Viernes, Diciembre 17, 2010
Por: Víctor Maldonado C.
e-mail: victormaldonadoc@gmail.com
“con la rabia cansada de andar…”
Miguel Bosé
No miraba a ningún lado, ni a nadie en particular. Digamos que estaba perdido en sus propias cavilaciones, sacando los saldos de toda una vida, cuando ya no vale la pena contar el resto por años sino por días. Me gustaba imaginarlo recio y adusto e imbatible, siempre presto para enfrentar la siguiente dificultad, sin saber, como nunca lo supo, si esa era la que lo iba a vencer definitivamente o por el contrario, saldría con los laureles de la victoria en su mano.
Todo ese ensimismamiento masticaba una rabia inexplicable. El mundo que le había tocado vivir se había ido complicando, aunque nunca fue demasiado simple. La realidad tiene esa odiosa predisposición a golpear los sueños sin darte otras opciones que encararla como venga. Y a veces viene cargada de nada y de nadie. La rabia es lo contrario a la resignación, un sentimiento de beatitud que coloca todas las circunstancias de la vida en las confiables manos de Dios, un antiquísimo recurso para endulzar el agraz sabor de la duda.
A su edad se avergonzaba de tanta alegría revanchista. Doce años antes no pudo ocultar la emoción que le embargaba la posibilidad de ser el auxiliar anónimo de una multitud que exigía el gran borrón y cuenta nueva del país. Esas ansías inexplicables de enviar a la puerta de los otros al vengador que exigía cuentas precisas de quién, cuándo, dónde y cómo. Se sentía exultante al participar del derribo masivo de todo lo que hasta ese momento se había levantado. Feliz por la circunstancia privilegiada que le permitía acabar con su propia historia y renacer como ave fénix en una nueva posibilidad de creación. La gran recomposición nacional, el apocalipsis criollo que lo encontraba en la fila de los elegidos, contando el número de los condenados y por qué no, aplaudiendo cada una de las ejecuciones. Allí, en ese preciso instante, comenzó una sensación de abandono y desahucio que no quiso terminar y que tal vez no se extinga antes de que él mismo se convierta en la mirada perdida de otros.
Allí estaba, intentando el inútil esfuerzo de diferenciarse de un país que se había transformado en odio y nuevos prejuicios. Intentando no ser la presa del descalabro ni la ratificación de que todas las promesas no eran otra cosa que mentiras. Ciertamente no miraba, pero presentía que no había alternativa alguna a la devastación que con voracidad se iba a engullir a todas las víctimas de una infamia que él y todos los demás habían contribuido a alimentar. Sospechaba que ese era un destino que ya no podía evadir. Ya no contaba con fuerza suficiente para hacer la romería que eventualmente podía acercarlo al único que en medio de todo ese caos podía tener alguna capacidad de disposición. Estaba demasiado lejos y él demasiado cansado. Y ya no existían las instituciones. Los hospitales eran cascarones vacíos que permanecían como grandes monolitos erigidos a la desidia y al abandono. Ya no quería sonreír ni alentar esas extrañas transacciones en las que ideologización mediante, te consolaban las dolencias con algo menos que una aspirina. Ya no existía ninguna otra cosa que una despiadada tormenta de demagogia que no lo iba a salvar de la muerte.
Desde la ventana se insinuaba una ciudad desentendida de su propia suerte. Cuatro días antes había llegado allí para concluir. Una tos había enmascarado la neumonía que siempre anuncia el advenimiento triunfal de la nada. Quedaban días, tal vez horas, en cualquier caso insuficiente para torcer el destino que por doce años se había mostrado implacable. Resultaba insoportable ese silencio que encubre cualquier imposibilidad. Ese “no se puede porque no hay” tan recurrente en la pobreza, pero que es más despiadado cuando las instituciones son ruinas, disimulo y excusas. Le costaba creer que algún imperio diferente al de la ineptitud tuviera algún interés en ensañarse con él, un episodio condenado a no ser contado en un país que se diluye en el perverso juego de patear al patio de al lado cualquier indicio de responsabilidad. No será relatado ni él ni los millones que como él están sentenciados por un país que se devuelve hacia la montonera más primitiva, despreciando cualquier guiño de modernidad y civilización.
