Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

lunes, 4 de abril de 2011

Juicio a la televisión venezolana por Renny Ottolina y dos libros sobre el locutor valenciano

Juicio a la televisión venezolana

Renny Ottolina

Revista Resumen, Nº 346, 22 de junio de 1980








La revista Semana me ha solicitado que enjuicie la televisión venezolana. No es un pedido fácil eso de «enjuiciar». Enjuiciar es un verbo comprometedor pero las situaciones comprometidas son, la mayoría de las veces, las más interesantes. Al enjuiciar a la televisión venezolana lo hago como un espectador más. Siendo un medio de comunicación masiva y, como tal, sujeta al juicio público, quienquiera que vea televisión tiene derecho a enjuiciarla. En este derecho común a todo baso la autoridad de mi juicio. Que esa autoridad cuenta con los recursos que me da el ser un profesional de la televisión es otra cosa. Pero quiero dejar claro que, más que como Renny Ottolina, en este análisis me sitúo como un venezolano más que tiene televisor en su casa, que tiene esposa e hijos y tanto él como su familia ven televisión.

La televisión venezolana, hoy por hoy, no aporta lo que debiera a la cultura nacional. Es más, su influencia es, quizás, negativa. Para tener un punto de partida me veo obligado a comenzar por el final, que en caso de un juicio es el veredicto. Encuentro la televisión venezolana culpable de ignorar la dignidad de los habitantes de nuestro país. Paralelamente la encuentro culpable de desidia en su programación y de pecar de ligereza en cuanto a la responsabilidad que implica su inmenso poder. Responsables por igual de esta situación: los patrocinantes, las agencia de publicidad y las estaciones de televisión. Conocido el veredicto y los culpables estudiemos las razones determinantes, y veamos cómo un principio razonable puede ser distorsionado por una miopía de la industria, hasta el punto de convertirse en causa del mal causado.

El anunciante, a través del medio de comunicación masiva, busca un máximo de personas a quienes hacer llegar su mensaje comercial. Las agencias de publicidad recomiendan los medios que consideren apropiados para lograr este propósito, bien sea prensa, radio o televisión. En este último caso el factor determinante es la audiencia promedio que pueda tener un programa. En nuestra industria esto se conoce como rating. Patrocinantes y agencias quieren, pues, programas de alto rating que las estaciones de televisión deben producir. Mientras más personas vean un programa, tanto mejor, porque a más personas llega el mensaje comercial. Hasta aquí el planteamiento es bueno. El principio es razonable. Pero es aquí donde surge la miopía que distorsiona la responsabilidad paralela que da a la televisión su tremenda influencia dentro de la vida familiar. Patrocinantes, agencias y estaciones parecen olvidar que además del derecho y necesidad de anunciar productos, está el deber de saberlo hacer. Es en esto en lo que yo creo que la televisión venezolana está equivocada desde hace muchos años y en lo que va, cada vez más, de mal en peor. Patrocinantes, agencias y estaciones de televisión no vacilan en producir los programas y las cuñas comerciales más vulgares, chabacanos y asombrosamente denigrantes para lograr el más alto rating posible. Su razonamiento aunque equivocado, es por demás sencillo: «Hay que llegar al grueso del público». O lo que es lo mismo, también en el lenguaje de nuestra industria, a las clases socioeconómicas C, D, E traducido al lenguaje de todos los días a las grandes masas, que son siempre los más pobres, pero que son básicas para el consumo de productos de fabricación masiva. «Hay que llegar al grueso del publico»... la televisión venezolana suelta entonces sus andanadas diarias de telenovelas donde las hijas se disputan el marido de la madre, la madres no saben quiénes son sus hijos o donde los hijos no saben quiénes son sus padres. Gracias a este concepto de la televisión surge el programa donde un hombre, impulsado por la necesidad o la ignorancia, no vacila en exponerse al ridículo a costa de su dignidad, a cambio de unos pocos bolívares. Hasta hace muy poco la televisión venezolana, no satisfecha con su esforzada labor hacia el descenso de los más elementales valores de la dignidad humana, consideró más que necesario, imprescindible, programar espectáculos filmados cuya base son el terror y la violencia, en horas cuando la televisión venezolana estaba absolutamente segura que habría más niños encendiendo televisores y, por lo tanto, aumentando el rating. Pero si todo lo anterior fuese poco, las cuñas comerciales en su gran mayoría, acostumbran a los televidentes venezolanos a gritar, a hablar mal nuestro idioma, y a comprar algunos productos por la razón primordial de que son estímulos del sexo. Todo eso pagado muy a conciencia por las agencias publicitarias respectivas y programado muy a conciencia por las estaciones televisoras respectivas.

