del surgimiento definitivo del mundo nuevo.
Comandante Presidente Hugo Chávez, hoy desde nuestro corazón y junto a nuestro pueblo, podemos decirle al Libertador, y a los libertadores, que bajo su conducción nuestro país ha recobrado su independencia, ha iniciado el camino...
Muy avanzado hoy, de construcción de la nueva unión bolivariana de la América Latina Caribeña, y se ha articulado en relaciones de mutuo beneficio, de respeto y cooperación con las principales potencias emergentes del mundo. Ese eje virtuoso como usted lo ha concebido, y como nos lo legara el Libertador, hoy es el centro del Pensamiento y de la acción con lo cual usted ha guiado la construcción de una política exterior bolivariana, independiente.
Hoy es el centro del pensamiento de la patria a construir, la independencia absoluta y el antiimperialismo, la unión y la integración de nuestros pueblos latinoameroicanos y caribeños, y la construcción de un mundo multicéntrico y pluripolar, lo que sería en palabras del Libertador, el equilibrio del universo.
En honor a los patriotas que redactaron y firmaron el Acta de nuestra Independencia, como acto constitucional de nuestro destino histórico como nación, la Venezuela Bolivariana, la Venezuela de la dignidad, no será más nunca colonia de nadie. No habrá oligarquía entreguista que vuelva a arrodillar a nuestro pueblo al imperio. El proyecto de Bolívar, el proyecto de la patria seguirá siendo la independencia, la unión y el surgimiento del Nuevo Mundo.
Hoy más que nunca debemos decir, con absoluta entrega:
Independencia y Patria Socialista.
Muchas gracias.
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