Todo es vejez, dejadez y olvido. El silencio se desentiende de un rumor que a lo lejos anuncia otra cadena nacional. Al rato aparece él, gritando viejas promesas que ya ha incumplido. Y le pareció que el mundo era así, un eterno retorno del cual no quería seguir participando. Y volvió el silencio.
Víctor Maldonado C
victor.maldonadoc@hushmail.com
http://blogs.noticierodigital.com/maldonado
En entrevista exclusiva al canal Univisión
Makled vincula al Gobierno venezolano con el narcotráfico
Caracas, abril 2 (El Universal).- Walid Makled, narcotraficante detenido en una cárcel de máxima seguridad en Colombia, y quien espera ser extraditado a Estados Unidos o a Venezuela, vinculó una vez más a altos funcionarios del gobierno venezolano con el narcotráfico.
En una entrevista exclusiva transmitida por el canal Univisión y cuyos puntos más importantes fueron revelados en la web del mismo canal, Makled dijo que "sobornó" a altos funcionarios del gobierno venezolano para obtener contratos oficiales para sus empresas y que tenía una nómina de militares a quienes pagaba para obtener sus "favores".
De acuerdo a lo reseñado por la página web de Univisión, el narcotraficante habló sobre la existencia de organizaciones terroristas que operan en Venezuela y aseguró que las Farc trafican con drogas en territorio nacional además de señalar que el grupo Hezbollah también tiene actividades en el país.
Reveló ruta utilizada
por narcotraficantes
Durante la entrevista, Walid Makled comentó que los cargamentos de cocaína despachados desde Venezuela han aumentado dramáticamente en los últimos años y reveló cuáles son las rutas que los narcotraficantes venezolanos están usando para hacer llegar su mercancía ilegal a Estados Unidos y Europa.
Uno de los tres capos más importantes del mundo
El gobierno de Estados Unidos califica a Walid Makled como uno de los tres capos más importantes del mundo y lo pide en extradición por el envío a Estados Unidos de más de 10 toneladas de cocaína.
El año pasado el presidente colombiano Juan Manuel Santos prometió al gobierno del presidente Hugo Chávez que Makled sería extraditado a Venezuela.
Chávez no pudo reunirse
con Santos para tratar el tema
Como se recordará, el pasado viernes estaba prevista una visita del presidente venezolano Hugo Chávez Frías a tierras colombianas, en la que el tema sobre el narcotraficante sería abordado.
No obstante esta visita no se realizó porque, según informó la comitiva venezolana, el avión presidencial había sufrido unas averías que impedían el despegue del avión de Cochabamba, Bolivia, donde se trasladaría el presidente Chávez, hacia Colombia, a reunirse con Juan Manuel Santos.
Periodista Casto Ocando habló sobre las últimas revelaciones hechas por Makled
Caracas, (Globovisión).- En entrevista concedida a CNN en Español, el periodista Casto Ocando, informó que el empresario venezolano Walid Makled, acusado de ser solicitado como uno de los 3 más grandes narcotraficantes del mundo, le reveló en una entrevista que tenía una nómina de 1 millón de dólares mensuales para pagar a altos oficiales de la Fuerza Armada venezolana.
Destacó, además, que Makled le habría explicado cómo funcionan algunas rutas de distribución y producción y cómo presuntamente la Fuerza Armada Nacional, en sociedad con las Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia (FARC) operarían centros de producción y distribución de cocaína en el estado Apure, desde donde saldrían de 4 a 5 aviones diarios cargados con la droga.
Ocando indicó que la Corte Suprema de Justicia de Colombia considera que Venezuela tiene la principal opción como destino de la extradición porque además de narcotráfico, se le acusa del homicidio del periodista Orel Zambrano y del narcotraficante colombiano alias "Jabón", mientras EEUU lo pide sólo por el tráfico de un avión cargado con presunta droga.
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