A mi entender, al pensar que las clases económicosociales menos avanzadas sean, por su escasa o ninguna educación, básicamente estúpidas y vulgares es un gravísimo error. El ser humano tiene una tendencia natural hacia lo mejor. La televisión venezolana no estimula esta tendencia, si por el contrario, hace todo lo posible para desvirtuarla. El hecho de que una persona no haya recibido la educación a la cual tiene derecho, el hecho de que una persona no tenga la capacidad adquisitiva que ojalá tuviera, no hace de ella una persona vulgar, chabacana e indigna. Solo la hace desgraciadamente, pobre e ignorante. Pero la calidad humana sigue estando allí, al alcance de quien quiera estimularla. Con contadísimas excepciones, patrocinantes, agencias y estaciones ignoran este hecho. La televisión venezolana está cometiendo el grave pecado de subestimar al público venezolano con el agravante de que, haciendo gala de una inconsciencia inconcebible, lo está haciendo a conciencia.

Una persona ignorante frente a una persona con conocimiento es, en cierta forma, como un niño. Ese « grueso del público» famoso es el niño. Me llena de tristeza ver que se engañe a un niño, porque lo que la televisión venezolana está diciendo a su pueblo no es toda la verdad de la vida: la vida no es solamente gritería, la vida no es que sea normal el que nazcan niños de padres desconocidos. La vida tiene valores que son los que la televisión venezolana no está enseñando al niño. No se puede ni se debe pagar el rating a costa de la dignidad del venezolano y lo que patrocinantes, agencias y estaciones no han llegado a preguntarse todavía es si no venderían más los productos anunciados o por lo menos en igual cantidad, destacando valores positivos en lugar de exaltar los aspectos negativos de la vida. Y no es tan complicado. Ni siquiera es difícil.

La televisión tiene una influencia en el hogar mucho mayor que la de cualquier otro medio de comunicación masiva. Su fuerza es terrible. Esa fuerza implica una mayor responsabilidad. Quien no sabe asumir esta responsabilidad no está a la altura de la fuerza de la cual dispone. Es hora de que la televisión venezolana esté a la altura de su fuerza. Es hora de que la competencia entre estaciones cese en su lucha por demostrar quién puede ser el más vulgar de todos. Es hora que la competencia sea para ver quién puede lograr el mayor respeto, el mayor aprecio y el mayor cariño de la comunidad venezolana. Los patrocinantes no deben pagar programas donde haya situaciones que vayan en contra de la dignidad familiar ni aquellos que puedan deformar la percepción que los niños deban tener de la vida. Las agencias de publicidad tienen la obligación de no recomendarlos las estaciones de televisión tienen el deber de no producirlas.

Tremenda fuerza de este medio y los 75.000.000 Bs 1ue anualmente se invierten en televisión, el 20% es comisión de las agencias publicitarias, implica un mínimo de deber para elevar el nivel de las clases socioeconómicas más bajas. De ninguna manera da el derecho de denigrarlos más aún. Yo estoy convencido de que se puede tener éxito con la televisión, trabajando dentro de un mínimo de dignidad. Pensando con sinceridad que hay principios elementales que es necesario respetar. Actuando con el convencimiento de que es mucho lo que se gana cuando lo que se da es también mucho. Y no deja de ser descorazonador el recordar que hace 12 ó 14 años, en sus comienzos, la televisión venezolana tenía una calidad de altura excepcional.

Es, además, económicamente aconsejable hacer los máximos esfuerzos por elevar los niveles de ese «grueso del publico» a quien hoy por hoy se le dan gritos y situaciones equívocas por la televisión. Es del propio y básico interés de los patrocinantes de hoy en día el que la población venezolana tenga un nivel de educación más alto lo antes posible, por cuanto mayores sean los conocimientos de esas masas mayor será su poder adquisitivo. Hacer hoy todo lo posible por mejorar intelectualmente a la gran masa venezolana, es el mejor seguro de supervivencia con el cual los industriales de hoy pueden contar en un mañana muy cercano, es absurdo, que en vista de lo anterior, no sepan aprovechar mejor la magnífica oportunidad que la televisión ofrece para este propósito. Quienes pagan a la televisión deben hacerse un examen de conciencia y preguntarse en qué lugar queda su responsabilidad para con el país. Las estaciones de televisión deben estar en capacidad de ofrecer programas que puedan ser comprados por esos patrocinantes que se han hecho ese examen de conciencia. Y las agencias de publicidad no deben vacilar en recomendar, además de la cosa cuantitativa, el valor cualitativo. De no ser así yo predigo que la televisión venezolana se irá hundiendo cada día más, en su mar de irresponsable vulgaridad con la única consecuencia de provocar la intervención del Estado. Y tendrá que intervenir el estado atendiendo el clamor de los hombres y mujeres responsables del país, que cada día hacen sentir más fuerte su voz de justa protesta.

Cuando estemos en manos del Estado habremos perdido la libertad de competencia, la libertad de escogencia entre canales, y con toda probabilidad habremos perdido la libertad de expresión; como es lógico pensar por cuanto ningún gobierno en su sano juicio va a permitir que se use un medio por él directamente controlado para que se le hagan críticas que podrían ser acerbas si así lo ameritase la situación de tal gobierno. ¿De quien será entonces la culpa? La respuesta es una sola: de quienes hoy en día pagan y administran la industria de la televisión venezolana.

Soy solo un venezolano más que tiene televisor en su casa y que con su familia ve televisión. Como tal creo hacerme eco del hombre pobre que quiere dejar de serlo si tan solo le dieran la oportunidad de saber un poco más de lo que sabe, y del hombre pudiente que tiene en sus manos la decisión final de este problema.

Ambos, estoy seguro coincidirán en pensar que nuestra televisión debe seguir el camino correcto para construir el algo, de lo mucho que puede al mejoramiento de la comunidad venezolana. No es mucho pedir


Reny Ottolina

Ciudad Guayana, viernes 16 de marzo de 2007

¡QUE FÁCIL ES SER UN BUEN CIUDADANO!

Corría el primer gobierno de CAP (1974-1979) cuando a través de la Dirección de Tránsito Terrestre del Ministerio de Transporte y Comunicaciones fueron puestos en TV una serie de micros de carácter institucional, en la búsqueda de lograr una mejora en el comportamiento del venezolano en su ir y venir por las calles de Venezuela, bien fuese como peatón o como conductor de vehículos.

Fui testigo del éxito inmediato de estas cuñas institucionales. Los peatones empezaron a cruzar las calles por las esquinas o por donde el rayado así lo indicase. Los pasajeros empezaron a subirse y bajarse de los colectivos en las paradas reglamentarias. Por su parte, los choferes empezaron a respetar las luces de los semáforos (en aquel entonces, aparte de que había semáforos, los mismos funcionaban) a no detenerse sobre el rayado del cruce peatonal, a hacer uso correcto de las luces de señalización de los vehículos y sobre todo, a entender que el peatón tenía preferencia en aquellos casos en que no hubiese señalización.

Con sutileza y fino humor, El Número Uno de la televisión venezolana, Renny Ottolina, nos mostraba lo ridículos y energúmenos que nos veíamos en nuestro anárquico comportamiento cuando estábamos en las calles. Así por ejemplo, el televidente era testigo (desde los últimos asientos de un bus) de como un sobrao' repentinamente se levantaba y le gritaba al chofer: “épa, mira, párate aquí, que me voy a bajar”. En otra, mostraba choferes con las luces de emergencia encendidas y los comparaba con autos policiales. Llegó a colocar a un grupo de vacas en las calles de Caracas deambulando a su antojo.

El mensaje era sencillo y directo: con esa actitud de indisciplina, mas que aparecer como “pájaros bravos”, lo que estábamos era haciendo el ridículo. Y eso no lo decía cualquier persona. Lo decía el Rey Midas de la televisión venezolana. Un hombre de éxito y al cual una buena parte de la población admiraba porque en su trabajo del día a día siempre hablaba de su Venezuela, nuestra Venezuela. Todos recordábamos sus programas a bordo de El Coloso de Viasa (el primer 747 de la línea aérea venezolana) su programa en Canaima, o el orgullo con el que nos mostró el nombre de Francisco de Miranda en el Arco de Triunfo en París. También recordábamos sus programas El Planeta de Agua, el cual realizó para la Conferencia del Mar que las Naciones Unidas realizó en Caracas. No, su mensaje de llamado a un comportamiento cívico de altura no podía pasar desapercibido. Los mismos iban acompañados de 2 oraciones que llegaron a convertirse en eslogan: "¡Que fácil es ser un buen ciudadano!" y "en nombre de todos, muchas gracias".

Al darse cuenta de su llegada a la conciencia del venezolano, Renny Ottolina (quien había sido sacado del medio televisivo por una componenda de los canales comerciales de aquel entonces: RCTV, VENEVISIÓN y CVTV) incursionó en la radio con una serie de programas como RENNY EN SU RADIO y VENEZUELA DESPIERTA. La dinámica de los mismos siempre giraba en torno a la situación del país y a la gran responsabilidad del Estado en la misma. De ahí, a su lanzamiento como candidato presidencial sólo hubo un paso.

Hace hoy 29 años (el 16 de marzo de 1978) en un viaje de avioneta desde Maiquetía hacia Margarita, Renny Ottolina encontraría la muerte a la edad de 50 años. Quizás la cantante María Lourdes Devonish tuvo una premonición cuando en diciembre de 1973, en el último programa de televisión de El Show de Renny, cantó:

Cuando un amigo se va,

queda un espacio vacío,

que no lo puede llenar,

la llegada de otro amigo.


Cuando un amigo se va,

una estrella se ha perdido,

la que ilumina el lugar

donde hay un niño dormido.


Cuando un amigo se va,

queda un espacio vacío,

que no lo puede llenar,

la llegada de otro amigo.


Cuando un amigo se va,

una estrella se ha perdido,

la que ilumina el lugar

donde hay un niño dormido.


Cuando un amigo se va,

se queda un árbol caído,

que no vuelve a brotar,

porque el tiempo lo ha vencido.



FUENTE: RENNY OTTOLINA, Carlos Alarico Gómez.
Biblioteca Biográfica Venezolana. Volumen 9. Editora El Nacional.



El otro libro es:





Alarico Gomez, Carlos.

Vida y tiempo de Renny Ottolina. Caracas : Armitano Editores, 2005. 197p. -

Sinopsis :Aportes para la historia de la comunicacion social en Venezuela

(Fotos en blanco y negro). Incluye bibliografia (32 x 24 cm). (Empastado de lujo).

ISBN: 980-216-205-1


Renny Ottolina
NombreReinaldo José Ottolina Pinto
Nacimiento28 de diciembre de 1928
Valencia, Bandera de Venezuela Venezuela
Fallecimiento16 de marzo de 1978 (49 años)
Caracas, Bandera de Venezuela Venezuela



Renaldo José Ottolina Pinto (Valencia, Venezuela, 11 de diciembre de 1928 - Caracas, 16 de marzo de 1978), conocido como Renny Ottolina, fue un narrador, animador de programas de televisión y radio, publicista, corredor de autos de carrera y político venezolano.


Renny Ottolina fue hijo de un emigrante italiano, llamado Francisco "Pancho" Ottolina. La mayor parte de su infancia transcurrió en Caracas a donde se mudó en 1934 junto con su abuela. Estudió sucesivamente en varias instituciones, no por su bajo rendimiento escolar, sino por su tendencia al trato a veces irreverente con los profesores. Posiblemente por esta conducta, fue pasado al internado del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, donde estudió con el futuro periodísta y escritor Carlos Rangel. Inició sus estudio de bachillerato en el mismo colegio, sin embargo por el enfriamiento de sus relaciones con su madrasta, fue enviado al internado del Colegio Salesiano San José de Los Teques, de donde se escapó en una ocasión con su amigo Paco Álvarez, llegando incluso su padre a llamar a la policía ante la desaparición del joven Renny. Desde su juventud, participó activamente en las actividades culturales de las instituciones donde cursó estudios. El escritor Carlos Alarico Gómez en su libro acerca de Renny Ottolina, cuenta una anécdota según la cual, un día, decidió pasearse por una plaza con varias fotos de él reproducidas. Decidió venderlas a las personas que pasaban a su alrededor diciendo que algún día lo recordarían, pues él sería famoso.


Renny decidió incursionar en la radio en el año 1945, teniendo 17 años de edad, al recibir su certificado de locución ese mismo año. Trabajó como locutor en la emisora Radio Caracas, con un sueldo de 160 bolívares a la semana, y poco después, llamado por el periodista Abelardo Raidi pasa a la Radiodifusora Venezuela trabajando en la revista diaria de la estación "Oiganme". Comienza además como narrador en el noticiero que la empresa cinematográfica venezolana Bolívar Films, producía para el público de Colombia. Ese mismo año comienza a producir su propio programa llamado La Revista Americana. Sale en 1946 de la Radiodifusora Venezuela y pasa a Radio Cultura, a producir el espacio Noches especiales de Orange Crush, en alusión directa (como era costumbre entonces) al patrocinante directo de este espacio radial.

En 1952, es el locutor que inicia la era de la televisión en Venezuela, al participar como presentador del programa inaugural de la hoy extinta Televisora Nacional. En 1954, es contratado por la televisora privada RCTV dando inicio al programa matutino de variedades y entrevistas, "Lo de Hoy" el cual continuarían años después, con otro concepto, diversos presentadores.

Viaja en 1958 y 1959 a Francia y participa junto con el empresario automovilístico Lino Fayen y el corredor de autos Armando Capriles en la carrera de las 24 horas de Le Mans, bajo su propia escudería, manejando un vehículo Mercedes Benz aunque no llegó a ganarla.

Para 1959 viaja a Estados Unidos contratado por la cadena radiotelevisiva ABC, y es en ese país donde estudia las técnicas de producción de televisión y trabaja en la estación de Nueva York de dicha empresa, de lo cual aparentemente no existen registros videográficos.

Regresa a Venezuela bajo un acuerdo con la compañía CBS para organizar la estación televisiva CVTV (Cadena Venezolana de Televisión), conocida actualmente como Venezolana de Televisión, de la cual fue su primer gerente. Sin embargo, antes de salir al aire, hubo un desacuerdo entre Ottolina y los socios de la empresa ya que el animador quería participación accionaria en la empresa, la cual fue negada. Este incidente hizo que Renny Ottolina regresara a Radio Caracas Televisión (RCTV) como productor independiente con dos programas, "El Show de Renny" con formato de revista de variedades todos los días al mediodía y "Renny Presenta" programa musical estelar emitido los dias domingos, ahí presentó a diversos artistas extranjeros como Ray Charles, Tom Jones, Stevie Wonder, además de artistas venezolanos.

En 1967 realiza un Programa Especial de navidad titulado "El Angelíto más pequeño", adaptación del propio Renny Ottolina del cuento homónimo del escritor Charles Tazewell y actuado por su hija menor Rena Fernanda Ottolina Lozada, recordado como uno de los programas de televisión más importantes de la década del 60 en Venezuela,

Sin embargo, pese a los éxitos y popularidad del animador y productor la empresa RCTV decidió rescindir su contrato a principios de los años 70 bajo la excusa de que Ottolina ganaba más dinero con sus programas que los mismos integrantes de la Junta Directiva del canal televisivo. Fue entonces, cuando según otra de sus hijas, Rhona Ottolina Lozada, hizo un programa en el cual denunciaba a quienes dentro de la empresa querían ponerle directrices a su trabajo televisivo, en lugar de darle libertad creativa. A comienzos de esa década sus dos hijas mayores Rina y Rhona son secuestradas en Caracas, lo que hace que Renny tome la decisión de sacar a su familia del país

residenciarla en Estados Unidos.


Para 1972, en una actividad filantrópica, crea junto con Eva Franceschi y Miriam Fletcher, la Fundación para la Protección de los Policías Metropolitanos, FUNDAPOL, de la cual fue su primer presidente. De hecho, el animador en sus años en RCTV llamaba a su público en su espacio a donar ropas, alimentos y enseres diversos a las víctimas de terremotos ocurridos fuera de Venezuela.


Pasa de nuevo, en 1973, al canal televisivo Cadena Venezolana de Televisión y ese año entrevista en su programa del mediodía a los candidatos presidenciales importantes. Su influencia era tal, que algunos políticos venezolanos afirmaron que las respuestas dadas en su entrevista por el entonces presidente Carlos Andrés Pérez en relación a las respuestas dadas por el candidato del partido de gobierno de entonces, Lorenzo Fernández hicieron que Pérez convenciera a los votantes para ganar dichas elecciones. Igualmente, Ottolina marca un hito en la televisión venezolana, al realizar el primer programa de televisión venezolano en colores con la colaboración de la empresa cinematográfica Bolívar Films y la participación de artistas venezolanos como José Luis Rodríguez "El Puma", el músico y cantante Carlos Moreán y la cantante y luego actriz, Nora Suárez. Este programa fue realizado en el Churún Merú y formó parte de una serie de programas que grabó en toda Venezuela en su serie "Conocer a Venezuela para quererla más".

A principios de 1974, la Cadena Venezolana de Televisión fue comprada por el Estado Venezolano y se le ofrece a Ottolina el cargo de Presidente de esa empresa, pero declina al mismo cuando pide tener independencia absoluta de las directrices dictadas por el Ministerio de Información y Turismo, a cuyo cargo quedó la empresa y el ahora Presidente Carlos Andrés Pérez le niega dicho pedido, nombrando en su lugar al escritor Pedro Berroeta, hombre poco vinculado al medio.

En esta época es contratado por la Dirección de Tránsito Terrestre para realizar propagandas sobre las normas para el tránsito y su campaña "Buen ciudadano". Luego, en un acuerdo con el canal televisivo Venevisión Ottolina produce y presenta un espacio totalmente en colores titulado El Planeta de Agua, con motivo de la celebración de la Conferencia del Mar en el entonces recién inaugurado complejo de edificios Parque Central de Caracas, donde Ottolina expuso las riquezas marinas de la costa venezolana. De esta época, data un documental italiano sobre el tema, narrado en español por el animador y que sería exhibido después de su muerte.

Entre 1974 y 1976 vive en los Estados Unidos, a petición de sus hijas y regresa a fines de 1976 en donde comienza un programa radial matutino en Radio Capital, "Venezuela Despierta con Renny Ottolina", donde se convierte en el principal crítico del gobierno de Carlos Andrés Pérez, al que llegó a tildar de ser un gobierno incapaz, pese a ser en otra época partidario del hoy expresidente. Las represalias por parte del gobierno de entonces, no se hicieron esperar y el programa fue cancelado. Por otra parte, Ottolina fue también despojado de la presidencia de FUNDAPOL.

Para 1977 tomando en cuenta el poder de convocatoria que tenía por su labor televisiva, decidió bajo la sugerencia de los hermanos Vinicio y Parsifal De Sola lanzarse como candidato presidencial con su partido MIN (Movimiento de Integridad Nacional) que se identificaba con sus lentes, con miras a las elecciones de 1978. Entonces, tenía otro espacio en la emisora Radio Uno en el cual seguía con sus críticas al gobierno de entonces y que eventualmente, también sería cancelado, hasta culminar su carrera radial en la emisora caraqueña Radio Aeropuerto la cual transmitió su último programa el día de su muerte.

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16 de marzo de 1978


El 16 de marzo de 1978 viajando a una reunión de empresarios que iba a realizarse en Porlamar, Isla de Margarita, la avioneta Cessna 310 piloteada por el abogado y piloto aéreo Carlos Olavarría y en donde viajaban además su Jefe de Campaña Ciro Medina, Luis Duque y César Oropeza, se estrella en las inmediaciones del pico Naiguatá incidente en el cual fallecieron todos los ocupantes de la misma. Las autoridades tardaron una semana en localizar los cadáveres, ya que se pensó que la avioneta se había estrellado en el mar.

Para mayo de 2008 se tenía previsto el inicio de filmación de la película UNO de la realizadora Betty Kaplan, sin embargo se desconoce si se hizo la filmación o este proyecto fue cancelado.


Desde el programa diario a las 12 del mediodía "El Show de Renny" hasta el de los domingos el especial "Renny Presenta" la mayoría de los televidentes venezolanos sintonizaban los programas de Renny Ottolina para aprender, entretenerse y divertirse.

Ottolina creó todo un proceso de producción para llevar al publico su famoso cuerpo de baile "Las Chicas de Renny" dirigido por el coreógrafo Jim Huntley, con la música original de Chucho Sanoja dirigida por Carlos Moréan y por supuesto Renny Ottolina a la cabeza de la dirección y producción del programa.

Nunca fue tan infeliz Renny Ottolina como el día en que gritaba y golpeaba las paredes del Centro Médico de Caracas, luego de conocer el diagnostico de los especialistas: Rhona, su hija consentida, no volvería a caminar. Fue su mala hora, el hecho inexorable que le dejó un agobio que lo acompañó el resto de sus días. Si le sacaban un programa del aire, o un canal le cerraba las puertas, Renny le daba la vuelta y salía airoso: sabía revertir casi todas las dificultades. Pero esta le resultó insalvable, así como la muerte temprana de su único hijo, Ronny.

Todo lo que Renny anunciaba se vendía. Desde cigarrillos hasta una marca de atún enlatado. De hecho, siendo desde la adolescencia practicante del tabaquismo, la promoción de cigarrillos lo convirtió en el presentador que más hizo en la difusión de ese hábito en Venezuela. Conocidas fueron sus diversas estrategias publicitarias para anunciar un producto. En cierta época, decidió dejarse el cabello largo y se lo lavaba en el estudio para anunciar un shampoo, besar en la boca a un chimpancé, o la distinción de vestir un traje de marca supuestamente francesa, hasta que se descubrió que su fabricación era surcoreana, hecho que aparentemente desconocía el animador.

El amor a su patria lo llevó a presentar "micros" de información y concientización para enseñar a ser mejores ciudadanos. Con su último programa, "Venezuela despierta", Renny lograba penetrar a su público emitiendo un llamado ante la corrupción administrativa y las falacias de los políticos, que desangraban al país malgastando el tesoro nacional.

Renny fue la persona indicada, ubicada en el sitio justo, alguien que transformaba las señales de la oportunidad, manejándolas siempre a su favor. Se atrevió a usar el género de los programas matutinos de variedades, capaz de conducir un programa donde se mezclaban los elementos más disímiles, manteniendo armonía. Le interesaba deslumbrar sólo con los artistas consolidados, magnificados por la soltura del animador, muy alejado del estilo de presentadores muy populares de su época, como los fallecidos Víctor Saume o Henry Altuve. Estaba siempre muy al tanto de los avances del mundo, se tomaba años sabáticos para aprender las nuevas tendencias en Europa y poder traer lo mejor a Venezuela.

El jurista venezolano Nelson Chitty La Roche, al escribir sobre Ottolina, señaló en una oportunidad que "Son muchos los expertos que advierten el retroceso de la televisión venezolana. No podemos olvidar que Renny Ottolina, hombre de televisión, toda la vida entregado a ese medio, ya lo había apuntado hace muchísimos años. Con una programación con la que se tiene en la actualidad, es difícil que los niños se hagan los ciudadanos que requerimos mañana".

Las condecoraciones, reconocimientos y premios nacionales e internacionales, le llovieron hasta que le picó el aguijón de la política y lo sacaron de las ternas de candidatos a galardones. Los ejecutivos de los canales televisivos le habían cerrado las puertas hacia ya tiempo, dada su elevada cotización como animador y productor. Algunos venezolanos consideran que, después de la desaparición de Renny, no ha existido una televisión con base para ser mejor y no existe una producción y dirección televisiva que aumente el interés en nuestro país.


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1 comentario:

Administrador dijo...

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